martes, 25 de junio de 2019

SEMANA XIII


DOMINGO

Lucas 9,51-62

51Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén. 52Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?
55Él se volvió y los regañó. 56Y se encaminaron hacia otra aldea.
57Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adondequiera que vayas.
58Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
59A otro le dijo: Sígueme. Él respondió: Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre. 60Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.

61Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa. 62Jesús le contestó: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.


51Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de caminar a Jerusalén.
52Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. 53Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. 54Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? 55El se volvió y los regañó. 56Y se encaminaron hacia otra aldea.

COMENTARIO
Aquí comienza una nueva sección que ocupa la parte central del evangelio de Lucas. La subida a Jerusalén.
El primer versículo está lleno de términos técnicos que es preciso traducir para extraer su mensaje.
-          llevado al cielo: arrebatamiento. Es un término técnico que hace referencia a la ascensión de Jesús (Hec 1.2.11-12). Unido a las palabras que aparecen, el evangelista está haciendo referencia a todo el proceso de Jesús camino de la pasión, muerte y resurrección. Es todo el camino de entrega de Jesús que termina en la Ascensión.
-          Jesús tomó la decisión: endureció su rostro. Es una expresión extraña tomada del profeta Ezequiel en la que Dios invita al profeta a encararse, a endurecer el rostro contra Jerusalén, sus autoridades, el Templo Ez 21,7. Es precisamente lo que va hacer Jesús a lo largo del viaje. Hace referencia la firme resolución de afrontar su destino que va a encontrar con la hostilidad manifiesta por la falta de comprensión de su mensaje y su modo de salvar.
-          Irrevocablemente: no aparece en esta traducción pero si en el texto original. Es la firme resolución sin vuelta atrás. Es algo personal.
Todo el camino hacia Jerusalén se convierte en una enseñanza teórico-práctica de cómo el discípulo debe llevar a plenitud los días de su vida para que a través de la entrega y plantando cara a los judaísmos y jerusalenes de cada época se pueda llegar a ascender al Padre.

Y envió mensajeros delante de él. Los mensajeros que envía Jesús tienen que realizar una misión precursora en Samaría, semejante a la que había llevado a cabo Juan Bautista en el país judío.

Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Judíos y samaritanos eran enemigos mortales. Era necesario, por tanto, que los men­sajeros preparasen convenientemente los ánimos de los samaritanos, para que estos recibieran a Jesús de buen grado. Si los misioneros les anuncian que Jesús se dirige a Jerusalén para plantar cara a la institución judía, no hay duda de que será bien recibido. Precisamente lo que no podían soportar era que el Mesías fuese el rey destinado por Dios como jefe del pueblo judío y que desde Israel debiese dominar a los demás pueblos. Si ahora resulta que aquel de quien habían oído decir que era un gran profeta o hasta puede que el Mesías, no iba a Jerusalén a tomar el poder, sino a hacer frente al sistema teocrático judío, los samaritanos le darán masivamente la bienvenida.

¿Qué les han contado los mensajeros? Literalmente han ido proclamando con aires triun­falistas que porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén ¡para coronarse rey de los judíos! Jesús les había dicho que iba a plantar cara a la institución encaminándose hacia Jerusalén. Ellos silencian lo más importante y dicen simplemente que su aspecto, persona, se encamina a Jerusalén. No es extraño que le cierren todas las puertas. La misión precursora de los misioneros ha sido un fra­caso rotundo.
Profeta es precisamente aquel mensajero “por cuya boca habla” Dios o el Señor Jesús. Y lo es cuando el contenido de la palabra que pronuncia no es lo que él piensa, sino aquello que, desde lo más profundo, experimenta de manera irresistible que debe comunicar.

Santiago y Juan, en representación del grupo de los Doce, después de haber comprometido con sus tejemane­jes el viaje de Jesús a través de Samaría, lanzan ahora el grito al cielo y claman venganza. La propuesta que hacen a Jesús la formulan con palabras del libro de los Reyes, donde se dice que Elías, en un caso parecido en que el rey Ocozías de Samaría le envió unos mensajeros pidiéndole que acudiese para librarlo de la muerte con que Dios lo había castigado por culpa de su idolatría, hizo bajar fuego del cielo que consumió a los cincuenta hombres que había enviado 2 Re 1,1-14. Piden, por tanto, a Jesús que actúe al modo de Elías y se vengue de la mala acogida de los samaritanos. No les basta con tergiversar el mensaje, sino que exigen un castigo en nombre de Dios contra sus enemigos mortales.

Él se volvió y los regañó. Literalmente “conminó”, como si estu­viesen endemoniados. De hecho, están “poseídos” por una ideología que les impide actuar como personas sensatas: están repletos de odio, de intolerancia religiosa y de exaltación nacionalista. Jesús se volvió: esto quiere decir que Él no se había inmutado y que proseguía su camino, mientras que los discípulos se habían quedado atrás, esperando la venganza del Mesías contra aquellos canallas samaritanos. El conjuro que les lanza debió ser sonado.
La travesía de Samaría continúa. Ahora veremos las consecuen­cias de esta oposición sistemática de los Doce a los planes de Jesús.

57Mientras iban de camino, le dijo uno: Te seguiré adondequiera que vayas.
58Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
59A otro le dijo: Sígueme. Él respondió: Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.
60Le contestó: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.
61Otro le dijo: Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.
62Jesús le contestó: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.

COMENTARIO
Como los discípulos judíos van a la contra de Jesús y algunos samaritanos han comprendido su actitud, quieren incorporarse al grupo. Jesús, acepta nuevos discípulos, que se unen a él mientras iban por el camino. No importa que sean samaritanos, sólo es necesario, que vivan las actitudes del verdadero discípulo:
-          que sepan que el camino que emprenden no los hará ricos: Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Al primero, que se ha ofrecido espontánea­mente, Jesús le exige que no se identifique con ninguna institución, no tiene donde reclinar la cabeza. Jesús nos quiere abiertos a todos y universales.
-          que abandonen la herencia del mundo viejo para construir una humanidad nueva: Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.  Al segundo, Jesús lo invita él mismo porque sabe que ya ha roto con la tradición paterna (muerte del padre, figura de la tradición que nos vincula con el pasado). Le pide que se olvide del pasado, enterrar, y que se disponga a anunciar la novedad del reino; 
-          y que, comprometidos con ese futuro radicalmente nuevo, no sucumban a la tentación de una nos­talgia paralizadora que los incapacitaría para la misión: Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios. La familia es figura, en este contexto, de Samaría: la opción por el reino universal rompe con cualquier particularismo. En adelante lo que impor­ta es una nueva humanidad.

Lucas describe con estos tres personajes la constitución de un nuevo grupo (tres indica siempre una totalidad). Estos personajes, sin embargo, no tienen nombre. La situación que describe tiene más de ideal que de real. Hay una referencia implícita a la primera llamada de discípulos israelitas: Pedro, Santiago y Juan. También tres. Las condiciones que les impone ahora son más exigentes si cabe: les exige una ruptura total con el pasado: casa, familia y, sobre todo, padre, como portador de tradición.

El seguimiento de Jesús es una invitación y un don de Dios, pero al mismo tiempo exige nuestra respuesta comprometida. Es don y conquista. Una invitación de Dios, y una meta que nos debemos proponer con confianza. Pero sólo por amor, por enamoramiento de Jesús, podremos avanzar en el seguimiento. Ni las prescripciones legales, ni los encuadramientos jurídicos, ni las prescripciones ascéticas pueden suplir el papel que el amor, el amor directo a Jesús y a Dios mismo a través de la persona de Jesús, tiene que jugar insustituiblemente en nuestras vidas llamadas. 

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