VIERNES, 21 DE DICIEMBRE
Lucas 1,39-45
39 Por aquellos días María se puso en camino y
fue a toda prisa a la sierra, a un pueblo de Judá; 40entró en casa
de Zacarías y saludó a Isabel. 41Al oír Isabel el saludo de María,
la criatura dio un salto en su vientre e Isabel se llenó de Espíritu Santo. 42
Y dijo a voz en grito:
¡Bendita
tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 Y ¿quién
soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 44 Mira, en cuanto
tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45
¡Y dichosa tú por haber creído que llegará a cumplirse lo que te han dicho de
parte del Señor!
1.
COMENTARIO
El
nexo temporal que une esta nueva escena con la anterior es de los más
estrechos, uniéndolas íntimamente. María se olvida de sí misma y acude con
presteza en ayuda de su pariente, tomando el camino más breve, el que
atravesaba los montes de Samaría.
Lucas
subraya su prontitud para el servicio. El Israel fiel que vive fuera del
influjo de la capital (Nazaret de Galilea) va en ayuda del judaísmo oficial,
Isabel, que vive en Judá, nombre de la tribu en cuyo territorio estaba
Jerusalén.
Al
igual que el ángel entró en su casa y
la saludó con el saludo divino, María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aquí
habría sido más lógico dirigirle un saludo a Zacarías, el sacerdote dueño de la
casa. Sin embargo, de modo desconcertante, ignora a Zacarías y dirige su saludo
a Isabel. Zacarías queda excluido. Es sordo a la voz de Dios, desconfía del
Espíritu. María, llena de Espíritu Santo, con la vida que rebosa dentro de
ella, puede dirigir su saludo solamente a su pariente en la que palpita
igualmente la vida. De
mujer a mujer, de mujer embarazada a mujer embarazada, de la que va a ser Madre
de Dios a la que será madre del Precursor.
El saludo de María comunica el Espíritu
a Isabel y al niño. Isabel se llenó de
Espíritu Santo. Esta presencia del Espíritu se traduce en un grito poderoso
y profético. La actividad de Jesús será definida precisamente
por este niño, este personaje, Juan llamado el bautista.
María, estando llena de Espíritu Santo, transmite
vida. Su saludo es más que una expresión verbal, representa una transmisión de
energías vitales, con su saludo transmite el Espíritu a Isabel, e Isabel queda
bautizada en el Espíritu, sensible a este amor de Dios, hasta tal punto que el niño salta de gozo en su seno.
Con María, comienza la serie de las mujeres
profetisas. Estar llena de Espíritu Santo significa estar en plena sintonía con
Dios. Para que se comprenda el clamor de esta afirmación, hay que recordar lo
dicho anteriormente, que el mismo Dios que no se dirigía para nada a las
mujeres, ahora, en cambio, les comunica su misma fuerza y las mujeres
profetizan.
Isabel
habla como profetisa. Se siente pequeña e indigna ante la visita de la que lleva
en su seno al Señor del universo. Sobran las palabras y explicaciones cuando
uno ha entrado en la sintonía del Espíritu. La que lleva en su seno al que va a
ser el más grande de los nacidos de mujer declara bendita entre todas las mujeres a la que va a ser Madre del Hombre
nuevo, nacido de Dios.
La
expresión Mira concentra, como
siempre, la atención en el suceso principal. El saludo de María ha servido de
vehículo para que Isabel se llenase de Espíritu Santo y saltase de alegría el
niño que llevaba en su seno.
La
sintonía que se ha establecido entre las dos mujeres ha puesto en comunicación
al Precursor con el Mesías. La alegría del
niño, fruto del Espíritu, señala el momento en que este se ha llenado de
Espíritu Santo, como había profetizado el ángel.
A
diferencia de Zacarías, María ha creído en el mensaje del Señor y ha pasado a
encabezar la amplia lista de los que serán objeto de bienaventuranza.
Aquí se alude por primera vez a
la fe-adhesión de María al plan de Dios: porque has creído. Una
fe no exenta de dificultades y oscuridades que necesitará una buena dosis de
reflexión y maduración desde los primeros instantes de la vida de Jesús como
leemos en el Evangelio: María por su parte, conservaba el recuerdo de todo
esto, meditándolo en su interior 2,19; su padre y su madre estaban
sorprendidos por lo que se decía del niño 2,33; ellos no comprendieron
lo que les había dicho 2,50; su madre conservaba todo aquello en la
memoria 2,51.
Estos textos dan a entender que
no todo debió ser tan clarividente para María. La anunciación fue, más bien, el
resultado de la reflexión de la primitiva comunidad cristiana acerca de los
orígenes de Jesús y del papel de María. El camino de esta hasta la adhesión
plena al plan de Jesús pasa, desde los primeros años de la vida de Jesús, por
la reflexión, meditación, sorpresa e incomprensión de lo que se dice sobre el
niño o lo que este hace.
Lo que dice Isabel no es solo un elogio hacia
María, fruto de la admiración. Suena también como un reproche hacia su marido
Zacarías porque, a diferencia de María, no ha creído en la palabra del Señor y,
por esto, ha caído en desgracia. El evangelista presenta un doble contraste: María
ha creído en algo que no había sucedido jamás en la historia de Israel y se ha
fiado; Zacarías, en cambio, el sacerdote, no ha creído en algo que ya había
sucedido con frecuencia en el pasado del pueblo.
La primera bienaventuranza que encontramos en el evangelio
de Lucas va, pues, dirigida a María, bendita
la que ha creído que se cumpliría la palabra del Señor. La última
bienaventuranza que aparece en los evangelios, esta vez no en Lucas, sino en el
evangelio de Juan, a mi juicio, puede ser atribuida también a María: “bienaventurados los que creerán sin necesidad de
ver”. Yo creo que en María ambas bienaventuranzas
tienen pleno significado. “Bienaventurada la que ha creído en las palabras del
Señor, con una fe que no le ha creado la necesidad de ver”.
En el cántico de María, que vamos a ver a continuación, resuena el
clamor de los humillados y oprimidos de todos los tiempos, de los sometidos y
desheredados de la tierra, pero al mismo tiempo se hace eco del cambio profundo
que va a producirse en el seno de la sociedad opresora y arrogante. Dios ha
intervenido ya personalmente en la historia del hombre y ha apostado a favor de
los pobres.
En boca de María pone Lucas los grandes temas de la teología
liberadora que Dios ha llevado a cabo en Israel y que se propone extender a
toda la humanidad oprimida.
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