LUNES
EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Juan 3,13-17
13Nadie ha subido al cielo sino
el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 14Lo mismo que Moisés
elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre, 15para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
14Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así
tiene que ser elevado el Hijo del hombre, 15para que todo el que cree
en él tenga vida eterna. 16 Porque tanto amó Dios al mundo, que
entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que
tenga vida eterna. 17Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
COMENTARIO
13Nadie ha subido al cielo sino
el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. 14Lo mismo que Moisés
elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del
hombre, 15para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Jesús anuncia la verdadera realidad del Mesías: es el Hijo del hombre y se afirma que ha bajado del cielo. El evangelista señala que
la condición divina del Hijo del hombre no procede de su condición humana ni es resultado del desarrollo personal, sino que se debe a la plenitud del Espíritu que ha recibido de lo alto (Jn 1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo).
El hombre no puede alcanzar la plenitud si no es en comunión con Dios,
fuente de la vida.
Subir
al cielo para quedarse será la victoria, el éxito de su misión.
Aparecen de este modo el punto inicial, bajar del cielo, y el final, subir al cielo, de la trayectoria del Hijo del hombre, del Hombre-Dios.
Se anuncia la exaltación del Hijo del hombre, levantado en alto. El evangelista establece un paralelo con Núm 21,8, donde se cuenta que Moisés, ante una plaga de serpientes venenosas, fabricó por indicación de
Dios una serpiente de bronce y la levantó en un poste. Quien era mordido, al
mirar a la serpiente alzada quedaba curado o, según la expresión hebrea, vivía,
seguía vivo. Luego, ser levantado en alto indica una señal destinada a ser vista y
mirada (contemplada) y, al mismo tiempo, la localización de una fuerza
salvadora, de una fuente de vida. En el caso de la serpiente, se
obtenía la vida física; en el del Hijo del hombre, vida eterna.
La expresión vida eterna,
o definitiva,
no significa solamente la
salvación final, la vida después de la muerte, sino al mismo tiempo una vida de
calidad divina de que goza el hombre ya durante su existencia mortal. Es la vida del Espíritu, nuevo principio vital que se integra en el ser
del hombre; por ser eterna, ni su existencia ni sus frutos perecerán con
la muerte.
Lo que salva a los hombres de la muerte es fijar la mirada en el modelo de Hombre,
es decir, aspirar a la plenitud humana que resplandece en esa figura, que, levantada en alto, destacará sobre todos
y será atracción para la humanidad.
Por el momento, el evangelista no menciona la muerte de Jesús,
sólo alude a ella en términos de
exaltación; prepara así al lector para que no vea en la cruz un suplicio infamante, sino un hecho glorioso.
14Lo
mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado
el Hijo del hombre, 15para que todo el que cree en él tenga vida
eterna.
Jesús sube al cielo, es decir,
logra la plenitud. Las expresiones en torno al cielo no tienen sentido espacial
sino que hacen referencia a la esfera de lo divino, de lo excelente, de lo
pleno. Nadie puede llegar a subir a la plenitud, más que el que vino de ella.
Nacer de nuevo significa nacer del Espíritu en vez de la ley, su origen y su
misión está en Dios.
La plenitud, el Espíritu solo nos
lo da Jesús desde la cruz, donde a imagen de la serpiente del desierto fue
levantado. Y donde a imagen de aquella serpiente que les devolvía la vida, éste
nos da la vida plena del Espíritu. Es de aquí, del Espíritu, y no de la ley, de
donde se recibe la vida.
Subir al cielo, según el texto, es
igual a ser elevado en la cruz. El cielo, la esfera de lo divino, se sitúa en
la cruz, donde el Padre, presente en Jesús, nos da su Espíritu. De ahí que “ser
levantado” = su muerte y su exaltación definitiva.
16Porque
tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree
en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Juan completa la explicación de
Mesías. Hasta aquí lo ha descrito como hombre levantado, lo ha descrito
partiendo del hombre, ahora lo hace partiendo de Dios que toma la iniciativa e
inserta su acción en la historia.
El hombre levantado es al mismo
tiempo el Hijo –único de Dios (alusión a Abraham y a su hijo único entregado).
·
En el caso de Abraham es sustituido por un
cordero, alusión al éxodo y a la Pascua.
·
En el caso de Jesús, es sustituido por nada, él
es el cordero del Pascua y el éxodo definitivo.
17Porque
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo
se salve por él.
El motivo del envío es el amor,
la salvación. El Mesías no trae una misión judicial ni excluye a nadie ni
discrimina a nadie, está destinado a la humanidad entera.
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