miércoles, 28 de marzo de 2018

Resultado de imagen de JESÚS LAVANDO LOS PIESTRIDUO PASCUAL 

JUEVES SANTO


Juan 13,1-15

1.      TEXTO
13 1Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
2Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; 3y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, 4se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; 5luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
6Llegó a Simón Pedro y este le dice: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? 7Jesús le replicó: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. 8Pedro le dice: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes parte conmigo.
9Simón Pedro le dice: Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza.
10Jesús le dice: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. 11Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: No todos estáis limpios.
12Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: 15os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

2.      COMENTARIO
Esta Pascua no es la Pascua de los Judíos. Ahora es la Pascua de Jesús, la del Cordero de Dios, que va a permitir el éxodo de las tinieblas a la luz.
Para Jesús, el paso de este mundo al Padre será la cruz, donde se entregará para dar vida al hombre. Allí, realizará la última etapa de su éxodo, la lle­gada a la tierra prometida.
Es consciente del momento que vive y, en consecuencia, de su misión. No va a la muerte, su hora, arrastrado por las circunstancias. Es él quien da su vida. Va a mostrar a sus discípulos cuál es la obra de su amor por ellos y por la humanidad, interpretándola en clave de servicio.

Lavar los pies a alguien era un signo de acogida y hospitalidad. De ordinario, lo hacía un esclavo no judío o una mujer; también, la esposa a su marido, los hijos/as al padre, es decir, un inferior a un superior. Este último era siempre un hombre libre. De aquí se deduce el significado del lavado de los pies: Jesús, el Señor, el hombre libre, se hace servidor de los suyos, dándoles con ello categoría de señores. A través de su muerte, su obra será hacer personas libres, darles su dignidad y crear igual­dad. Ese va a ser su gran servicio a la humanidad y el fruto de su amor hasta el fin. Lo hará comunicando a los hombres el Espíritu, la vida divina.

De lo dicho se desprende que el lavado de los pies no solo ha de interpretarse como un acto de humildad de Jesús. La grandeza mundana no es un valor al que Jesús renuncia, es una falsedad e injusticia que no acepta. La única grandeza está en ser como el Padre, don total y gratuito de sí mismo (Jn 3,16).
Pedro se extraña y protesta, llama a Jesús Señor, título de superioridad, en contraste con lavar, indica inferioridad. Ha com­prendido que la acción de Jesús invierte el orden de valores. Para mostrar su desaprobación, reconoce la diferencia entre Jesús y él: ¿tú a mí? Jesús debe ocupar el trono de Israel, el discípulo es súbdito, no admite la igualdad. Jesús no se extraña de la incomprensión de Pedro, no lo entiendes ahora. Él conoce a los que ha elegido. Le anuncia que acabará por entender, pero requerirá tiempo. La reacción de Pedro muestra que no entiende, pero que no deja a Jesús. Con tal de no separarse de él está dispuesto a hacer lo que sea, pero por ser voluntad del jefe, no por convicción. Se muestra dispuesto a obedecer, pero no a seguir.

Haberse bañado significa estar enteramente limpio/puro. Para Jesús, sus discípulos lo están, ya no se interpone ningún obstáculo entre ellos y Dios. Dios los acepta y los quiere. El único motivo por el que el hombre puede desagradar a Dios es la negativa a hacer caso al Hijo, permanecer voluntariamente en la zona de la tiniebla. Al aceptar el mensaje de Jesús, han pasado a la luz y han quedado limpios.

Como se ha dicho más arriba, tomar el manto simboliza recobrar la vida (Jn10,17s), es la victoria sobre la muerte. Sin embargo, al volver a la mesa, no se dice que Jesús se quite el manto, señal de su servicio. Este se convierte en su rasgo permanente: su amor-servicio culminará en la cruz y continuará para siempre.
Al lavarles los pies, Jesús les ha mostrado a los discípulos su actitud interior, la de un amor que no excluye a nadie ni siquiera al traidor.
·         Jesús es Maestro. Con esta acción, preludio de su muerte, les transmite la experiencia de ser amados. Les enseña a amar con un amor que responde al suyo.
·         Jesús es Señor. Es soberanamente libre. Su señorío, el de Dios, no se ejerce dominando, sino dando al ser humano una fuerza que desde su interior lo lleva a la expansión.
Lo que ha hecho Jesús, el Maestro y el Señor, no es un gesto transitorio, es una norma válida para todos y para todo tiempo. El servicio no se impone. No nace del sentido del deber, sino de la espontaneidad del amor.

3.      PARA LA ORACIÓN
Al comenzar este triduo Santo, Señor,
quiero hacerlo a tu estilo: sirviendo,
lavando los pies de los hombres, mis hermanos.
No solo es un gesto ocasional,
es una actitud,
un modo de vivir,
una manera de estar,
una forma de amar. 

Es el anticipo de la cruz,
es la expresión concreta del pan partido y compartido,
es la renuncia  a todo poder,
humano y divino,
es el camino de la entrega,
de darse así mismo sin límites.

Lavar los pies es el sacramento de los pobres,
la manifestación de que Dios está a nuestro servicio
para que podamos hacer realidad un mundo distinto,
más humano,
donde haya menos  sufrimiento,
más cordialidad, menos frivolidad,
más aceptación, menos miedo,
más alegría, menos tristeza.
Al comenzar estos días santos,
quiero comenzar a tu estilo.
Así de esta manera, posiblemente, todos los días serán santos.

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