MIÉRCOLES 15 DE MAYO
Juan
12,44-50
44Jesús gritó diciendo: El que cree en mí, no cree en mí,
sino en el que me ha enviado. 45Y el que me ve a mí, ve al que me ha
enviado. 46Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí
no quedará en tinieblas. 47Al que oiga mis palabras y no las cumpla,
yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al
mundo. 48El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo
juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. 49Porque
yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado
lo que he de decir y cómo he de hablar. 50Y sé que su mandato es
vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el
Padre.
COMENTARIO
Es la última vez que Jesús habla en público. A
partir de ahora, hablará solamente con sus discípulos o con los que lo
interrogan. Jesús habla de lo que significa seguirle, creer
en él, y las consecuencias de su actividad.
En cada frase hace referencia a textos anteriores del evangelio.
La idea central es el origen divino de su mensaje. La persona tiene que elegir. Jesús propone creer en él, para
que la vida no se convierta en un fracaso.
No se nos dice ni cuándo ni a quien están
dirigidas. No hay tiempo ni lugar. Luego es para todos los hombres y mujeres de
todas las épocas.
Después de su rechazo por parte de Israel como
pueblo, Jesús deja abierta su invitación
a la persona.
Es la tercera y última vez que Jesús hace una
declaración gritando (Jn 7,28.37).
Creer en él es creer al Padre, porque significa
reconocer en Jesús al Hijo de Dios, el proyecto creador realizado, del que se nos
hablaba en el Prólogo de este Evangelio (Jn 1,14). En esa confianza, la persona
reconoce el amor del Padre a la humanidad y expresa su agradecimiento por ese amor.
Estar con Jesús es estar con el hombre y con Dios; no estar con Jesús es oponerse al
hombre y a Dios.
No existe diferencia entre
Jesús y el Padre, pues la persona y actividad de Jesús explican lo que
es Dios (1,18). No se conoce a Dios si no se acepta a Jesús; no hay más Dios que el que
se ve en Jesús: el Padre que está en favor del hombre. Hay que
renunciar a toda idea preconcebida de Dios. Este se ha manifestado plenamente sólo en Jesús, a quien ha comunicado la plenitud de su gloria-amor.
Jesús es la luz de la vida y saca de las tinieblas de la muerte, es decir, del ámbito dominado por los enemigos del hombre. La adhesión a Jesús es la
alternativa a la opresión, cuyo instrumento es la ideología, tiniebla, que apaga en el ser humano la
aspiración a la plenitud.
Las palabras de Jesús son vida. Son las verdaderas
exigencias de Dios; la prueba es que comunican el Espíritu. Jesús las ha
propuesto, pero respeta la libertad del hombre; la respuesta al amor ha de ser
libre. No juzga porque su
misión es salvar comunicando vida. El amor que engendra vida vivifica se
convierte en norma de conducta
para el hombre que lo experimenta: ésa es la
exigencia de Jesús.
Quien no hace suya esas palabras, quien le rechaza y no acepta sus palabras, es decir, quien no se compromete
a amar, a ser solidario con los demás, él mismo
fracasa, porque no se realizará nunca como persona; frustra en sí el proyecto
de Dios.
Subraya Jesús la libertad del hombre: Dios no se
impone; el ser humano es responsable de su destino. Quien rechaza a Jesús
renuncia a la plenitud de vida. El mismo ofrecimiento gratuito que hace Jesús
será testigo en contra del que no lo acepte.
Este juicio se verificará el último día, el de la muerte de
Jesús, cuando él dará la prueba definitiva de su amor al hombre. Ese día, el
mensaje propuesto por Jesús juzgará a los hombres; es decir, una vez dada la
prueba del amor supremo, no habrá excusa válida para rechazarlo.
La suerte del hombre depende, por tanto, de su
actitud ante Jesús. Esto se debe a que el mensaje que Jesús transmite no es
invención humana, sino que es mensaje de Dios, que es vida y amor. Hay una
alusión al libro del Deuteronomio (18,18), donde se hablaba de un profeta
sucesor de Moisés, en cuya boca pondría Dios su palabra o mandamiento; Jesús se
presenta como el que ha recibido un mandamiento de Dios, que sustituye a los
antiguos. Los mandamientos o palabras del Padre a Jesús son un modo de expresar la misión del Mesías.
·
En 10,17s exponía Jesús el primero de esas palabras, referente a su persona:
Yo entrego mi vida y así la recobro... Este es el mandamiento que
recibí de mi Padre.
·
El segundo mandamiento o encargo, mencionado ahora,
se refiere a la actividad de Jesús con los hombres, al mensaje que no es suyo, sino del Padre. No es independiente del primero,
pues contiene la invitación a entregarse como él se ha entregado. Propone la
vida definitiva. Jesús vuelve a subrayar
su fidelidad al Padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario