MARTES
Juan 14,27,31
27La
paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se
turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28Me habéis oído decir: Me voy
y vuelvo a vuestro lado. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre,
porque el Padre es mayor que yo. 29Os lo he dicho ahora, antes de
que suceda, para que cuando suceda creáis. 30Ya no hablaré mucho con
vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es que él tenga poder
sobre mí, 31pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al
Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo. Levantaos, vámonos de
aquí.
COMENTARIO
27La
paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se
turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28Me habéis oído decir: Me voy
y vuelvo a vuestro lado. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre,
porque el Padre es mayor que yo.
Desear la
paz era el saludo ordinario al llegar y al despedirse. La despedida y el
saludo de Jesús no son, como los ordinarios, triviales. Tampoco se despide como
todos, pues, aunque se va, no va a estar ausente. Ir al Padre, aunque sea a través de la muerte, no es una tragedia,
puesto que su muerte va a ser la manifestación suprema del amor del Padre.
El Padre es más
que Jesús:
·
En él Jesús tiene su origen.
·
El Padre lo ha consagrado y enviado.
·
Todo lo que tiene procede del Padre.
30Ya
no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este mundo; no es
que él tenga poder sobre mí, 31pero es necesario que el mundo
comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo.
Levantaos, vámonos de aquí.
Jesús había
predicho la traición que lo llevaría a la muerte (13,19); ahora predice los
efectos de ésta: el triunfo de la vida. La marcha es inminente.
El príncipe
de este mundo es la encarnación del poder opresor. Jesús no
está en absoluto sometido a ese poder, ni este puede pretender autoridad sobre
él ni tiene derecho a detenerlo y condenarlo. Pero va a aceptar el
enfrentamiento para mostrar a la humanidad su amor al Padre llevando a cabo su
obra a costa de su propia vida.
La muerte de
Jesús puede ser ocasión para mostrar a todos de la autenticidad de su mensaje y
de su fidelidad al que lo envió.
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