domingo, 19 de mayo de 2019

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TIEMPO DE PASCUA. SEMANA VI

DOMINGO



Juan 14,23-29
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
23 El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. 24El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
25Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, 26pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

27La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28Me habéis oído decir: Me voy y vuelvo a vuestro lado. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. 29Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.

CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO
Como en el evangelio del domingo anterior, seguimos en el mismo contexto de la Última Cena. Son momentos para decir las cosas importantes. Jesús no se “anda por las ramas”. Quiere decirles lo más esencial e importante para vivir como discípulos suyos.  
Jesús insiste ahora en tres aspectos:
-          Primero: guardar sus palabras. Es decir, acoger su palabra, su evangelio. Jesús se está despidiendo y encarga a sus discípulos que hagan memoria de su apalabra, pues a través de su palabra Él estará con ellos.

-          Segundo: no están solos, nunca lo estarán. Jesús se va. Lo van a matar. Pero va a Resucitar y siempre va estar con aquellos discípulos asustados y llenos de miedo y con todos aquellos que crean en sus palabras, en su evangelio. Para eso van a recibir una Fuerza y una Presencia especial: el Paráclito. Se refiere al Espíritu Santo. “Paráclito” es una palabra griega que significa “el defensor, el que acompaña, el que ilumina, el que alumbra en las tinieblas, en la oscuridad” de la vida.El Espíritu Santo (que vosotros habéis recibido tan solo hace una semana) hace posible que la persona recuerde, comprenda, penetre y sea testigo vivo del Evangelio. El Espíritu Santo hace posible que los cristianos nos reunamos en comunidad para compartir  nuestra fe y el seguimiento de Jesús. No estamos solos. Formamos parte de una comunidad, que llamamos Iglesia y cuyo guía y fundamento es el Espíritu de Jesús. 

-          Tercero: Jesús les deja su paz. La paz de Jesús es el fruto del que se deja habitar por el Espíritu Santo (Es la paz que nos deseamos y nos “damos” en cada Eucaristía). Es la paz de quien vive en la certeza de que amar al Padre, seguir a Cristo y dejarse transformar por el Espíritu es la mejor manera de vivir al estilo del Evangelio.
Esta paz no es para nosotros solos. Es una paz que se comunica a los demás.  Una paz que hace posible que el mundo, la sociedad, nuestra familia, nuestros trabajos, nuestras relaciones sean más humanas, pues estamos en la paz de Jesús.  Ya no necesitamos imponernos a los demás, abusar de ellos, actuar injustamente…

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