VIERNES, 13 DE ABRIL
Juan
6,1-15
6 1Después
de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades). 2Lo
seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. 3Subió
Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
4Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Jesús
entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: ¿Con
qué compraremos panes para que coman estos? 6 Lo decía para
probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. 7Felipe le
contestó: Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un
pedazo. 8Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro,
le dice: 9Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
peces; pero ¿qué es eso para tantos? 10Jesús dijo: Decid a la gente
que se siente en el suelo.
Había mucha hierba en
aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. 11Jesús
tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban
sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. 12Cuando se
saciaron, dice a sus discípulos: Recoged los pedazos que han sobrado; que nada
se pierda. 13Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos
de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14La
gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: Este es verdaderamente
el Profeta que va a venir al mundo.
15Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo
rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
INTRODUCCIÓN GENERAL
AL CAPÍTULO 6 DE SAN JUAN
El paso del capítulo 5 al 6 es brusco desde el
punto de vista topográfico. Jesús, que estaba en Jerusalén, va a actuar ahora
en la orilla oriental del lago de Galilea. La relación entre los dos capítulos
es temática. Al final del episodio anterior afirmaba Jesús que de él había escrito Moisés (5,46), refiriéndose al relato de la liberación efectuada sacando al pueblo
de la esclavitud de Egipto; Jesús toma aquel éxodo como tipo y anuncio de su
propia obra liberadora.
Por eso, dejando
el territorio judío, tierra de opresión, Jesús se va más allá del mar y sube al monte.
Anuncia así su plan: abrir camino para el nuevo éxodo, su pascua, que lleve al
pueblo a una nueva tierra prometida.
Acude una
multitud de gente, que en su actuación ha encontrado una esperanza.
Poniéndose al servicio de los hombres, Jesús, con su amor manifestado en el
compartir, produce la abundancia. La reacción no es la que Jesús espera
(6,1-21).
La multitud
no comprende, ve sólo el aspecto material del reparto de pan y pescado. El
discurso del pan de vida explica la señal de los panes. El nuevo maná, el pan
de Dios que da vida al hombre, es Jesús mismo en cuanto dador del Espíritu
(6,22-40). Bajo la metáfora de comer su
carne y beber su sangre propone Jesús la asimilación
a su vida y a su entrega (6,41-59), lo que provoca una crisis entre los
discípulos, de los cuales muchos lo abandonan (6,60-71).
El trasfondo simbólico lo constituye la narración
del Éxodo, cuyos momentos más prominentes recuerda el evangelista de forma
sumaria:
·
salida y paso del mar (v.1);
·
el monte (v.3);
·
dificultad de la subsistencia en tales condiciones
(v.5);
·
tentación (v.6);
·
solución inesperada: el pan/maná) (vv. 9.11.13);
·
crisis entre el líder y su comunidad (vv.14-15);
·
llegada a la tierra (v.21).
COMENTARIO
En Jn 5 Jesús estaba en Jerusalén, ahora está de
vuelta en Galilea. Si antes ha dado la fuerza y libertad para levantarse,
ponerse en pie y caminar, ahora, ya hay gente que puede caminar, condición
indispensable para poder realizar la travesía del éxodo.
Jesús pasa al otro lado del lago de Galilea. Lago o
mar, es símbolo del paso del mar Rojo. No se nos dice cómo ha hecho la travesía
Jesús ni tampoco como lo ha hecho la gente. Juan nombra este lago/mar con dos
nombres dando a entender la procedencia de la gente que sigue a Jesús:
·
Galilea, con este nombre se refiere al pueblo pobre,
lejano, despreciado por Jerusalén (cap.5). De los que siguen a Jesús hay judíos
descontentos con la situación de injusticia a la que se ven abocados a vivir.
·
Tiberíades, capital de Galilea, ciudad donde vivía el rey
Herodes Antipas, había sido fundada por él en honor del emperador Tiberio, de
ahí que se llame Tiberi-ades. En los que siguen a Jesús, también hay paganos.
El éxodo al que invita Jesús está abierto a todos. Los que le siguen son gente
débil, oprimida, excluida, necesitada de liberación, buscan una salida a su
miseria.
Jesús ve que se acerca mucha gente, sin duda, en
busca de solución o respuesta a la situación de injusticia que está viviendo.
La gente le busca, quieren acercarse a él, se sienten atraídos por él.
Representan a la gente, de todos los tiempos y lugares, que busca a Jesús, que
quiere acercarse a él.
Jesús se dirige a Felipe, pero ¿por qué a Felipe? En Jn 1, 45 aparece este discípulo
como invitado por Jesús a seguirle, a su vez Felipe llama a Natanael para que
también siga a Jesús. La concepción de Felipe acerca de Jesús, el Mesías,
pertenece a la concepción tradicional que esperaba un mesías espectacular,
poderoso, era alguien en perfecta continuación con Moisés. Felipe no ha
descubierto novedad alguna en Jesús. ¿Se mantiene en la mentalidad judía y
tradicional que todo se pude comprar o hay alguna alternativa al sistema del dinero
basado en el compartir, en la liberación gratuita y poder romper con el sistema
económico que produce tales injusticias?
Jesús se dirige a Felipe con una pregunta que manifiesta la preocupación
de Jesús por el alimento de los que están con él, por sí mismos son incapaces
de subsistir pero si sienten la necesidad de salir de la opresión.
El pan es símbolo del alimento de la vida, de lo necesario para vivir
una vida digna. Si el hombre no puede comprar pan quiere decir que su vida ha
dejado de pertenecerle, es de los que tienen el control del sistema económico,
de los que tienen el dinero. Jesús no puede aceptar tal estructura.
La respuesta de Felipe da de lleno en la mentalidad
opuesta al proyecto de Dios manifestado en Jesucristo, en la economía del
dinero no del compartir. Doscientos denarios era el jornal de medio año, un
denario al día de jornal, ni siquiera con el dinero les llegaría para darles un
poco.
Interviene ahora Andrés, otro de los discípulos que son mencionados al
comienzo del evangelio (1, 35-51), junto con Felipe, seguidores de Juan
Bautista que ante la presencia de Jesús se convierten en sus discípulos. Andrés
está dispuesto a compartir, pero la realidad se impone: ¿qué es esto para tantos?
Destaca la presencia de un muchacho. ¿Quién es? El muchacho está en el
mismo monte que Jesús y los discípulos, en la esfera de lo divino. Andrés habla
de los panes y los peces como de algo que se puede disponer. El muchacho, pues,
es símbolo del grupo de los discípulos en cuantos servidores de la gente, de la
multitud. Surge la actitud de servicio de los discípulos, unida a la actitud
eucarística de dar gracias.
El número de panes y peces es significativo: 5 panes y 2 peces suman 7,
número que indica la totalidad, es decir, compartiendo todo lo que se tiene hay
para todos, y, como se verá, sobra; de cebada, que los panes sean de cebada
hace referencia al profeta Eliseo (2Re4, 42.44) cuando dio de comer con 20
panes de cebada a 100 personas, son los panes del profeta, del Mesías.
Jesús no hace caso del pesimismo e impotencia de
los discípulos, ordena a sus discípulos para que estos manden a la gente que se
siente. Sentarse, recostarse, comer recostado era propio de hombre libres, la
libertad es el primer efecto de las palabras y gestos de Jesús. La nueva
Pascua, en el nuevo éxodo, no se come de pie ni deprisa como en la antigua
alianza; ahora, es una Pascua de hombres pobres, no de esclavos, y no hay que
recorrer un largo camino para llegar a la nueva tierra prometida.
-
Había mucha hierba, quiere decir que había
abundante pasto para las ovejas, abundancia que representa la fecundidad que se
esperaba con la venida y presencia del Mesías. Resuena el eco del Salmo 23: El señor es mi pastor, en verdes praderas me
hace recostar…
-
Eran unos 5000 hombres, 5000 es múltiplo de 50,
de 5, son símbolos de la comunidad del Espíritu; este número hace relación a
los grupos de profetas, compuestos de 50
hombres
adultos, indicando la plenitud humana que produce el
Espíritu. Es el Espíritu, el amor de Dios que se ofrece y se recibe con el pan.
La comunidad seguidora de Jesús es una comunidad del Espíritu, por tanto,
profética, como los panes de cebada.
Lo que en el v.5 era una multitud se han
convertido, ahora, en hombres, personas, individuos, independientes y libres,
efectos de compartir y servir, de seguir a Jesús. La multitud se convierte en
comunidad.
Es Jesús el que actúa. Jesús toma los panes de la
comunidad y hace los siguientes gestos:
·
Da gracias. ¿A quién da gracias? Al Padre Dios. Dar gracias es reconocer que algo que se
posee es don del amor de Dios y alabarlo por ello. Al reconocer que el origen
de los panes y de los peces está en Dios, el alimento queda desvinculado de su
poseedor humano, para ser de todos, como la creación misma;
·
los distribuye entre todos. El signo que Jesús
realiza consiste precisamente en liberar a la creación de la acumulación y
ambición egoísta. Cuando el hombre reconoce el amor de Dios que se manifiesta
en ella, entonces, se dispone a compartir lo que tiene y manifestar su amor.
Cuando se comparte hay para todos, cuando cada uno comparte con los demás hay
para todos;
·
Les dio todo lo que quisieron. Se subraya la abundancia
que es al mismo tiempo libertad. Jesús cuando satisface la necesidad humana lo
hace plenamente.
Todos quedaron satisfechos y aún sobró. Es lo que
sucede con el compartir: hay para todos y aún sobra.
La acción de gracias de Jesús al Padre por el
alimento crea la abundancia pero no sustituye ni anula la colaboración del ser
humano. Al contrario, es imprescindible. Jesús se dirige a los discípulos para
que recojan las sobras. Nada se debe perder, hasta las sobras son principio de
otras abundancias. El compartir no tienen fin, el compartir las sobras es
fuente de satisfacción.
El evangelista termina el relato con estos
detalles: sobraron doce cestos, en alusión a Israel, a las 12 tribus (toda nación); compartiendo se
puede satisfacer el hambre de la nación entera, del mundo entero; los panes
eran de cebada, insistiendo en esta
clase de panes haciendo alusión a Eliseo, como se ha visto ya, pero insistiendo
en que lo sucedido no es sólo un signo profético sino mesiánico. Solo lo
perciben los discípulos que recogen las sobras.
La señal y signo de
Jesús consiste en liberar a la creación de la ambición egoísta que la hace
estéril para que se convierta en don de Dios. Compartir es prolongar el amor de
Dios hacia todos, multiplicando el acto creador. La señal es signo de los nuevos
tiempos, de la presencia y actuación del Espíritu en aquellos que siguen al
Mesías.
La
multitud reacciona identificando a Jesús con el profeta anunciado por Moisés en
Dt 18,15: Un profeta de los tuyos, de tus
hermanos, como yo te suscitará el Señor, tu Dios; a él le escucharéis. La
idea que la multitud se hace de Jesús pertenece al Antiguo testamento, no han
descubierto el cambio, la novedad del Mesías. En vez de aceptar a Jesús como
Mesías que se entrega, pretenden hacerlo rey, siguiendo los registros de su
mentalidad y expectativas, piensan que ha llegado el momento de la fuerza, del
poder, de la conquista.
Sin
embargo, Jesús se retira, se aleja. La multitud no ha entendido nada. Habrá que
seguir leyendo en el evangelio de Juan (6,27ss) para que Jesús comience a
explicar el episodio de los panes. Jesús vuelva al monte sólo, sin los
discípulos que no entienden y le dejan. Jesús vuelve a la esfera del Padre, del
amor fiel.
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