domingo, 19 de mayo de 2019

TIEMPO DE PASCUA. SEMANA V


LUNES, 20 MAYO


Juan 14,11-18
11Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.  12En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre.
13Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré. 15Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. 16Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, 17el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.

COMENTARIO
Obras, "erga" en griego, tiene sentido pasivo, las obras realizadas. Son acciones a favor del ser humano y a, la vez, manifiestan al Padre. Son obras del Padre por las que se realiza su designio, su proyecto, su plan: dar vida en abundancia a la humanidad. Estas obras son el testimonio del Padre a favor de su hijo. Por ellas se llega a la fe en que Jesús es el enviado de Dios/Padre.
No hacer caso a estas obras como testimonio delata una situación de pecado.
Al consistir estas obras en acciones que dan al ser humano fuerza/libertad/plenitud de vida quien conozca al Hijo ha de reconocer la acción el Padre acción en ellas. La acción de Dios es comunicar vida por amor. Las obras de Jesús son señales, símbolos de lo visible. Por la fe llevan al conocimiento de la presencia de lo divino, el ámbito del Padre.

Las obras de los discípulos son las mismas que las de Jesús. Es realizar el plan de Dios/Padre (dar vida, comunicar el Espíritu) al estilo de Jesús, a través de la adhesión activa y continúa por la entrega de sí mismo a los demás. La situación de la humanidad ha de ser un estímulo a realizar las obras de Jesús que manifiestan el amor de Dios. No se trata de señales portentosas ni espectaculares, sino el trabajo por la liberación y la vida del ser humano. La comunión entre Jesús y su comunidad es tan estrecha que de la misma forma que Jesús expresa/simboliza al Padre, la comunidad debe expresar/simbolizar a él. Desde esa comunión cualquier cosa que los discípulos pidan al Padre en el nombre de Cristo, él la realizará. 

La comunidad de Jesús tiene que recorrer un camino, en un dinamismo de vida, de progresión. Su término pude ser el éxito (madurez, el pleno desarrollo de las facultades) o el fracaso (decadencia, ruina), pero es Jesús quien marca la dirección en la que el ser humano se realiza, el camino que él ha abierto en dirección a la solidaridad, a la entrega y al amor creciente. Este es el camino del éxito, de la vida definitiva. Y al mismo tiempo, Jesús comunica su vida, el Espíritu, para recorrer ese camino. El Espíritu empuja al ser humano por el camino, Cristo, hacia la meta, hacia el encuentro final del Padre.
Jesús acompaña siempre a los suyos en este camino. No es solo individual sino comunitario. La muerte no interrumpe la relación. Jesús los acompaña. Su amor se asocia al peregrino.

La obra de Jesús ha sido sólo un comienzo; el futuro reserva una labor más extensa. El discípulo podrá hacer lo mismo que Jesús e incluso más. Esto confirma que las señales hechas por Jesús no son irrepetibles por extraordinarias; su carácter principal es ser símbolos de la actividad que libera al hombre, ofreciéndole vida. Con estas palabras da ánimo a los discípulos para el futuro trabajo; la tarea liberadora puede ir adelante.
Los discípulos no están solos en su trabajo ni en su camino, Jesús seguirá actuando con ellos. A través de él, el amor del Padre, su gloria, seguirá manifestándose en la ayuda a los discípulos para la misión.
La oración de la comunidad expresa su vinculación a Jesús. Se realiza desde la realidad de la unión con él, pidiendo fuerza para realizar su obra.


Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. El amor de Jesús es condición para vivir según sus mandamientos. La relación de Jesús y sus discípulos se manifiesta en la adhesión personal a Jesús que culmina en el amor. Se trata de una relación de amor. Y como en toda relación, se derivan unos mandamientos: surgen de la fuerza interior del Espíritu. Son superación de los de la ley antigua. No se enumeran ni se formulan, son la respuesta del amor del hombre a cada circunstancia. Son traducción del único mandamiento, Jn 13,34: os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros. No se trata de prescripciones morales. Mejor que mandamientos habría que traducirlo por “mis palabras”. La palabra se refiere a toda la actividad reveladora. Juan continúa en la tradición bíblica en la que ley es ante todo revelación/manifestación de Dios que conduce a la vida.

Jesús ejercer una función de mediador ante el Padre para la comunicación del Espíritu a los suyos. El verbo está en futuro, pediré. La comunidad recibe el Espíritu solamente a través de Jesús.
El término Paráclito quiere decir defensor, valedor, el que ayuda en cualquier circunstancia. En concreto, en la comunidad de Jesús tienen un doble papel: dentro de la comunidad, mantiene vivo e interpreta el mensaje de Jesús; respecto al mundo (orden del mundo), da seguridad a los discípulos y es el guía interpretando los acontecimientos. Otro Paráclito: mientras Jesús ha estado con los discípulos, les ha enseñado y protegido, les ha acompañado. Desde ahora será el Espíritu el que enseñe y proteja, por eso el v. 18.

Ese Paráclito es el Espíritu de la verdad. Él es la verdad, yo soy la Verdad y la comunica. Esta verdad pone en conexión con la vida, con el amor, con la libertad, pues la verdad hace libres. Es la Verdad sobre Dios, pues manifiesta el amor de Dios; y es la verdad sobre el hombre, pues revela la plenitud del ser humano, le hace posible conocer la salvación que Dios quiere para él.

Pero el mundo no puede recibirlo. Porque el mundo es el orden injusto, es lo contrario a Dios. Promueve la muerte, la injustica, la marginación. No pude reconocer ni aceptar el Espíritu de la verdad pues la mentira/muerte es incompatible con la vida.
Los discípulos tienen la experiencia del Espíritu, tienen la presencia de Jesús, en quien habita el Padre. Y esa experiencia será mayor con el Espíritu que Jesús les promete.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Huérfanos. Este término tiene connotaciones con el AT. El huérfano está bajo el poder de los poderosos, sobre el que se comete las mayores injusticias, no pertenece a nadie, está indefenso. Jesús no los deja indefensos ni huérfanos a pesar de la ausencia de su presencia física. Su ausencia no es definitiva. Es Presencia no física. Es Presencia espiritual, solo se descubre desde los “ojos de la fe”. El orden injusto no lo puede reconocer, no cree, vive en las tinieblas, no acepta la luz.

La muerte no pude con la Vida, la falsedad con la Verdad, las tiniebla con la Luz. Más allá de la muerte Jesús vive.  Las palabras de Jesús se refieren al día en que, aunque Jesús desaparezca físicamente, se hará presente en la comunidad. El Espíritu que procede del Padre y que Jesús comunica a los discípulos, le da a conocer que Él y el Padre que son uno.
Se constituye así una forma de vida donde el centro es el amor: la comunidad identificada con Jesús y a través de él con el Padre. En ella y a través de ella se ejerce la acción salvadora de Dios en la humanidad. 

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