martes, 9 de julio de 2019

SEMANA XIV


9,32-38
32Estaban ellos todavía saliendo cuando le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. 33Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía admirada: Nunca se ha visto en Israel cosa igual. 34 En cambio, los fariseos decían: Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios. 35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
36Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. 37Entonces dice a sus discípulos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; 38rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.

COMENTARIO
Estrecha conexión de este relato con el anterior (hija del jefe, mujer con flujos de sangre).
Sigue el contexto de la liberación de Israel de la muerte.

32Estaban ellos todavía saliendo cuando le llevaron a Jesús un endemoniado mudo.
El término griego kôphos significa sordo y mudo. Este hombre es incapaz de comunicación. Su enfermedad no es física, sino causada por un demonio. Luego, estar endemoniado significa cerrarse a la comunicación. Nuevo símbolo de Israel, que se cierra en sí mismo.
La curación de este personaje, como la de los ciegos (Mt 9,27-31), alude a Is 35,5, texto profético que anuncia el éxodo definitivo, la vuelta de los rescatados por el Señor (Is 35,10): Entonces se despegaran los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán… Llegarán a Sión con cantos de júbilo, con la alegría sin límite en sus rostros… Queda atrás la pena y la aflicción. 
La causa de la ceguera era la concepción del Mesías como Hijo de David, la mudez se debe a la mentalidad exclusivista, consecuencia del nacionalismo que implica esa concepción del Mesías.
Para el éxodo definitivo, en el que Jesús, Dios entre nosotros, toma el puesto atribuido a Yahvé en el AT, se requiere, por tanto, renunciar al nacionalismo exclusivista. Israel tiene que abrirse a la humanidad. Pero esta exigencia de Jesús a Israel vale igualmente para cualquier otro pueblo.

33Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía admirada: Nunca se ha visto en Israel cosa igual. 34 En cambio, los fariseos decían: Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.
Dos son las reacciones al hecho.
·         La primera, la gente, que han sido testigos de la enseñanza de Jesús y han alabado a Dios por la autoridad que comunica a los hombres (9,8) para liberar de los pecados. Su admiración se expresa reconociendo que las acciones de Jesús no tienen precedente en Israel. No están lejos de la fe.
·         Segundo, los fariseos, en cambio, defensores fanáticos de la superioridad y exclusivismo de Israel, afirman que la liberación que hace Jesús no procede de Dios. Su acción y su designio destruyen el plan de Dios.

35Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Comienza aquí una nueva sección del evangelio (9,38-11,1), constituida sobre todo por la instrucción a los Doce para la misión.
Estos versículos constituyen la introducción a la misión y al discurso y describe la lastimosa situación de Israel a los ojos de Jesús. Se abre con un sumario de la actividad de Jesús, que describe su labor incansable:
·         En las sinagogas enseña, es decir, expone su mensaje apoyándose en la Escritura;
·         fuera de las sinagogas proclama la Buena Noticia de la cercanía del Reinado de Dios;
·         cura a todos los enfermos, como señal de la plena salvación que el Reino ofrece al hombre.

36Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. 37Entonces dice a sus discípulos: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; 38rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.
Las muchedumbres están como ovejas sin pastor es una frase que alude a Nm 27,17, donde Moisés nombra a Josué precisamente para que el pueblo no se disperse. Nadie se ocupa de este pueblo que se encuentra en situación desesperada.
Ante este espectáculo, Jesús expone la situación a sus discípulos. Usa un término que significa mies y siega. Se usa en la parábola del trigo y la cizaña (Mt 13,30.39), aplicado a la separación final entre buenos y malvados, y la siega se atribuye a los ángeles. Los trabajadores de que habla Jesús ejercen, pues, en la historia la misma actividad que los ángeles harán en el momento final. Se ve ahora el sentido de «los ángeles» que servían a Jesús, es decir, colaboraban con Él, en la escena del desierto: eran figura de los que colaboran en su misión. La alusión indica que comienza el tiempo escatológico, la etapa final de la historia, inaugurada con la presencia de Jesús y la cercanía del Reinado de Dios.

La petición de Jesús se dirige al dueño de la mies, el Padre. Jesús no pide al Padre que envíe segadores, pero recomienda a los discípulos que lo hagan. Es una manera de prepararlos a la misión que sigue. La petición les hará tomar conciencia de la necesidad y los dispondrá a responder a la llamada de Jesús

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