domingo, 4 de febrero de 2018

SEMANA V

VIERNES

9 DE FEBRERO



Marcos 7,31-37
31Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. 32Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. 33Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. 34Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, ábrete). 35Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. 36Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. 37Y en el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

COMENTARIO
32Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano
Unos individuos, sin nombre y sin determinar, le llevan a Jesús, tampoco se le nombra, a un hombre, sin nombre, sordo y tartamudo. El sordo no puede escuchar a Jesús, no es consciente de su sordera. Le llevan, no dice nada, no es consciente de su incapacidad o de su necesidad de cambiar para acoger la novedad del mensaje. Y, además, apenas podía hablar/tartamudo. Es la única vez que aparece esta palabra en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento solo aparece una vez, en el contexto del éxodo de Babilonia (Is 35,5), haciendo referencia a la necesidad de liberación de los “ciegos, sordos y mudos”. En esta ocasión, la mudez hace referencia a la actitud de los discípulos en su tarea de anunciar el mensaje. Lo están malinterpretando según las claves dadas por Jesús, ellos lo hacen sin abandonar su mentalidad antigua.
La narración está en referencia a Mc 7,17 en la que Jesús reprochaba a sus discípulos, ¿Así que también vosotros sois incapaces de entender? La incomprensión continúa.
Los que han llevado al hombre, piden a Jesús que le imponga la mano como lo hizo con la hija de Jairo, el jefe de la sinagoga, símbolo de la transmisión de una fuerza vital.

33Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Jesús le toma aparte, a solas. Estas expresiones aparecen siempre referidas a Jesús y sus discípulos en un contexto de incomprensión. Jesús “les hace un aparte” para una explicación más extensa o profunda. De esta manera simbólica, se nos dice que se trata de los discípulos. Jesús no quiere confundir a los presentes.

Respecto a la sordera, Jesús mete los dedos en los oídos, no le toca con la mano como le habían pedido. Es una forma de simbolizar el poder de Dios, el poder de la vida. Respecto a la tartamudez, le toca la lengua con su saliva. En la antigüedad, se atribuía a la saliva propiedades curativas. Simbolizaba el aliento de la persona, en este caso, el Espíritu de Jesús.
Jesús se tiene que aplicar a fondo para liberar de la incomprensión a sus discípulos. En lenguaje figurado, ha de perforar los oídos para llegar a su mente y que estos se conviertan a la nueva actitud hacia los paganos. Ha de impregnar su lengua, con su Espíritu, para que proclamen el mensaje de acuerdo con lo que Jesús anuncia.

34 Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, ábrete). 35Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
No basta solo con meter los dedos y poner saliva en la boca, se precisa la colaboración de Dios ante la cerrazón mental de los discípulos. Como la sordera y tartamudez es continua, Jesús suspira ante tanta traba. Ordena que se abran del todo, effetá, de par en par, los oídos y las bocas, la persona y la humanidad entera ante el anuncio de la Buena Noticia universal.
Ahora, el hombre puede escuchar sin problemas, en sentido físico de oír y en sentido interno de entender, de comprender el mensaje de Jesús y proclamarlo sin desvirtuarlo. El que era sordo, ahora, es capaz de escuchar, comprender y de hablar correctamente, de proclamar el mensaje sin deformarlo.

36Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. 37Y en el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Jesús avisa a todos que no hagan público lo experimentado. No confía en que sea algo definitivo. Los discípulos seguirán enraizados en su judaísmo y en su falta de comprensión. Al contrario que los presentes, no hacen caso a Jesús y lo proclaman, impresionados por la fuerza liberadora de Jesús.  

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