MIÉRCOLES
15 DE FEBRERO
Marcos 8,22-26
22Llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego
pidiéndole que lo tocase. 23Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la
mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo?
24Levantando los ojos dijo: Veo hombres, me parecen árboles, pero
andan. 25Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró:
estaba curado y veía todo con claridad. 26Jesús lo mandó a casa
diciéndole que no entrase en la aldea.
COMENTARIO
22Llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego
pidiéndole que lo tocase.
Como en el relato
precedente, unos individuos o colaboradores de Jesús le llevan a un hombre ciego, pidiéndole que le tocase, como en el caso del sordo. El ciego, al
igual que el sordo, no toma la iniciativa, le
traen. Tampoco es Jesús el que se dirige a él, se lo presentan. El ciego es
impotente por sí mismo para recobrar la vista. Los que le llevan, piden a Jesús
que le toque, que le transmita su
fuerza vital.
23Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó
saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo?
Jesús coge de la mano al ciego y lo saca de la aldea”. Es una expresión
que recuerda lo que hizo Dios con su pueblo en la esclavitud de Egipto: lo
cogió de la mano y lo sacó de la esclavitud, para conducirlo a la libertad (Jer
38,32). Ahora, Jesús coge al ciego, al oprimido por la mentalidad de la aldea,
y lo saca afuera. Es Jesús quien libera de la opresión, de la esclavitud que la
aldea causa en los que piensan con la
mentalidad de los discípulos.
De nuevo, Jesús aplica la saliva, signo de su Espíritu, en los
ojos del ciego para hacer posible la visión. También Jesús le toca con sus manos como signo que sus acciones
estén de acuerdo con su mentalidad nueva. Jesús le pregunta: ¿Ves algo? Tiene dudas sobre su visión.
Se trata de un proceso.
24Levantando los ojos dijo: Veo hombres, me parecen
árboles, pero andan.
El ciego responde que ve los hombres, no con una visión física,
sino interna. No solo ve los hombres sino que los percibe como árboles. Del contexto se deduce que, lo que está percibiendo
este hombre ciego es que existen hombres que no oyen ni ven, son como árboles, viven anclados en su
tradición, son insensibles al sufrimiento humano, siguen en su mentalidad
oficial, como los fariseos y los discípulos. Lo único que les distingue de los
árboles es que los hombres andan.
Los discípulos no se dan
cuenta, no comprenden. Será oportuno, entonces, salir de la aldea, para curar la ceguera que esclaviza, y tomar
distancia, reconocer en Jesús al Mesías de Dios. No al que esperaba el pueblo
dirigido por los ciegos fariseos.
Por la intervención de
Jesús pueden descubrir su error, su ceguera, y empezar a comprender la novedad
de Jesús y su mensaje. Puede ser el comienzo de su liberación.
25Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre
miró: estaba curado y veía todo con claridad. 26Jesús lo mandó a
casa diciéndole que no entrase en la aldea.
La segunda aplicación de
las manos al ciego, le conduce a una visión con
claridad, nítida. Ahora, puede darse cuenta de la realidad. Aplicado a la
ceguera de los discípulos, los discípulos pueden ver, percibir el proyecto
salvador de Dios y reconocer en Jesús al Mesías.
La despedida de Jesús muestra que sigue con sus dudas
respecto a la liberación de la ceguera. Le ordena de manera enérgica que no
vuelva a entrar en la aldea. Jesús
teme que, en cuanto vuelva a respirar el aire de la aldea, vuelva a la
mentalidad de la que ha sido liberado. Es decir, Jesús teme por sus discípulos,
en cuanto se descuiden volverán a la concepción del mesías todopoderoso,
triunfalista y nacionalista.
El proceso continúa: el
ciego/discípulos ha descubierto que las tradiciones son cosa de hombres, que
son como los árboles, no ven ni oyen; el ciego/discípulos ha comenzado a ver
con claridad, a percibir, a intuir el proyecto de Dios, y a Jesús, su Mesías,
no al estilo popular, sino al estilo de Dios.
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