DOMINGO
![]() |
| NUESTRA SEÑORA DEL PERAL DE DULZURA, PATRONA DE BUDIA ....¡FELICIDADES! |
Marcos 8,27-33
27Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas
de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la
gente que soy yo? 28Ellos le contestaron: Unos, Juan el Bautista;
otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
29Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy?
Tomando la palabra Pedro le dijo: Tú eres el Mesías. 30Y les conminó
a que no hablaran a nadie acerca de esto.
31Y
empezó a instruirlos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado
por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los
tres días. 32Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo.
33Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
¡Aléjate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
34Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: El que
quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y
me siga. 35Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el
que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
1. COMENTARIO
La escena se
desarrolla en territorio pagano, donde los discípulos pueden estar más libres
de la presión ideológica de su sociedad, en particular de los fariseos, y se
plantea en ella la cuestión de la identidad de Jesús. Hay dos preguntas:
-
La
primera: Jesús pregunta cuál es la opinión de
la gente sobre su persona. La
gente adicta al sistema judío lo identifica con figuras del pasado, Juan Bautista, Elías, un profeta, con personajes reformistas, pero
cuyo mensaje no realiza la expectativa que el pueblo ha ido acumulando a lo
largo de su historia.
-
La
segunda, la decisiva, pretende averiguar si los discípulos continúan aún en la
misma mentalidad de la gente o si han
comprendido las señales. Espera una respuesta distinta de la de la gente común.
Pedro, por propia iniciativa, se hace portavoz del grupo. Su respuesta es
clara: Tú eres el Mesías.
La declaración de
Pedro, sin embargo, no es aceptada por Jesús. Para aclarar a los discípulos la
índole de su mesianismo, Jesús sustituye el término Mesías, perteneciente a la tradición judía, por el
Hijo del hombre, de alcance universal,
cuyas características son:
-
Siendo
portador del Espíritu de Dios (1,10), posee la condición divina, cima del
desarrollo humano.
-
Su
misión es la de comunicar vida a los hombres, liberándolos de su pasado pecador
(2,3-13).
-
Tiene
dos fases: padecer-morir y resucitar. Por eso: ha de padecer
mucho, frase que comprende
desde el rechazo inicial por parte de las autoridades; ser reprobado, hasta su acto final; ser
ejecutado/sufrir la muerte. Pero la muerte del
Hijo del hombre no será definitiva: la vida indestructible del Espíritu
triunfará sobre ella, al tercer día resucitará.
Pedro, que se hace de
portavoz del grupo de discípulos, increpa a Jesús. Lo anunciado por
Jesús significa para Pedro el fracaso de todas sus aspiraciones. Reafirma su
idea de un Mesías poderoso y triunfador.
Jesús, de
cara a sus discípulos, a los que Pedro
representa, increpa a su vez a Pedro: lo identifica con Satanás, el tentador,
el enemigo del hombre y de Dios. De nuevo se presenta a Jesús la tentación del
poder dominador. Esta vez por parte de sus discípulos mismos. Jesús pone en su
sitio a Pedro, aléjate, mejor sería “ponte detrás de mí” porque el seguidor
pretendía ser seguido por Jesús.
Jesús
convoca a todos, a la gente y a los
discípulos, a toda la humanidad en su conjunto, y también de manera
personal, a cada seguidor en particular, el
que quiera. Es una opción personal y libre. Jesús va a argumentar que cosas
se siguen del aceptar su propuesta y cuáles del rechazo. Cada cual debe elegir
libremente. Las dos condiciones son: negarse
a sí mismo y cargar con la cruz.
·
Negarse a sí mismo. Significa romper con la
fidelidad a los ideales mesiánicos que Pedro en nombre de todo el grupo
profesa: la salvación mesiánica es cosa de una persona que viene y salva de un
modo maravilloso y espectacular por medio del poder y de la fuerza. NO. La
salvación es cosa de Dios, pero también es cosa de cada ser humano. No se
realiza con poder y fuerza, sino poco a poco, calladamente, con la entrega y el
amor de cada día. El distintivo del seguimiento no es la renuncia, sino la
persona a la que se sigue.
·
Cargar con la cruz. La cruz era, y es, un
castigo infame. Las palabras de Jesús no se refieren al monte Calvario, sino al
camino de ignominia que hay desde que a la persona le cargan con la cruz hasta
el final. No se refiere a los sufrimientos normales y lógicos que todos tenemos
en la vida de cada día. Esta cruz se coge cuando el discípulo decide seguir a Jesús
y reniega de todas esas cosas que el mundo tiene como valor y se descubren
poniéndose en evidencia. Si el discípulo decide ir tras Jesús ha de asumir el
descrédito, la marginación, el rechazo, la persecución.
A
continuación, Jesús argumenta su propuesta. Hay valores que trascienden el
valor supremo de la vida física. El valor supremo no es la conservación de la
vida. La prueba de esto es que por muchos esfuerzos que hagamos, al final no
podemos impedir la muerte… Y al revés. Aquel que es consciente de que al final
se va a morir y descubre que conservar la vida física no es el máximo valor,
decide vivirla de modo entregado y generoso, la salvará.
Lo
más importante de este razonamiento es el motivo: por mí y por el Evangelio. Es la aceptación de una persona y su
forma de vida lo que da plenitud a la persona, alegría, paz. Y a los demás. No
se trata de una fe sin razones, sino de una fe que es experiencia vital, en la
medida que la persona descubre la importancia de Cristo en su vida.


No hay comentarios:
Publicar un comentario