domingo, 3 de febrero de 2019

Resultado de imagen de FANO PESCA MILAGROSATIEMPO ORDINARIO. SEMANA V

DOMINGO


5º DOMINGO: EVANGELIO: Lucas 5,1-11

5 1  En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios, estando él de pie junto al lago de Genesaret, 2vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. 3Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-         Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.
5Respondió Simón y dijo:
-         Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
6Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. 7Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían.
8Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
-         Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.
9Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; 10y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
-         No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
11Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
COMENTARIO
Cambiamos de escenario y de actores. El protagonista sigue siendo Jesús. Del ambiente de la sinagoga nos vamos al lago de Genesaret o lago de Galilea. Es el lago en torno al cual Jesús pasó mucho tiempo de su actividad.
En esta ocasión se sienta en una de las barcas, comienza a enseñar  pues la gente quería oír la palabra de Dios. Cuando acaba de hablar, se dirige a Simón Pedro y le invita a que eche las redes para pescar. En principio era imposible pescar de día. Se pesca siempre de noche. Pero Pedro se fía de la palabra de Jesús y echa las redes consiguiendo una buena redada de peces.
Al ver lo que ha pasado, Pedro se asusta y se echa a los pies de Jesús reconociendo que:
-         Jesús es un hombre de Dios, es “alguien sagrado”, (y lo sagrado entonces provocaba en la persona el reconocimiento de la propia miseria, se sentía impuro o miserable),
-         y que él mismo es un pecador.
Ante esta actitud de Pedro, Jesús se acerca y le dice: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Es decir: “No tengas miedo Pedro, desde ahora tu trabajo será servir a los hombres y mujeres para que salgan de aquello que les en-red-a en su vida y es causa de sufrimiento como es la mentalidad del poder, del dinero, del poseer muchas cosas pensando que así serán más felices”.    

¿Reacción de los discípulos? Dejándolo todo, siguieron a Jesús. Han descubierto que en Jesús se encuentra la clave para descifrar el misterio de la vida humana. En este hombre hay algo especialmente atractivo por el cual merece la pena cambiar de vida, dejar la antigua forma de pensar y seguirlo. En este hombre hay algo de Dios que hace la vida más humana, más transparente, más honesta.

Lo cual nos lleva a reconocer como Pedro que somos pecadores, que cometemos fallos, que no somos perfectos ni hay ninguna ley que diga que lo tenemos que ser. Se trata de aceptar nuestra fragilidad, nuestra debilidad. Y a partir de ahí dejar que Jesús  nos invite a seguirle. ¡Ojala que como personas y cristianos tuviéramos menos miedo a reconocer nuestros pecados, nuestros errores, nuestras maldades! No se trata de presumir sino de reconocer que somos vulnerables, que lo reconocemos. Pero que la bondad de Jesús es más fuerte y más grande que nuestro pecado. Desde esta bondad de Jesús no se precisa presentarse ante los demás como perfectos, sino, de una manera sana, mostrarnos que no podemos todo, que no sabemos todo, que no tenemos la última palabra, sino que somos caminantes de esta vida en la cual hay aciertos y tropiezos, éxitos y fracasos. Y siempre desde la humildad.

Al seguimiento de Jesús es lo que se llama vocación. Palabra que muchas veces se ha utilizado como si solo “tuvieran” vocación las monjas y los curas. Y los demás cristianos, ¿qué? Todos tenemos vocación. Vocación quiere decir llamada. Y todos somos llamados por Jesús a seguirle, a ser pescadores de hombres y mujeres, a hacer posible que nuestra sociedad, nuestra familia, nuestra parroquia, sean más humanas. La vocación se descubre cuando las cosas que nos pasan cada día se interpretan desde la fe y caemos en la cuenta que en eso que nos pasa está Jesús invitándonos a servir. La Iglesia es el conjunto de los “llamados” por Cristo para seguirle y ser sal y luz en medio del mundo, están pero no se notan. Las parroquias, nuestras comunidades, están llamadas a ser alternativa en medio de este mundo, ofrecer otro estilo de vida, otra forma de vida más plena, más feliz. Y esto siempre desde el Evangelio de Jesús.

ORAR DESDE EL EVANGELIO

Te acercas Señor al mar de mi vida,
a la orilla de mis existencia,
y después de experimentar mi fracaso,
me invitas de nuevo:
Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca
Pero Señor ¿Cómo eres tan atrevido?
me esfuerzo todo lo que puedo,
trato de conseguir el éxito,
hago lo posible para anunciar tu Evangelio,
vivir a tu estilo,
proponer tu Buena nueva…

…pero, por tu palabra, echaré las redes.
A pesar de mis fracasos y mis dudas,
por tu Palabra, echaré las redes,
seguiré apostando por que las cosas pueden ser de otra manera,
otras relaciones son posibles,
otra forma de ver la vida es posible,
otra forma de interpretar la vida es posible.
MI fundamento, tu palabra.
mI roca, tu palabra,
mi refugio, tu palabra,
mi esperanza, tu palabra.

Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador
Señor, no te apartes,
precisamente porque soy un pecador. 
No me abandones, porque soy un pecador.
no me dejes solo, porque soy un pecador,
no te alejes de mí, porque soy un pecador,
no me juzgues, porque soy un pecador.
no me culpes, porque soy un pecador.

No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Gracias por invitarme a vivir sin miedo,
es lo que más temo: el miedo,
el miedo a tener miedo.
Gracias por invitarme seguirte,
a ser pescador de hombres,
a ayudar a la gente a salir de las redes
aue lo envuelven en el miedo,
en la desesperanza, en la soledad, en el abandono, en la mentira,
y proponerles que existe un mundo nuevo,
Reino de Dios, lo llamas tu,
donde es posible la verdad, la humildad,
la dignidad, el valor de ser persona. 

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