MARTES, 8 DE ENERO
Marcos 6,34-44
34Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de
ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles
muchas cosas.
35Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a
decirle: Estamos en despoblado y ya es muy tarde. 36Despídelos, que
vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer. 37El
les replicó: Dadles vosotros de comer.
Ellos le preguntaron:
¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer? 38Él
les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id a ver. Cuando lo averiguaron le dijeron:
Cinco y dos peces. 39Él les mandó que la gente se recostara sobre la
hierba verde en grupos. 40Ellos se acomodaron por grupos de cien y
de cincuenta. 41Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando
la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando
a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos
peces. 42Comieron todos y se saciaron, 43y recogieron las
sobras: doce cestos de pan y de peces. 44Los que comieron eran cinco
mil hombres.
1.
COMENTARIO
El propósito de Jesús se frustra
de nuevo por la presencia de la multitud que lo espera: no podrá instruir en
particular a sus discípulos, quienes, por tanto, seguirán apegados a su ideal
de renovación de Israel. La gran multitud está formada por los muchos que
fueron por tierra a este lugar desde todos los pueblos para encontrarse con el
grupo. Continúa la reacción popular favorable a la actividad de los Doce.
Los discípulos, por el momento,
desaparecen de la escena. Jesús se da cuenta de la presencia y situación de la
multitud, y esta provoca en él el mismo sentimiento, se compadeció, que tuvo al encontrarse con el leproso 1,41: es la
reacción propia del amor tierno ante la miseria y la desgracia, sentimiento
atribuido a Dios en el AT y en el judaísmo. Lo que conmueve a Jesús es que la
multitud estaba como ovejas sin pastor Ez 34,8.31, abandonada por los
dirigentes, desorientada, sin un sentido para su vida. El mensaje de la
restauración de Israel propuesto por los Doce la ha atraído y ha pensado que
los discípulos serían sus pastores. Pero la propuesta de los Doce no conduce a
nada, no es una orientación para el pueblo.
Jesús asume el papel de pastor de
Israel, y su primer objetivo es dar alimento a las ovejas. El doble sentido del
pan, enseñanza y comida, va a ser el tema del episodio. Como en una ocasión
anterior Mc 2,2-3ss, Marcos no expone conceptualmente el contenido de la
enseñanza, sino que lo explica por medio de la acción de Jesús.
Orientar a la gente no es cosa
simple, son muchos los puntos que hay que tocar y enderezar. Jesús habla ahora
sin parábolas, abiertamente, para neutralizar la enseñanza de los Doce y el
adoctrinamiento que la multitud ha recibido en las sinagogas.
Es tanto lo que Jesús tiene que
enseñar a la gente, que el tiempo no cuenta, se había hecho tarde. Los discípulos se acercan, implicando que han
estado lejos de Jesús, e interrumpen la enseñanza. No preguntan a Jesús qué
planes tiene, le dictan lo que tiene que hacer, despídelos; no sienten solidaridad alguna con la multitud, y
despedirla significa desentenderse del problema que esta tiene. No se ofrecen
para ayudar en nada. Piensan, como todos, que cada uno debe proveer para sí
mismo, por medio del dinero, se compren.
Jesús les hace una inesperada
contrapropuesta: opone dar, la
generosidad y solidaridad, dadles
vosotros de comer, a comprar cada
uno por su cuenta; los discípulos tienen que contribuir a solucionar el
problema. La característica del seguidor de Jesús es el don de sí mismo a los
demás y el primer paso de esta entrega es saber compartir lo que se tiene. Ellos
interpretan la propuesta de Jesús sin salir de sus categorías: insisten en comprar y quieren mostrar a Jesús la
imposibilidad de lo que propone, doscientos
denarios de plata. Cuando Jesús los envió tenían que haber vivido de la
solidaridad ajena, pero no lo practicaron ni han aprendido la lección.
Con su pregunta, ¿Cuántos panes tenéis?, Jesús los
apremia. Ellos, por su parte, no saben siquiera de qué pueden disponer ni qué
tienen que ofrecer. Encuentran que tienen cinco panes: el número cinco es el de
los libros de la Ley de Moisés: sin que se hayan dado cuenta, lo que ellos
podrían ofrecer no es más que lo antiguo, pues no han asimilado la novedad del
mensaje de Jesús. Tienen además dos peces. La suma de cinco más dos da el
número siete, que expresa la totalidad de lo que posee el grupo.
En el primer éxodo Dios alimentó
a Israel en el desierto Ex 16, en el éxodo definitivo Jesús va a alimentar a la
multitud judía en el lugar desierto, despoblado.
Comer recostados era propio de hombres libres; los discípulos deben hacer que
la gente se recueste en la hierba; por medio de ellos, Jesús estimula a todos a
la libertad, requisito indispensable para el desarrollo humano. Aunque es
incongruente con el lugar desierto,
Mc menciona la hierba verde, que alude al Pastor de Israel Sal 22,2: en verdes praderas me hace recostar, y
promesa de bendición y abundancia.
Jesús ha dicho que formen corros,
es decir, grupos de amigos e iguales, sin número fijo de personas ni nadie que
presida. La gente, en cambio, forma por su cuenta cuadros de ciento y de
cincuenta, que recuerdan la organización establecida por Moisés para
administrar justicia Ex 18, 21-25: esperan ser gobernados por los discípulos, a
una invitación a la libertad responden con un gesto de sumisión; eligen la
dependencia, dejan la responsabilidad en manos de otros.
Jesús toma la iniciativa: va a
utilizar la totalidad del alimento de que dispone el grupo (cinco más dos). A
partir de los cinco panes, en número igual al de los libros de la Ley, va a exponer
el nuevo mensaje: la Ley queda sustituida por el Espíritu.
Al alzar la mirada al cielo
vincula el alimento con Dios; pronunciar una bendición significa alabar a Dios
y darle gracias por ese alimento, reconociendo que es don suyo a los hombres.
De este modo muestra Jesús que lo que pertenece a los discípulos debe estar
disponible: la generosidad de Dios debe alcanzar a todos, sin ser bloqueada por
el egoísmo.
Encarga a los discípulos que
sirvan el pan y los peces; han de estar en la comunidad como servidores, no
como jefes. Jesús no les confiere un poder, sino que les confía un servicio.
Los jefes que ayudaban a Moisés recibieron parte de su espíritu para ejercer su
autoridad; el Espíritu que Jesús infunde lleva a darse a los demás para
comunicar vida (alimento). Los discípulos, que poseían el pan y los peces,
deben ahora repartirlos ellos mismos a la gente. Con su servicio transmiten la
generosidad y el amor de Dios creador y dador de vida.
Los que la multitud consideraba
sus jefes se comportan como servidores; esto permite a la gente comprender el
mensaje de la libertad, de la igualdad y de la entrega. Así comprenden también
que Jesús no es un nuevo Moisés y que no viene a restaurar el antiguo Israel.
Es el momento de la conversión.
El alimento que Dios da a través
de la solidaridad humana no excluye a ninguno, comieron todos, y cubre plenamente la necesidad y satisface toda
aspiración humana, hasta saciarse. La
multitud ha aceptado el alimento y, con él, el mensaje de la solidaridad y la
entrega, que encamina hacia la plenitud.
La misma multitud recoge las
sobras de pan y pescado; no se guarda cada uno lo que le ha sobrado, sino que
lo pone en común. Los doce cestos indican que el destinatario es Israel. La
multitud ha comprendido el mensaje de la solidaridad y se compromete a llevarlo
a efecto. Los trozos permiten un nuevo reparto: no hace falta el milagro diario
del maná; tras el ejemplo de Jesús, bastará que los hombres continúen
compartiendo.
Recoger los trozos significa
también que la multitud no quiere desperdiciar nada del mensaje de Jesús, que
lo acepta plenamente. Los cestos están llenos: plenitud y abundancia Ex
16,12-18. Los bienes creados, si no se acaparasen, bastarían sobradamente para
alimentar a Israel, doce cestos. Es
la alternativa del Mesías para este pueblo.
No hay protagonismo de Jesús,
Todo sucede con plena naturalidad; parece que no ha ocurrido nada; no hay
reacción de admiración o alabanza por parte de la multitud: a medida que se
reparte el alimento y se acepta, se multiplica; a medida que se comparte, va
sobrando. El amor de Dios y de todos sigue comunicándose a menos que el egoísmo
humano cree una barrera.
Los que comieron los panes eran
cinco mil hombres adultos. El número cinco mil de los que comieron es múltiplo
de cinco (número de panes y de libros de Moisés) y de cincuenta (número de
miembros de una comunidad de profetas: 1 Re 18,4.17; 2 Re 2,7.15-17). Con esta
doble correspondencia indica Mc que la Ley queda sustituida por el Espíritu. El
espíritu de Moisés se comunicó a los jefes Núm 11,26; el de Jesús, a todo el
que responda a su invitación.
De este modo, con el número cinco
mil señala Mc que la multitud se ha convertido en una multiplicidad de
comunidades proféticas, que se caracterizan por compartir el pan. El Espíritu-amor
ha entrado en ellos al aceptar el pan-amor. Los que antes eran multitud se
designan ahora como hombres adultos, como en los pasajes antes citados 1 Re
18,4.13; 2 Re 2,7.16 se llamaba a los miembros de los grupos proféticos: se
subraya así la individualidad y el desarrollo personal; la obra del Espíritu en
el ser humano: la madurez, umbral de la plenitud.
De los símbolos y figuras
utilizados por Mc aparece claramente el programa mesiánico de Jesús, su obra
con los hombres: ruptura con los valores de la sociedad injusta (lugar desierto), libertad (recostados), promesa de abundancia (la hierba verde), amistad y solidaridad
que forman la nueva comunidad humana (corros);
a través de los que lo siguen les da la experiencia del amor de Dios que da
vida (reparto del pan); los que
aceptan ese amor, que es el Espíritu, lo reciben; el Espíritu lleva al ser
humano a su pleno desarrollo (hombres
adultos) y crea comunidades proféticas (cinco
mil). El pan/alimento, factor de vida, se hace así símbolo que alcanza a
todos los niveles de la vida humana, desde el elemental de conservar la vida
física, sacando de la necesidad y el hambre, hasta la plenitud de vida (se
saciaron), obra del Espíritu que el pan-mensaje transmite.
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