DOMINGO
Juan
14,23-29
En
aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
23
El que me ama
guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en
él. 24El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que
estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
25Os he hablado de esto ahora que
estoy a vuestro lado, 26pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que
enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya
recordando todo lo que os he dicho.
27La paz os dejo, mi paz os doy; no
os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se
acobarde. 28Me habéis oído decir: Me voy y vuelvo a vuestro lado. Si
me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que
yo. 29Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando
suceda creáis.
CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO
Como en el evangelio del domingo
anterior, seguimos en el mismo contexto de la Última Cena. Son momentos para
decir las cosas importantes. Jesús no se “anda por las ramas”. Quiere decirles
lo más esencial e importante para vivir como discípulos suyos.
Jesús insiste ahora en tres
aspectos:
-
Primero: guardar sus
palabras. Es decir, acoger su palabra, su evangelio. Jesús se está
despidiendo y encarga a sus discípulos que hagan memoria de su apalabra, pues a
través de su palabra Él estará con ellos.
-
Segundo: no están solos, nunca lo estarán. Jesús se va. Lo van a matar. Pero va a Resucitar y siempre va estar con aquellos discípulos
asustados y llenos de miedo y con todos aquellos que crean en sus palabras, en
su evangelio. Para eso van a recibir una Fuerza y una Presencia especial: el Paráclito. Se refiere al Espíritu
Santo. “Paráclito” es una palabra griega que significa “el defensor, el que
acompaña, el que ilumina, el que alumbra en las tinieblas, en la oscuridad” de
la vida.El
Espíritu Santo (que vosotros habéis recibido tan solo hace una semana) hace
posible que la persona recuerde, comprenda, penetre y sea testigo vivo del
Evangelio. El Espíritu Santo hace posible que los cristianos nos reunamos en
comunidad para compartir nuestra fe y el
seguimiento de Jesús. No estamos solos. Formamos parte de una comunidad, que
llamamos Iglesia y cuyo guía y fundamento es el Espíritu de Jesús.
-
Tercero: Jesús les deja su
paz. La paz de Jesús es el fruto del que se deja habitar por el Espíritu
Santo (Es la paz que nos deseamos y nos “damos” en cada Eucaristía). Es la paz
de quien vive en la certeza de que amar al Padre, seguir a Cristo y dejarse
transformar por el Espíritu es la mejor manera de vivir al estilo del
Evangelio.
Esta
paz no es para nosotros solos. Es una paz que se comunica a los demás. Una paz que hace posible que el mundo, la
sociedad, nuestra familia, nuestros trabajos, nuestras relaciones sean más
humanas, pues estamos en la paz de Jesús. Ya no necesitamos imponernos a los demás,
abusar de ellos, actuar injustamente…
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