lunes, 3 de junio de 2019

SEMANA VII. TIEMPO PASCUAL


LUNES, 3 DE JUNIO


Juan 16,29-33
29Le dicen sus discípulos: Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. 30Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios. 31Les contestó Jesús: ¿Ahora creéis? 32Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. 33Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.

COMENTARIO
Los discípulos se alegran de la claridad de las palabras de Jesús. Aunque les había hablado de un acontecimiento futuro, se acerca la hora… (Jn , ligado a la experiencia del Espíritu, ellos se figuran que ya antes de la muerte y la resurrección, antes de recibir el Espíritu, les ha llegado el momento de comprender, ahora vemos que lo sabes todo. Admiran el saber de Jesús, pues piensan que, penetrando sus pensamientos, ha captado la pregunta que no llegaron a formular (16,19).Por eso creen que procede de Dios. Su fe se apoya en esa ciencia que le atribuyen, considerándolo un maestro excepcional.

Jesús se muestra escéptico ante semejante motivacn. La fe verdadera consiste sobre todo en darle la confianza él levantado en la cruz, como manifestación suprema del amor de Dios (3,16) y de su fuerza salvadora.
Jesús conoce a los suyos mejor de lo que se conocen ellos mismos. La inadecuación de la fe de los discípulos se va a mostrar cuando se enfrenten con la realidad de su muerte en cruz.
Jesús evoca la imagen del rebaño disperso: ante su detención y condena, que van a destruir toda esperanza de triunfo terreno, todos ellos se dispersaran, desertarán.

El versículo 33 termina el desarrollo sobre la persecución de los discípulos por parte del mundo, comenzado en Jn 15,18. Comprendiendo lo dura que va a ser para ellos su marcha y el formidable enemigo con el que habrán de enfrentarse, Jesús quiere tranquilizar a los suyos. Será la unión con él la que les asegure la paz que les deseaba como despedida (Jn 14,27). Esta paz va a estar amenazada por la presión del orden injusto en medio del cual se encuentran (12,25; 13,1). La persecución será inevitable, tendréis luchas, pero no será señal de derrota. La victoria del mundo sobre Jesús va a ser sólo aparente, porque él ha vencido el odio con el amor y vive para siempre. Lo mismo, cada vez que el mundo crea vencer, confirmará su fracaso. 

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