lunes, 29 de enero de 2018

SEMANA IV

JUEVES

1 DE FEBRERO

Marcos 6,7-13
7Llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. 8Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; 9que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 10Y decía: Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. 11Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos. 12Ellos salieron a predicar la conversión, 13echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

COMENTARIO
Jesús convoca a los Doce como había hecho antes con los que iban a constituir el grupo (3,13), pero no les encarga anunciar lo que todavía no han experimentado.
-          Los envía de dos en dos, como los había llamado al principio (1,16-21). Ir de dos en dos implica la afirmación de la igualdad y excluye la subordinación de uno a otro; es testimonio de ayuda y solidaridad mutuas.
-          Les da autoridad sobre los espíritus inmundos, para dominarlos. Es sobre ellos mismos, son ellos los que tienen que tener a raya su fanatismo. Jesús les hace posible acercarse a todo hombre sin pre­tensiones de superioridad.

Jesús les da instrucciones muy concretas sobre el modo como deben comportarse:
-          no deben llevar provisiones (pan);
-          tampoco una alforja, propia de los mendigos, para guardar lo que pudieran recibir por el camino;
-          ni dinero, que les daría la seguridad de no quedarse desprovistos en caso de no recibir nada. El despego del dinero permite la libertad.
-          El bastón y las sandalias eran imprescindibles para los viajes largos; eso sí deben llevarlo. Por el contrario, llevar puestas dos túnicas era señal de riqueza, por eso no deben hacerlo. El vestido refleja la clase social a la que se pertenece; ellos deben estar al nivel de la gente modesta o pobre.
Jesús quiere poner a los doce en contac­to con hombres de otros pueblos. Que sea la experiencia lo que les haga cambiar de mentalidad. Es una especie de terapia de choque. No los envía a predicar, sino a aprender por el contacto humano.

Añade después Jesús otras instrucciones sobre el contacto con la gente que van a encontrar y cuál ha de ser su reacción según la acogida que reciban. Menciona solamente el lugar y la casa/ familia, que pueden encontrarse en cualquier país. Han de aceptar la hospitalidad que se les ofrece, sin cambiar de casa, para no desairar la buena voluntad de la gente ni afrentar la hospitalidad ofreci­da. No tienen que informarse sobre quién los acoge; deben aceptar lo que les ofrecen sin mostrarse reacios a los usos del lugar.

Puede darse el caso de que un grupo humano, un lugar, se niegue a aceptar la presencia de los enviados. El rechazo delata la postura: lo que viene de fuera no tiene nada que aportarnos. Se expresa de dos maneras:
-          la falta de solidaridad, no os acoge,
-          y la cerrazón completa al diálogo o a la comunicación humana, ni os escuchan.
Si eso sucede, deben abandonar el lugar, pero, al marcharse, tienen que hacer un gesto de acusación, el que hacían los judíos al salir de tierra pagana, sacudíos el polvo de las suelas; ahora significa que los verdaderos paganos, los que no conocen al verdadero Dios, son los que se oponen a la igualdad y solidaridad humanas: ser pagano no se define por las creencias, sino por el modo de actuar; lo es quien no refleja en su conducta el amor universal de Dios.

Recibidas las instrucciones, los Doce se ponen en marcha. No se pre­cisa adónde van ni cuánto dura el viaje. Pero la actividad que desarro­llan ¡no coincide en absoluto con la encargada por Jesús!
-          En primer lugar, se dedican a predicar, exhortando a la enmienda. Es decir, hacen suyo el mensaje del Bautista al pueblo judío.
-          Los Doce, por una parte, liberan de la adhesión fanática al sistema judío, expulsión de demonios; por otra, suscitan en el pueblo abatido la esperanza de un mesías davídico restaurador de la gloria de la nación: el ungir con aceite recuerda la unción de los reyes de Israel. Así remedian momentánea­mente, curaban el estado de postración de muchos. Todo indica que se dirigen solamente a judíos y que siguen en su mentalidad nacionalista. No proponen la alternativa de Jesús, sino la renovación de Israel.
Tienen gran éxito: con esta propuesta no experimentan rechazo alguno.

Hablando de nueva evangelización… ¿En qué puede consistir? ¿Dónde puede estar su novedad? ¿Qué hemos de cambiar? ¿Cuál fue realmente la intención de Jesús al enviar a sus discípulos a prolongar su tarea evangelizadora? El relato de Marcos deja claro que solo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. Estos actuarán con su autoridad. No harán nada en nombre propio. Son "enviados" de Jesús. No se predicarán a sí mismos: solo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: solo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

La única manera de impulsar una "nueva evangelización" es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización sino hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores sino hay un contacto más vivo, lúcido y apasionado con Jesús. Sin él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

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