domingo, 24 de enero de 2021

 DOMINGO, 31 DE ENERO (OPCIÓN A)



DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO


Marcos 1,21-28

21Y entran en Cafarnaún y, al sábado siguiente, entra en la sinagoga a enseñar; 22estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.

23Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: 24 ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.

25Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.

26El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. 27Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen. 28Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

 

1.    COMENTARIO

Jesús recorre los pueblos de Galilea anunciando, en los centros de reunión y en las fiestas judías, la Buena Noticia, la nueva manera de concebir e interpretar las relaciones. Para lo cual se requiere la conversión, el cambio de mentalidad. El relato es un ejemplo claro de las resistencias a dicho cambio, anunciado y encarnado por Jesús.  

Justamente en uno de los lugares más significativos de la enseñanza judía, aparece un hombre con un espíritu inmundo. La mayoría de los enfermos/as que aparecen en el evangelio no tienen nombre, como este hombre. Son personajes representativos de grupos, de gran parte del pueblo de Israel sometido, de paganos oprimidos, incluso de la humanidad que sufre a causa de su visión e interpretación de la realidad.

 

-        Un hombre con un espíritu inmundo. Es lo contrario a Espíritu Santo. El Espíritu de Jesús es lo que conduce al ser humano a la plenitud, a la libertad. El espíritu inmundo es lo contrario a lo que hace desarrollarse como persona, lo que le esclaviza. Es la mentalidad que oprime, basada en el miedo y la culpa, es la causa de la marginación.

-        Lo mismo utiliza el nosotros que el yo: Este hombre se identifica con el grupo reunido y se convierte en representante de los que dirigen y enseñan en las sinagogas, los escribas.

 

-        Sé quién eres, dice el hombre. Se identifica con la mentalidad de los escribas. Sin embargo, lo que dice es cierto. Jesús es el santo de Dios, el consagrado de Dios. Pero tal afirmación al provenir de una mentalidad como la de los escribas (centrada en el poder, en el dominio, en la soberanía), es rechazada por Jesús que va a reaccionar de manera inmediata. 

 

Jesús lo increpó: Cállate y sal de él. Jesús no permite confusión alguna sobre su mesianismo y la calidad de este. La visión de los escribas y la de Jesús son irreconciliables, no pueden convivir juntas ambas mentalidades, una excluye a la otra. Jesús le ordena, cállate y sal de él.

En la mentalidad de la época, tanto el Espíritu Santo como el espíritu inmundo, se conciben como fuerzas o principios activos que proceden del exterior del hombre.

 

El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él.

Esta descripción del evangelista nos revela hasta qué punto este hombre ha interiorizado la doctrina y mentalidad de los escribas. Es la doctrina de los letrados la que endemonia, lo hace inmundo, con su enseñanza. Y esta forma de pensar y de vivir es contraria al proyecto y Reinado de Dios.  

 

La gente queda asombrada no por lo que Jesús ha hecho, sino por la novedad de su enseñanza, con autoridad, una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Los presentes quedan asombrados por lo que Jesús hace. Lo que libera es la Palabra de Jesús, no la doctrina de los letrados. Lo que devuelve la dignidad y saca de la marginación, de la impureza legal, es la Palabra de Jesús que es nueva, dicha con autoridad, porque no se basa en el cumplimiento de unas leyes o en el poder, sino en la entrega y en el servicio.

 


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