domingo, 11 de febrero de 2018

SEMANA VI

LUNES

12 DE FEBRERO


Marcos 8,11-13
11Se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. 12Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación. 13Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

COMENTARIO
11Se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
En vista del éxodo liberador propuesto por Jesús en favor de los paganos (Mc 8,1-9), exigen de él una señal espectacular, una intervención divina extraordinaria que legitime y avale su pretensión mesiánica. Quieren un signo del cielo como los que realizó Moisés en el éxodo, liberador para Israel y destructora para sus enemigos (Dt 6,22; 7,19; 11,3). Solo admiten un Mesías nacionalista. Las señales de Dios son las de su amor a todos los hombres; ellos, en cambio, piden una señal de poder en favor de Israel y en contra de los paganos. No conciben un Dios que no discrimine entre los pueblos.

La observación del evangelista: para ponerlo a prueba pone en relación la petición de los fariseos con la tentación del desierto (1,13: tentado por Satanás) indicando que pretenden que Jesús asuma el papel de un Mesías de poder. Quieren desviarlo de su línea. Hay dos programas contrapuestos: el de la entrega-amor y el del dominio-poder.

 12Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación.
Dando un profundo suspiro expresa Jesús su pena y su tristeza. Es el mismo sentimiento que tuvo ante la ofuscación de los fariseos en la sinagoga (apenado). Siguen igual.
El dicho de Jesús es solemne, en verdad os digo, y su negativa rotunda. El término generación es técnico y se refería en el judaísmo particularmente a tres generaciones:
-          La del diluvio, que pereció en las aguas. 
-          La del desierto, que por su infidelidad no llegó a la tierra prometida (Sal 95/94,10-11).
-          Y la del Mesías.
Jesús se enfrenta con esta última, cuyo exponente son los fariseos. Es el pueblo que debía acompañar al Mesías en su éxodo, pero no lo hace porque Jesús no asume el papel de Mesías nacionalista y violento. Es infiel como la del primer éxodo.

 13Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
Ante el rechazo del judaísmo, representado por los fariseos, Jesús se embarca de nuevo.
La escena que sigue se desarrolla en la travesía desde tierra judía (Dalmanuta) a tierra pagana, a la otra orilla, Betsaida).
El olvido de los discípulos está en relación con la escena anterior. Querían coger panes en tierra judía (Dalmanuta), o sea, en el plano figurado, llevar consigo la doctrina del judaísmo. Su experiencia en tierra pagana no ha cambiado su mentalidad. El breve contacto con el judaísmo en Dalmanuta ha reavivado en ellos el sentimiento de la superioridad judía y el deseo de un mesianismo de poder. Según ellos, la base para compartir con los paganos tienen que ser los panes (los principios) judíos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario