DOMINGO, 31 DE ENERO (OPCIÓN A)
DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
Marcos 1,21-28
21Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a
enseñar; 22estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba
con autoridad y no como los escribas.
23Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu
inmundo y se puso a gritar: 24 ¿Qué tenemos que ver nosotros
contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el
Santo de Dios.
25Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.
26El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy
fuerte, salió de él. 27Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es
esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus
inmundos y lo obedecen. 28Su fama se extendió enseguida por todas
partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
1.
COMENTARIO
Jesús recorre los
pueblos de Galilea anunciando, en los centros de reunión y en las fiestas
judías, la Buena Noticia, la nueva manera de concebir e interpretar las
relaciones. Para lo cual se requiere la conversión, el cambio de mentalidad. El
relato es un ejemplo claro de las resistencias a dicho cambio, anunciado y
encarnado por Jesús.
Justamente en uno
de los lugares más significativos de la enseñanza judía, aparece un hombre con
un espíritu inmundo. La mayoría de
los enfermos/as que aparecen en el evangelio
no tienen nombre, como este hombre. Son personajes representativos de grupos,
de gran parte del pueblo de Israel sometido, de paganos oprimidos, incluso de
la humanidad que sufre a causa de su visión e interpretación de la realidad.
-
Un hombre con un
espíritu inmundo. Es lo contrario a Espíritu
Santo. El Espíritu de Jesús es lo que conduce al ser humano a la plenitud,
a la libertad. El espíritu inmundo es
lo contrario a lo que hace desarrollarse como persona, lo que le esclaviza. Es
la mentalidad que oprime, basada en el miedo y la culpa, es la causa de la
marginación.
-
Lo mismo utiliza el nosotros que el yo: Este
hombre se identifica con el grupo reunido y se convierte en representante de
los que dirigen y enseñan en las sinagogas, los escribas.
-
Sé quién eres, dice el hombre. Se identifica
con la mentalidad de los escribas. Sin embargo, lo que dice es cierto. Jesús es
el santo de Dios, el consagrado de Dios. Pero tal
afirmación al provenir de una mentalidad como la de los escribas (centrada en
el poder, en el dominio, en la soberanía), es rechazada por Jesús que va a reaccionar
de manera inmediata.
Jesús lo increpó: Cállate y sal de él. Jesús no permite confusión alguna sobre su mesianismo y la calidad de
este. La visión de los escribas y la de Jesús son irreconciliables, no pueden
convivir juntas ambas mentalidades, una excluye a la otra. Jesús le ordena, cállate y sal de él.
En la mentalidad
de la época, tanto el Espíritu Santo como el espíritu inmundo, se conciben como
fuerzas o principios activos que proceden del exterior del hombre.
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y,
dando un grito muy fuerte, salió de él.
Esta descripción
del evangelista nos revela hasta qué punto este hombre ha interiorizado la
doctrina y mentalidad de los escribas. Es la doctrina de los letrados la que endemonia, lo hace inmundo, con su
enseñanza. Y esta forma de pensar y de vivir es contraria al proyecto y Reinado
de Dios.
La gente queda
asombrada no por lo que Jesús ha hecho, sino por la novedad de su enseñanza,
con autoridad, una enseñanza nueva
expuesta con autoridad. Los presentes quedan asombrados por lo que Jesús
hace. Lo que libera es la Palabra de Jesús, no la doctrina de los letrados. Lo
que devuelve la dignidad y saca de la marginación, de la impureza legal, es la
Palabra de Jesús que es nueva, dicha con autoridad, porque no se basa en el
cumplimiento de unas leyes o en el poder, sino en la entrega y en el servicio.
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