domingo, 21 de enero de 2018

SEMANA III

SÁBADO

27 DE ENERO

Marcos 4,35-40
35Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: Vamos a la otra orilla.
36Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. 37Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. 38Él estaba en popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
39Él se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio, enmudece! El viento cesó y vino una gran calma. 40Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? 41Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: ¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!
5,  1Y llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.


COMENTARIO
Una vez que Jesús ha roto definitivamente con la doctrina oficial judía, comienza su anuncio universal a los paganos. Hay que ir fuera del territorio de Israel, salir y dirigirse a la zona de los paganos, de los gentiles. Esto supone embarcarse y cruzar al otro lado del lago de Galilea, a la región conocida como Decápolis (el capítulo siguiente se sitúa enteramente en esta región, en Gerasa).
En la travesía de una orilla a otra, se producen resistencias por parte de los discípulos, hay obstáculos. Todo esto está simbolizado en una tempestad que pretende impedirles llegar. Al final se realiza la travesía, solo desembarca Jesús, no los Doce.
Estamos ante un texto catequético y teológico con el que Marcos pretende transmitir el mensaje universal de Jesús.

35Aquel día, al atardecer, les dice Jesús: Vamos a la otra orilla.
Una vez que Jesús ha acabado la enseñanza en parábolas (Mc 4, 135), ordena a sus discípulos pasar al otro lado, a la otra orilla del lago, para anunciar la Buena Nueva, a seguir derribando muros que oprimen al ser humano. En los dos lados, en ambas orillas del lago, hay gente a la que liberar de la marginación y opresión.
Comienza el relato con una indicación temporal al atardecer, es decir, hay ausencia de luz, es la hora de las tinieblas. Simbólicamente es el momento de la incomprensión de los discípulos. El evangelista nos introduce, nos avisa de algo que va a suceder. 
La invitación de Jesús, vamos a la otra orilla, es una indicación de pasar del desierto a la tierra prometida. Cruzar el lago/el mar está situado en un contexto de Éxodo. Israel/la tierra prometida se ha convertido en tierra de opresión.

36Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.
Jesús sigue en la barca en la que ha estado enseñando (4,1). Hay, además, otras barcas que lo acompañaban, es decir, hay otros que se identifican con Él, que acogen su enseñanza. Hay dos grupos: los que están con Jesús en la barca son los discípulos que se encargan de dejar a la gente, y se llevan a Jesús dirigiendo la barca según sus ideas. Van a intentar llevar al otro lado, siguiendo el mandato de Jesús. Y los de las otras barcas.
Todo este movimiento y actividad expresa la apropiación de los discípulos hacia Jesús. No dejan que la multitud le siga, los dejan en la tierra de sus ideas, que no hagan Éxodo.

37Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. 38Él estaba en popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
En el momento que los discípulos actúan de manera exclusivista con Jesús, se levanta una fuerte tempestad. Es la actitud de los discípulos lo que causa el fuerte viento. Cuando Jesús estaba en la barca enseñando, el mar estaba en calma. Pero apenas toman las riendas de la barca los discípulos, se desata un fuerte viento que hace zozobrar la barca. Su mentalidad de pensar que Israel es superior, que todos han de someterse a Israel para obtener la salvación de Dios, está representada en las olas contra la barca.
Frente al fuerte viento y oleaje, contrasta Jesús: dormido sobre un cabezal. No es Jesús el que guía la barca/la comunidad. El llamado cabezal es lo que se ponía bajo la cabeza de un difunto. Es como si Jesús estuviera muerto, no sirve para nada. Cuando la barca/comunidad desconecta de Jesús va a la deriva, sin rumbo, como la vida misma. Solo cuando los discípulos descubren que actuar sin Jesús o contra Él les lleva al naufragio de sus vidas, solo entonces lo despiertan y dicen Maestro ¿no te importa que perezcamos? No le llaman Jesús, sino Maestro, ellos son sus discípulos, de alguna manera le pertenecen, y Él no les hace caso. ¿No te importa? Es igual a ¿no te importamos?

39Él se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio, enmudece! El viento cesó y vino una gran calma.
Una vez despierto Jesús responde inmediatamente liberándoles del peligro y del miedo. Jesús trata al viento y al mar como si fueran seres personales, lo que indica que son símbolos y figuras que representan a personas. El viento, que mueve el mar y provoca la tempestad, representa la mentalidad de los espíritus inmundos (cfr. 3.1), figura de la mentalidad exclusivista. El mar, movido por el viento, representa a la humanidad removida por esa mentalidad “inmunda”, contraria a la entrega. Los efectos de la orden de Jesús son inmediatos, cesó el viento y sobreviene la calma, mostrando la condición divina de Jesús. En el Antiguo Testamento es Dios quien domina el mar y el viento. 

40Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe? 41Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: ¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!
5,  1Y llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos
Después de actuar, Jesús les hace dos preguntas.
  • Primera, ¿por qué tenéis miedo? No se refiere al miedo que han pasado en la tempestad sino al miedo que tienen de abandonar sus ideales y mentalidad. Tienen miedo a presentarse a los paganos como iguales. Si tienen miedo es que hay poca confianza, poca fe.

  • Segunda, ¿Aún no tenéis fe? Es decir, ¿aún no confiáis en mí? Como no han asumido la misión universal de Jesús ni se han identificado con Él siguen desorientados e inseguros.
A pesar de que han visto a Jesús calmando la tempestad, el viento y el oleaje se llenaron de miedo. ¿Por qué? Jesús ha mandado callar la agresividad del viento y del mar. Jesús les ha mandado callar, pero no han salido de ellos. Están en proceso. Siguen sin asumir la novedad de Jesús. La pregunta que se hacen corresponde a personas que se encuentran en la mentalidad de la Antigua Alianza ¿quién es este…? Siguen en los principios de vivir la fe en un Dios violento, de dominio, de hostilidad. 

 De todas maneras, a pesar de los miedos, vientos y tempestades, logran llegar a la otra orilla, al llamado país de los gerasenos (nombre que deriva de la ciudad que allí existía llamada Gerasa). Como se verá en el capítulo siguiente solo desembarca Jesús. Los discípulos desaparecen del relato. 

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