jueves, 10 de septiembre de 2015

SEMANA XXIV
DOMINGO


NUESTRA SEÑORA DEL PERAL DE DULZURA,
PATRONA DE BUDIA ....¡FELICIDADES!
Marcos 8,27-33
27Después Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? 28Ellos le contestaron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas.
29Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Pedro le dijo: Tú eres el Mesías. 30Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
31Y empezó a instruirlos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días. 32Se lo explicaba con toda claridad.
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. 33Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: ¡Aléjate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
34Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. 35Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

1.    COMENTARIO
La escena se desarrolla en territorio pagano, donde los discípulos pueden estar más libres de la presión ideológica de su sociedad, en particular de los fariseos, y se plantea en ella la cuestión de la identidad de Jesús. Hay dos preguntas:
-          La primera: Jesús pregunta cuál es la opinión de la gente sobre su persona. La gente adicta al sistema judío lo identifica con figuras del pasado, Juan Bautista, Elías, un profeta, con personajes reformistas, pero cuyo mensaje no realiza la expectativa que el pueblo ha ido acumulando a lo largo de su historia.
-          La segunda, la decisiva, pretende averiguar si los discípulos continúan aún en la misma mentalidad de la gente o si han comprendido las señales. Espera una respuesta distinta de la de la gente común. Pedro, por propia iniciativa, se hace portavoz del grupo. Su respuesta es clara: Tú eres el Mesías.
La declaración de Pedro, sin embargo, no es aceptada por Jesús. Para aclarar a los discípulos la índole de su mesianismo, Jesús sustituye el término Mesías, perteneciente a la tradición judía, por el Hijo del hombre, de alcance universal, cuyas características son:
-          Siendo portador del Espíritu de Dios (1,10), posee la condición divina, cima del desarrollo humano. 
-          Su misión es la de comunicar vida a los hombres, liberándolos de su pasado pecador (2,3-13).
-          Tiene dos fases: padecer-morir y resucitar. Por eso: ha de padecer mucho, frase que comprende desde el rechazo inicial por parte de las autoridades; ser reprobado, hasta su acto final; ser ejecutado/sufrir la muerte. Pero la muerte del Hijo del hombre no será definitiva: la vida indestructible del Espíritu triunfará sobre ella, al tercer día resucitará. 

Pedro, que se hace de portavoz del grupo de discípulos, increpa a Jesús. Lo anunciado por Jesús significa para Pedro el fracaso de todas sus aspiraciones. Reafirma su idea de un Mesías poderoso y triunfador.
Jesús, de cara a sus discípulos, a los que Pedro representa, increpa a su vez a Pedro: lo identifica con Satanás, el tentador, el enemigo del hombre y de Dios. De nuevo se presenta a Jesús la tentación del poder dominador. Esta vez por parte de sus discípulos mismos. Jesús pone en su sitio a Pedro, aléjate, mejor sería “ponte detrás de mí” porque el seguidor pretendía ser seguido por Jesús.

Jesús convoca a todos, a la gente y a los discípulos, a toda la humanidad en su conjunto, y también de manera personal, a cada seguidor en particular, el que quiera. Es una opción personal y libre. Jesús va a argumentar que cosas se siguen del aceptar su propuesta y cuáles del rechazo. Cada cual debe elegir libremente. Las dos condiciones son: negarse a sí mismo y cargar con la cruz.
·         Negarse a sí mismo. Significa romper con la fidelidad a los ideales mesiánicos que Pedro en nombre de todo el grupo profesa: la salvación mesiánica es cosa de una persona que viene y salva de un modo maravilloso y espectacular por medio del poder y de la fuerza. NO. La salvación es cosa de Dios, pero también es cosa de cada ser humano. No se realiza con poder y fuerza, sino poco a poco, calladamente, con la entrega y el amor de cada día. El distintivo del seguimiento no es la renuncia, sino la persona a la que se sigue.

·         Cargar con la cruz. La cruz era, y es, un castigo infame. Las palabras de Jesús no se refieren al monte Calvario, sino al camino de ignominia que hay desde que a la persona le cargan con la cruz hasta el final. No se refiere a los sufrimientos normales y lógicos que todos tenemos en la vida de cada día. Esta cruz se coge cuando el discípulo decide seguir a Jesús y reniega de todas esas cosas que el mundo tiene como valor y se descubren poniéndose en evidencia. Si el discípulo decide ir tras Jesús ha de asumir el descrédito, la marginación, el rechazo, la persecución.

A continuación, Jesús argumenta su propuesta. Hay valores que trascienden el valor supremo de la vida física. El valor supremo no es la conservación de la vida. La prueba de esto es que por muchos esfuerzos que hagamos, al final no podemos impedir la muerte… Y al revés. Aquel que es consciente de que al final se va a morir y descubre que conservar la vida física no es el máximo valor, decide vivirla de modo entregado y generoso, la salvará.
Lo más importante de este razonamiento es el motivo: por mí y por el Evangelio. Es la aceptación de una persona y su forma de vida lo que da plenitud a la persona, alegría, paz. Y a los demás. No se trata de una fe sin razones, sino de una fe que es experiencia vital, en la medida que la persona descubre la importancia de Cristo en su vida. 

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