domingo, 28 de abril de 2019

PASCUA, II SEMANA

SÁBADO 4 DE MAYO


Juan 6,16-21
16Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, 17 embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; 18 soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. 19Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron. 20Pero él les dijo: Soy yo, no temáis. 21Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

COMENTARIO
Da la impresión que los discípulos han estado esperando a que anocheciera en el lugar de la comida. Ellos solos, sin Jesús, bajan al lago, se montan en la barca y regresan a Cafarnaúm. Pero ya no es la barca de Jesús, en ella no va Jesús. Ellos eligen su propio camino; no entienden que Jesús se haya marchado en el momento propicio para proclamarlo rey, jefe poderoso.
Sin Jesús, la noche se hace presente, es noche cerrada, son las tinieblas opuestas a luz. Los discípulos participan de la mentalidad del poder y ambición que les ciega, se hace de noche en su vida. Y a pesar de que Jesús no está con ellos, que no hay luz y que un fuerte viento agitaba el lago, aun así, ellos comienzan la travesía por el lago para volver a la ciudad. Sin Jesús, ciegos (a oscuras, de noche) y guiados por la mentalidad del poder, la mentalidad nacionalista (fuerte viento que agitaba), no hay futuro, no hay horizonte. 

Veamos los elementos más significativos del versículo 19:
-          caminaba sobre el mar. El hecho de caminar sobre el mar era propio de Dios (Job 9,8), era considerado como una manifestación de la divinidad de Jesús;
-          se acercaba a la barca. Los discípulos, que esperaban una bronca de Jesús, se asustan, reaccionan con miedo. Aquellos que viven de noche, aferrados a sus viejas ideas, se asustan ante la presencia de Jesús, luz.

Jesús, al contrario de lo que esperaban sus discípulos, les saluda, les calma y les tranquiliza. La reacción de los discípulos es la misma que los primeros encuentros con el Resucitado. El miedo es el viento fuerte que guiaba su barca, hasta que aparece la fe en Jesús, la confianza en él. Jesús es el Mesías resucitado que vence la mentalidad a pesar del estado de injusticia en el que vive la humanidad.  Solo la presencia de Jesús puede erradicar el miedo del ser humano. 

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