martes, 14 de enero de 2014

LA CULPA Y EL PERDÓN (IV)
Pozo en el cual, según la tradición,
pasó Cristo la noche en casa de Caifás
DESDE LA FE (Para leer despacio, desde la vida)
Respondemos a San Anselmo, esto no quita que fuera muy santo, con algunas propuestas que a lo largo de la historia, especialmente de la profundización en el Nuevo Testamento, se han dado.

Tres preguntas:
  1.    ¿El hombre puede ofender infinitamente, a eso sí llega su capacidad, pero no puede reparar infinitamente? Lo que él hace, por ser un ser finito, siempre será finito. ¿La capacidad de perturbación es mayor que la capacidad de reparación? Luego, entre la reparación del hombre y la magnitud de su culpa siempre existe un abismo infinito e insuperable, y todos y cada uno de sus gestos de reconciliación sólo pueden evidenciar su impotencia para superar el abismo infinito que él mismo ha creado.
  2.     La relación entre Dios y el hombre, ¿quedará quebrada para siempre? ¿Quedará el hombre sumido para siempre en el abismo de su culpa y pecado? Anselmo dirá que no: Dios mismo repara la culpa, pero no mediante una simple amnistía, sino mediante la encarnación del infinito que, como hombre, pertenece al género humano; pero al mismo tiempo tiene la capacidad de llevar a cabo la reparación, cosa que no le está permitida al hombre. La redención es, pues, gratis, pero a la vez es la reparación del derecho violado. Luego, esta es la conclusión de San Anselmo: Cristo tuvo que morir en la cruz para reparar la ofensa infinita y para restablecer así el orden perturbado. Y esto lo seguimos pensando así. Estimado lector, detente un momento en esta afirmación que acabas de leer. Vuelve a leer este párrafo. Una vez y otra. Hasta que sientas, un poco de culpa…
  3.      Luego, ¿la cruz de Jesús es el acto expiatorio, es un sacrificio al Padre? ¿La cruz es el sacrificio que Cristo sumisamente ofrece al Padre? Sería el modo como la justicia de Dios, infinitamente ofendida, quedaría restablecida con una expiación infinita.


Unas respuestas:
(En cursiva pongo citas textuales de un autor de nuestros días. Permitidme que de momento no diga el nombre).
1.      “Esta concepción se ha difundido tanto cuanto falsa esLa Biblia no nos presenta la cruz como pieza del mecanismo del derecho violado.

2.      La cruz, en la Biblia, es expresión del amor radical que se da plenamente. Es expresión de una vida que es ser para los demás.

3.      Quien  observe atentamente, verá cómo la teología bíblica de la  cruz supone una evolución en contra de las concepciones de  expiación y redención de la historia de las religiones no cristianas (¡cuidado! pues tal vez nuestra fe y nuestra vida no son precisamente muy cristianas!).  En las religiones del mundo, expiación significa el restablecimiento de la relación perturbada con Dios mediante las actitudes expiatorias de los hombres… nacen de la conciencia del hombre de su propia culpa y suponen el intento de borrar el sentimiento de culpa, de superar la culpa mediante acciones expiatorias ofrecidas a la divinidad. Esto ocupa el centro de la historia de las religiones.

4.      El nuevo testamento nos ofrece una visión completamente distinta. No es el hombre quien se acerca a Dios y le ofrece un don que restablezca el equilibrio; es Dios quien se acerca a los hombres para dispensarles un don. El derecho violado se restablece por la iniciativa del amor que por su misericordia creadora justifica al impío y vivifica los muertos. Su justicia es gracia; es justicia activa que juzga, es decir, que hace justos a los pecadores, que justifica. Nos encontramos ante el cambio que el cristianismo supuso frente a la historia de las religiones.

5.      El nuevo testamento no dice que los hombres expían a  Dios, como habría que esperar, ya que ellos han pecado, no Dios. En Cristo Dios reconcilia el mundo consigo mismo (2 Cor 5, 19). Cosa inaudita, completamente nueva, punto de partida de la existencia cristiana y médula de la fe. Dios no espera a que los pecadores vengan a él y expíen. Él sale a su encuentro y los reconcilia. He ahí la verdadera dirección de la encarnación, de la cruz.


6.      Según el Nuevo Testamento, la cruz es primariamente un movimiento de arriba abajo. No es la obra de reconciliación que la humanidad ofrece al Dios airado, sino la expresión del amor de Dios que se abaja (se humilla) para salvar al hombre. Es su acercamiento a nosotros, no al revés. Con este cambio de la idea de expiación, médula de lo religioso, el culto cristiano y toda la existencia toma una nueva dirección. 

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