VIERNES, 11 DE MAYO
Juan
16,20-23
20En
verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el
mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en alegría. 21La mujer, cuando va a dar a luz, siente
tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se
acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. 22También
vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. 23Ese día no me
preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi
nombre, os lo dará.
COMENTARIO
Para describir el dolor de los discípulos y la violencia de la prueba usa Jesús los dos verbos clásicos para expresar el luto por un muerto: lloraréis y os lamentaréis. Marca así el contraste con el mundo» y, con ello, el espectáculo que se ofrece a la vista de todos: el triunfo del mundo sobre él y
los discípulos.
Como en todo este capítulo, Jesús se refiere en primer lugar a su propia muerte, pero esta será el paradigma de las pruebas que habrá de sufrir la comunidad. Inmediatamente, sin embargo, anuncia el cambio de
situación, vuestra tristeza se convertirá en alegría, gracias a su nueva presencia.
La mujer, determinada, es figura de la humanidad (Is 26,17, la embarazada es imagen del pueblo, e Is 66,8, donde es la ciudad de Sión la que da a luz a sus hijos).
En contexto de creación, tema que ha comenzado a partir del prólogo (Jn 1,1ss),la imagen evoca a Eva, la madre de los vivientes. Se alude así en este pasaje a un nuevo comienzo del género humano, al nacimiento de una nueva humanidad. esta nace como fruto de un desgarro, expresado en términos de muerte o dolor. De hecho, Jesús va a dar su vida para crear el hombre nuevo; pero también los sufrimientos de los suyos, perseguidos por el orden injusto, son dolores de parto de la humanidad nueva.
Jesús aplica el tema de la tristeza-alegría a los acontecimientos de su muerte-resurrección, ahora sentís tristeza…
Los pone así en paralelo con la imagen de la mujer que había usado antes: su muerte representa los dolores de parto;
su resurrección, el nacimiento del Hombre. La condición de Jesús resucitado no
deja, por tanto, de ser humana; es la plenitud de existencia que Dios ha
destinado al hombre. De este modo, la imagen del parto, que incluye dolor y
alegría, se sitúa en una doble perspectiva: por una parte, la de la
muerte-resurrección de Jesús; por otra, la de la tristeza-alegría de los
discípulos en el futuro, pues la persecución e incluso la muerte serán garantía
de alegría y vida.
El gozo de la comunidad estará en la presencia de
Jesús resucitado, signo de la vida invencible. Una vez que los discípulos hayan visto el triunfo de la vida sobre la
muerte, la alegría será permanente. Cuando llegue aquel día, comprenderán. Entonces, la experiencia del Espíritu responderá a
todas las preguntas.
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