SÁBADO 13 DE JULIO
: Mateo 10,24-33
24Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo
más que su amo; 25ya le basta al discípulo con ser como su maestro y
al esclavo como su amo. Si al dueño de casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más
a los criados!
26No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que
no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. 27Lo
que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído,
pregonadlo desde la azotea.
28No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no
pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y
cuerpo en la gehenna. 29¿No se venden un par de gorriones por un
céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro
Padre. 30Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis
contados. 31 Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que
muchos gorriones. 32A quien se declare por mí ante los hombres, yo
también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. 33
Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está
en los cielos.
COMENTARIO
24Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo
más que su amo; 25ya le basta al discípulo con ser como su maestro y
al esclavo como su amo. Si al dueño de casa lo han llamado Belzebú, ¡cuánto más
a los criados!
El
destino del discípulo es el mismo de su maestro. Si este ha sido rechazado por
los fariseos como enemigo del orden querido por Dios (agente del demonio), lo
mismo y más sucederá con ellos. La sociedad se defenderá del mensaje de Jesús
con toda clase de insultos y calumnias.
26No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que
no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. 27Lo
que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído,
pregonadlo desde la azotea.
28No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no
pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y
cuerpo en la gehenna.
Jesús
instruye sobre el miedo, desarrolla así la última bienaventuranza 5,10. Ante la
amenaza que supone la sociedad, no hay que acobardarse. El mensaje no puede
ocultarse, y proclamarlo es la labor de los discípulos. Jesús no recomienda que
los discípulos se enfrenten con los perseguidores, pero sí que no cesen, por
ningún motivo, de anunciar el mensaje. Lo que un tiempo ha estado escondido,
tiene que llegar a saberse en todas partes. No hay motivo para vivir en el
miedo, pues los hombres pueden suprimir la vida física, el cuerpo, pero no la persona/alma
(psyké = el yo vivo, consciente y libre). Jesús vuelve a insistir en que la
muerte no es una derrota. En caso de que hubiese que temer a alguien, ese temor
estaría justificado solo respecto a Dios Creador, el único que podría destruir
al hombre.
29¿No se venden
un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo
sin que lo disponga vuestro Padre. 30Pues vosotros hasta los
cabellos de la cabeza tenéis contados. 31 Por eso, no tengáis miedo:
valéis más vosotros que muchos gorriones
Para
los discípulos Dios es Padre. Jesús impulsa
a la confianza en Él; nada de lo que sucede se le esconde, ni siquiera las
cosas más mínimas, como la muerte de los pajarillos. Su amor abraza la creación
entera. De la vida de los que trabajan con Jesús, la solicitud de su amor, vuestro Padre, hace que no se les escape
nada, cabellos. La confianza en Él ha
de ser total. Explica Jesús qué significa tener
a Dios por Rey en medio de la persecución 5,10.
32A quien se declare por mí ante
los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los
cielos. 33 Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré
ante mi Padre que está en los cielos.
De
la postura que tome el discípulo ante los
hombres depende su suerte final. El que, sin miedo, se pronuncia por Jesús
es quien resiste hasta el fin y corona su vida con éxito: me declararé/ se
salva.
Quien se acobarda y niega a Jesús, está abocado a la ruina, al fracaso.
Mateo presenta la doble suerte del discípulo en términos de una declaración de
Jesús ante el Padre. La fidelidad del discípulo a Jesús en la persecución es la
que lo salva a través de la muerte.
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