domingo, 16 de diciembre de 2018

SEMANA III DE ADVIENTO

LUNES, 17 DE SEPTIEMBRE


Mateo 1,1-17
1Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán:
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2Abrahán fue padre de Isaac; Isaac de Jacob; Jacob de Judá y sus hermanos;
3Judá tuvo de Tamar a Fares y a Zéraj; Fares fue padre de Jesrón; Jesrón de Arán;
4Arán de Aminadab; Aminadab de Naasón; Naasón de Salmón;
5Salmón tuvo de Rajab a Booz; Booz tuvo de Rut a Obed; Obed fue padre de Jesé;
6Jesé, del rey David. David, de la mujer de Urías, tuvo a Salomón.
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7Salomón fue padre de Roboán; Roboán de Abías; Abías de Asá;
8Asá de Josafat; Josafat de Jorán; Jorán de Ozías;
9Ozías de Joatán; Joatán de Acaz; Acaz de Ezequías;
10Ezequías de Manasés; Manasés de Amón; Amón de Josías;
11Josías de Jeconías y sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
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12Después de la deportación, Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel de Zorobabel;
13Zorobabel de Abiud; Abiud de Eliaquín; Eliaquín de Azor;
14Azor de Sadoc; Sadoc de Aquín; Aquín de Eliud;
15Eliud de Eleazar; Eleazar de Matán; Matán de Jacob;
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16Jacob de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es el mesías.
17Por tanto, las generaciones desde Abrahán hasta David son en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce, y desde la deportación hasta el mesías, catorce.

1.    COMENTARIO
Mateo, como buen oriental que escribe para orientales, comienza la historia como se comenzaban siempre la genealogía del personaje central. Genealogía era como un carnet de identidad, curriculum actual.
El evangelista presenta una amalgama, un conjunto de nombres realmente desconcertantes.  Para nosotros son personajes desconocidos: Ocias, Ioatam, etc, no nos dicen nada. Pero intentemos por un momento ponernos en la piel de un hebreo que escuchase recitar esta lista de nombres. Ciertamente, se le pondrían los pelos de punta. Es como si hoy día, en una lista de tanta envergadura, escuchásemos mencionar el nombre de personas de mala fama, personajes públicos de pésima reputación. Este era precisamente el efecto que producía en el mundo hebreo: un desgarrador suspiro de desaprobación e incredulidad, ante las connotaciones fuertemente negativas que algunos nombres suscitaban, connotaciones tan lamentables –para la mentalidad de la época-, que no dejaban indiferentes a nadie.

Siguiendo su artificio, Mateo, divide la genealogía en 3 grupos de 14; en 3, porque 3 eran los períodos de la historia de Israel según la concebían entonces: Patriarcas, Monarquía y después del exilio. Lo que quiere decir es sencillamente que la historia del pueblo culmina y tiene sentido en Jesús. Por otro lado, son 6 septenarios, con Cristo comienza el 7º, es decir, la plenitud.

¿Por qué 14 en cada período? Hay quien recurre a la cábala argumentando que 14 es el número de DVD (David) 4+6+4, quizás esté en el trasfondo Jesús mesías, descendiente de DVD.
Todo para llegar al v.16, que es el punto culmen de la genealogía donde concluye que Jesús es, 1) hijo de Abrahán; 2) de sangre real; y 3) sin embargo, es diferente. El omnipotente verbo engendrar no aparece (39 veces aparece el verbo), se rompe con el nacimiento de Cristo.
Para llegar a una conclusión inesperada es preciso que la fuerza de la tradición anterior a Mateo fuera muy grande. Una tradición que, por un lado, cree firmemente que es un hombre, un descendiente de David según la carne, y, por otro lado, aún con peligro de contradecirse, dice que su nacimiento es un misterio.

Una curiosidad: aparecen 4 mujeres. No es corriente la mención de mujeres en las genealogías, pero tampoco es imposible. Pero, ¿por qué estas 4 mujeres y no las santas mujeres: Sara, Rebeca, Lea…?
Puede que Mateo las mencione por ser pecadoras y extranjeras:
Tamar--------   incestuosa---------------------cananea Gen 38,14
Rahalo-------- prostituta -----------------------cananea Jos 2,1
Bersabe------ adúltera------------------------- hitita 2 Sam 11
Rut---- relaciones prematrimoniales---------moabita Rut 3,7

-       En cuanto al pecado así se significa la misión salvadora de Jesús, salido de una raza de pecadores para rescatar a los pecadores.
-       En cuanto extranjeras, el universalismo de la salvación va a ser uno de los temas preferidos de Mateo.
Todas estas mujeres, incluida María, dan a luz irregularmente un auténtico hijo de David. Dios interviene en estas mujeres para cambiar el curso normal de la historia y Mateo las cita porque fueron introducidas en la línea mesiánica gracias a un acto gratuito de Dios, eliminando para ello un obstáculo insuperable a primera vista[1].
Desde el primer momento, el evangelista Mateo anuncia la peculiaridad del nacimiento de Jesús, cuya procedencia directa de un padre humano no se menciona. Jesús proviene por entero de Dios, idea que se subraya de diversas maneras: La criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo Mt 1,20; la virgen concebirá y dará a luz un hijo Mt 1,23; sin haber tenido relación con él, María dio a luz un hijo Mt 1,25.

Para el evangelista, Jesús no es el fruto de José, porque el padre, además de la vida, transmitía también la tradición, los valores del pueblo. Pues bien, toda la tradición de Israel queda truncada en José. De él, Jesús no recibe nada. En Jesús, la tradición y los valores no serán heredados del padre, de José, sino del Padre de los cielos, Dios. Es por ello que Jesús podrá relacionarse con Dios de una manera inédita, completamente nueva.

El texto nos dice: de la cual nació. El evangelista excluye categóricamente la intervención de José en la generación del hijo. Jesús es generado de María. María es puesta por Mateo al mismo nivel de los hombres. No solo los hombres engendran, también María lo hace. Dice Mateo que Jesús nació. Ya esta expresión supone una interrupción que permite intuir la novedad extraordinaria que constituye Jesús. Jesús no es un profeta del pueblo. ¿Quiénes son los profetas? Los profetas son personas destacadas desde el punto de vista espiritual, personas que viven en plena sintonía con Dios, y que comunican al pueblo los deseos y la voluntad divina. Puestos a la cabeza del pueblo, plantean a este una imagen, una teología, una idea a fin de que el pueblo la pueda perseguir y alcanzar. Sin embargo, por regla general, los profetas son incomprendidos y se convierten en objeto de persecución y rechazo.
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¡No es este el caso de Jesús! Jesús no es un profeta, no es el hijo de José, no es el hijo de David. Jesús es el hijo de Dios, aquél que asume la acción creadora del Padre, la formula de manera inédita y nueva, y abre así un camino nuevo en la relación con Dios. Así pues, mientras que el profeta vive y actúa siempre dentro del ámbito de su religión, Jesús opta por salir fuera de las fronteras de la misma y muestra las verdaderas raíces de la nueva religión. Jesús tuvo la capacidad de actuar de este modo porque, no habiendo sido engendrado por José, en su sangre no tenía los cromosomas de David ni de Abraham. Él es una creación completamente nueva.


[1] De forma muy resumida presentamos las vicisitudes de estas mujeres que pueden encontrase más ampliamente en el artículo de A.Maggi, Los evangelios de la Infancia en www.studiibiblici.it. La primera mujer: “Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara”. Tamar significa palma, y cuya historia aparece narrada en el capítulo 38 del Génesis. ¿Quién es Tamar? Se trata de una mujer Cananea, no judía, que Judá toma para mujer de su hijo Er. Este se hizo odioso a Yahvé y Yahvé le hizo perecer. Pero uno se pregunta por qué motivo se había ganado el odio de Yahvé. Cuando a una mujer casada se le moría el marido sin tener descendencia, el hermano del marido tenía la obligación de fecundarla, porque de ese modo el patrimonio permanecía dentro del clan familiar. De acuerdo con la ley del levirato, a la muerte de este hombre, su cuñado, un personaje importante llamado Onan, debía encargarse de darle descendencia. Pero Onan no desea que esta mujer tenga un hijo suyo, porque después se verá obligado a  dividir con ella la propiedad. Quiere evitarse la obligación de tener que compartir la riqueza.
La segunda mujer, Rajab, ejercía la prostitución como profesión, una mujer de armas tomar. Rajab es un término un tanto vulgar y poco refinado, como correspondía a la dueña del burdel de Jericó. Rajab tenía el burdel pegado a la muralla de Jericó, y los israelitas la habían salvado de la masacre en el momento de la conquista de la ciudad. El evangelista ha buceado en los acontecimientos oscuros y en las páginas turbias de la historia de Israel para preparar el golpe que se dispone a asestarle a la comunidad. Su comunidad debe aceptar a Jesús, nacido en circunstancias por lo menos irregulares. La tercera mujer. “Rajab engendró a Booz”,  Booz engendró, de Rut, a Obed”. Rut era una moabita, pertenecía, por consiguiente, a un pueblo nacido a partir de un incesto. Rut era viuda. Había también un rico anciano hacendado y entre ambos se urde una trama que el libro de Rut describe de forma muy desenfadada. El caso es que Rut queda embarazada y engendra a Jesé.
Y la cuarta ni se la nombra. En este momento de la genealogía, el pudor puede con el evangelista, que escribe “Jesé engendro a David, David engendró a Salomón de la de Urías”.  A la mujer ni tan siquiera la nombra, y usa además una construcción lingüística con un claro matiz despreciativo. Dado que evita nombrarla, todo hace pensar que esa mujer no debe haberle caído muy bien al evangelista. Previamente, ha nombrado a Tamar, ha mencionado a Rajab, pero de esta solo dice “la de Urías”.
Pero ¿quién es “la de Urías”?. Se trata de Bersabe, una mujer ambiciosa y amiga de intrigas. Consciente del prestigio de David, lo seduce y concibe un hijo suyo. David, entonces, manda llamar al marido que estaba en el frente y le pide que yazca con su mujer Bersabe. Urías comprende la intención de David, intuye que su mujer espera un hijo del rey y rechaza tercamente la invitación que David le hace para acostarse con ella. David, entonces, se las ingenia para hacerlo perecer en el frente. Y de esta forma viene al mundo Salomón, hijo de Bersabe, mujer que el evangelista evita nombrar.

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