En las fuentes de la vida: EUCARISTÍA
Los primeros cristianos tenían
claro que uno de los lugares donde podían sentir y celebrar la cercanía
salvadora, liberadora y redentora de Dios era en la liturgia. De aquí, nació
que la liturgia era la fuente de donde manaba el compromiso expreso de
liberación de los más desfavorecidos, y , al mismo tiempo, era el culmen de esa
liberación personal y social.
Celebrar la Eucaristía,
especialmente, ya lo hemos indicando en la parte V, es celebrar y acoger la
salvación de Dios. Por eso, damos gracias. Lo importante no es lo que
yo/nosotros ofrecemos a Dios, todo es suyo, sino que podemos aceptar a Dios.
Hace no mucho tiempo, un
sacerdote me confesaba lo importante que en su vida era la Eucaristía. Y decía:
“cuantas más misas pueda celebrar, más sacrificios puedo ofrecer a Dios”.
Volemos una y otra vez a esa idea de ofrecer al Dios sediento nuestros
sacrificios, o el sacrificio de Cristo que nos sustituye porque nosotros, pequeños
siervos inútiles, somos incapaces de ofrecer algo al Infinito.
Ahora más bien, se trata de
reflexionar sobre qué es y qué significa
la Eucaristía en la vida del cristiano, de la persona humana como lugar de
encuentro con el Dios que nos salva y nos libera de nuestros pecados, de
nuestras culpas, de todo aquello que es fuente de sufrimiento personal y comunitario,
individual y social.
Dios no es un adorno barato de
nuestra vida. El ser humano anhela algo completamente diferente delo que vive,
algo que de sentido a su vida, que llene su vacio. Muchas de nuestras
celebraciones “pecan” de estar más atentos a la brevedad, a la comida de la
gente, con el consiguiente riesgo de no tocar, no afectar los centros de
interés de las personas. A esto añadimos, que para la mayoría la liturgia es un
conjunto de gestos y palabras a penas inteligibles, carentes de sentido. Con lo
que fácilmente se llega a la conclusión; “me aburro, no tienen nada que ver con
mi vida, es un rollo”. Debemos añadir a estas dificultades, la sensación de
cumpli-miento social, tradicional y moral.
Con todo esto, y más allá,
afirmamos que la liturgia es el espacio donde la persona puede sentir aceptada,
validada, como ser único. El culto, los ritos, las palabras y gestos que forman
la liturgia es el sacramento que los humanos tenemos para entrar en contacto
con Dios. Y esta relación nos sana, nos cura. Es la manera de poder vivir
sintiéndonos aceptados, incondicionalmente aceptados… aunque seamos unos
inaceptables.
Comenta A. Grum: Este tiempo sagrado me vincula con ese
espacio sagrado,
en donde nadie me puede herir,
en donde tampoco están las otras personas con sus exigencias,
con sus juicios, y donde mis propios reproches
y debilidades no tienen espacio
tampoco.
Ese es un lugar sagrado en donde
habita Cristo
y allí donde Él habita yo estoy sano,
yo estoy curado
y ahí tampoco tiene espacio la
culpa.
De una manera breve, quiero
compartir contigo algunas calves que podemos tener en cuenta para celebrar la Eucaristía,
descifrar el misterio de su celebración, de su esencia. Celebrar el sacramento
de la Eucaristía es como beber de la fuente de la Presencia del Espíritu que
nos sana, nos cura. La eucaristía es celebrar el misterio de la transformación,
de la conversión, del cambio. Es el momento, la fuente y la oportunidad diaria para
reinterpretar lo que sucede.
Destacamos tres momentos:
A) EL EVANGELIO.
Es la Buena Noticia, la Palabra
de Dios que transforma a las personas.
El encuentro con la Palabra
transforma la vida: la oscuridad en luz; la enfermedad en salud; el pecado en
perdón; el desgraciado en dignidad; la muerte en resurrección.
B ) LA EPÍCLESIS.
Es la invocación al Espíritu
Santo. (El sacerdote extiende sus manos
sobre el pan y el vino, sobre la patena y el cáliz).
Hacer este gesto sobre el pan y
el vino simboliza hacerlo sobre mi vida cotidiana.
Se realiza para expresar que el
Espíritu transforme el pan y el vino en el cuerpo y sangre de Cristo.
Es decir, allí donde cada día me
esfuerzo, trabajo, lucho, donde siento presión… de allí pueda manar la fuente
del Espíritu, de la tiniebla pueda nacer la luz.
C) LA COMUNIÓN.
Comulgar, “comer con”. Cristo, a
través de su Espíritu, penetra en mí. Es la fuente de la que puedo beber todo
el día. De aquí puedo tomar conciencia de lo que es realmente importante en mi
vida: no hacer cosas, sino hacerme
transparente a Jesucristo y su Espíritu.
Una de las consecuencias de la
comulgar con Cristo es que puedo transparentar a Jesucristo/Espíritu a través
de mis palabras y gestos, puedo vivir libre de la presión que supone irradiar siempre
cordialidad y sosiego; la presión de convencer a los demás e imponer mi
opinión.
ORACIÓN Y EUCARISTÍA
Señor, nuestra vida es algo más que trabajar y comer,
es algo más que divertirnos y pensar que vamos hacer mañana.
es algo más.
Es darte gracias.
La vida es una acción de gracias.
Vivir agradecidos a Ti.
Señor, mi vida enferma por la banalidad de mi vida,
la falta de sentido me conduce a la locura,
continuamente necesito experiencias exteriores
para sentirme simplemente distraído
y vivo.
Todo me parece banal,
todo es nada.
me harto de todo.
No hay sentido profundo…
La Eucaristía muestra que mi vida tiene sentido.
Necesito celebrar que mi vida tiene un valor sin límites:
Que tú has Resucitado y celebras
en nosotros una fiesta sin fin.
Mi vida es algo más que cumplir un deber,
Es algo más que un continuo afán de satisfacer las propias expectativas
y las expectativas de los demás.
Es algo más que la curiosidad
y la búsqueda de éxito.
Es algo más que la impaciencia,
la neurosis,
la desorientación,
el descontento,
el desgarro.
Mi vida participa de de tu vida:
divina,
inagotable,
profunda,
humana.
La Eucaristía es el espacio y el
tiempo de libertad,
donde puedo respirar,
donde el ruido del mundo no entra.
Interrumpo mis trabajos,
Interrumpo mis planes,
Interrumpo mi vida…
para llenarme de Vida.
Es entrar en contacto donde tú habitas en mi.
Puedo sentirme libre,
puedo ser realmente lo que tú me has llamado a ser.
La Eucaristía me descubre que es bueno que yo viva,
Mi vida está sostenida,
confirmada,
es un regalo,
es fecunda,
está liberada,
es querida por ti mismo.
Gracias de nuevo por la Eucaristia del domingo pasado. Gracias por la definicion que acabo de leer (riquisima y muy liberadora).Es el momento de paz, sosiego...Mucho animo, creo que haces mucho bien.Un abrazo.
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