V DOMINGO DE PASCUA
Juan
13,31-33.34-35
31Cuando salió Judas del cenáculo,
dijo Jesús:
Ahora
es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. 32Si
Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
33 Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.
34
Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois discípulos
míos: si os amáis unos a otros.
AMAOS A MI ESTILO, PORQUE YO OS AMO
Estamos en el contexto de la Última Cena. Imaginemos como se encontraría Jesús:
con decepción por la traición de uno de
los suyos, con miedo por la injusticia que se iba a cometer contra él, con
frustración pues todo iba acabar en un aparente fracaso… En medio de esto
Jesús, pronuncia las palabras que recoge el evangelio de hoy.
En medio de este ambiente
frustrante Jesús dice que hora va a ser
glorificado. Pero ¿esto como puede ser? Todos identificamos la gloria con
el éxito, el triunfo, lo espectacular, el éxito. ¿Se ha vuelto loco Jesús? La gloria para Jesús consiste en que va a
manifestar el amor de Dios a todas las personas. Lo que aparentemente es un
fracaso es el momento de gloria. Es entender a Jesús desde su lógica no desde
la nuestra: lo que para nosotros es momento de decepción y frustración, para él
es ocasión de manifestar que Dios le ama, por encima de todas las circunstancias
históricas, y que las personas alguna día podrán descubrir ese amor “loco” de
Dios por la humanidad.
Por eso, a continuación les manifiesta,
encomienda a sus discípulos cual es la clave principal para entenderle, para
seguirle y alcanzar la felicidad: amar.
¿Cómo? A su estilo: amaos unos a otros
como yo os he amado. ¿Y cuál es el estilo de amar de Jesús? Veamos algunas
características. El amor de Jesús es un amor:
-
Al
servicio de los demás. Especialmente, de los que nadie quiere, de los desprotegidos,
abandonados. Jesús trato con los leprosos, los ciegos, los paralíticos, las
mujeres… los más despreciados de su sociedad de entonces.
-
Es
un amor traducido en obras. No se trata de decir “te quiero”
sino manifestarlo en obras. El amor de Jesús es un amor que libera, cura, sana.
Su bondad hace que todo aquel que se acercaba a él quedaba sanado, recuperaba
su dignidad perdida, se sentía valorado.
-
Es
un amor que acepta incondicionalmente. Acepta a todos aquellos que
estaban rechazados por la religión (los pecadores, las mujeres, los impuros,
los que no cumplían con las normas o leyes religiosas, los alejados del templo
y de los ritos religiosos); los rechazados por la sociedad (los recaudadores de
impuestos, los marginados, los pobres, los apestados). Acoge a todos. Y esa
acogida incondicional hace posible que aquellas personas se sientan queridas y
amadas por Dios.
-
Es
un amor que se hace perdón. Jesús perdona a todos aquellos
que viven bajo el peso de sus culpas, de sus pecados. Jesús muere perdonando a
aquel malhechor que tenía al lado, muere perdonando a todos porque no saben lo que hacen. Su
parábola más especial nos habla del perdón del Padre hacia sus dos hijos.
A
pesar del abandono que Jesús va a sufrir en su Pasión, Jesús no reprocha a sus
discípulos sus traiciones, abandonos o deslealtades. Los vuelve a acoger, les
quita el miedo, y vuelve a invitarles a seguirle.
-
Es
un amor que produce libertad. Jesús no quiere adeptos, sino
amigos que le sigan. No les pide que le entiendan, les pide lealtad. Esto es lo
más contrario a la necesidad. Nosotros amamos porque necesitamos a las
personas. Pero la necesidad es lo más
contrario al amor. No se trata de “te amo porque te necesito”, sino que te
amo porque soy libre, puedo amarte porque puedo prescindir de ti. Soy libre
para amarte. No te obligo a que me ames. “Solo podemos amar aquello de lo que
podemos prescindir”. Si no podemos
prescindir lo convertimos en necesidad,
y cuando se nos cuela ya no hay amor, solo hay dependencia. Jesús no obliga a amarle, es una elección que cada uno
de nosotros tenemos que hacer. Y es una elección libre.
-
Es
un amor que proviene del Padre. Jesús se siente amado por el
Padre. Este amor inagotable. Por eso Jesús ama a todos, sin distinciones, sin
categorías. Jesús manifiesta que el amor del Padre es universal: a todos y para
todos. Por lo tanto, todos podemos amar a los demás, como el Padre nos ama. ¿Si
no nos sentimos amados, como vamos a amar a los demás?
No hay comentarios:
Publicar un comentario