martes, 9 de julio de 2019

SEMANA XIV 


JUEVES, 11 DE JULIO. SAN BENITO


27Entonces dijo Pedro a Jesús: Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar? 28Jesús les dijo: En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. 30Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros.
                                   

COMENTARIO


27Entonces dijo Pedro a Jesús: Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar? 28Jesús les dijo: En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. 30Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros.
Pedro no se deja convencer. Su pregunta es casi un desafío a Jesús. Espera que éste concrete la seguridad que ha dado. Puesto que los discípulos han cumplido las condiciones puestas al rico, quiere saber qué porvenir les espera.
La respuesta de Jesús es solemne, en verdad os digo. La renovación/El mundo nuevo significa la nueva edad del mundo, la definitiva.
Puede preguntarse si la expresión de Jesús se refiere al fin de la historia o a la época que comienza con su muerte y resurrección. Sentarse en su trono de gloria está en paralelo con 25,31, pero alude más bien a 26,64, pues aquí no se habla de venida previa, como en 25,31. Se trata, pues, de la época histórica que sigue a su muerte-resurrección, a partir de la cual el mundo nuevo es una realidad en medio del mundo viejo. Desde entonces, el Israel mesiánico (los Doce discípulos) juzgará al antiguo Israel; es decir, la realidad del seguimiento de Jesús y la existencia del pueblo definitivo serán la norma por la que el antiguo Israel, que rechaza al Mesías, quedará juzgado y condenado. Durante ese período, la renuncia a las propias posesiones no desembocará en la miseria, sino en una abundancia centuplicada.
Sin embargo, esta última promesa no se refiere a los Doce (al Israel mesiánico) como grupo; Jesús pasa a la tercera persona, al terreno individual: su realización depende para cada uno de la realidad de su renuncia. El término será también la vida eterna, que no será obtenida (v.16), sino heredada, como corresponde a los que son hijos del Padre y tienen derecho a ella.

Mateo confirma con su promesa la supresión de los efectos negativos (miseria) que amenazan a quien opta por la pobreza. Pero esto no se hará, como en el AT (Sal 37,11), por tener cada uno su patrimonio individual, sino teniendo todos uno común (cien veces más) del que todos participan. Corresponde esta promesa a la de 5,5: porque ésos poseerán la tierra.

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