EN LAS FUENTES DEL DEL SUFRIMIENTO
Desde los principios de la humanidad, el ser
humano ha encontrado una fuente de sufrimiento en la culpa. Objetivo de este
trabajo, de estos apuntes, es reflexionar en torno a este sentimiento y
emoción, desde la razón/psicología y desde la fe/Biblia y Teología. El lector
podrá descubrir que nos movemos de un ámbito a otro, de una zona a otra.
Creemos que están íntimamente relacionados.
El empeño es presentar y compartir vías de
solución para hacer frente a esta
realidad tan dolorosa en el ser humano.
Como se verá el alcance y las consecuencias de esta realidad son
enormes. No es solo una cuestión teórica sino muy práctica y vital. Más de lo
que parece.
1.
LA EXPERIENCIA
Partimos de la experiencia universal que todos
nos hemos sentido culpables. Cuando hemos
hecho algo que no debíamos hacer, según nuestras normas, criterios, deberes o
principios, se produce en nosotros una conmoción, un malestar mezcla de que las
cosas podían haber sido de otra manera. Nos juzgamos, nos condenamos, como si
fuéramos dignos de recibir un castigo
porque no hemos hecho lo que deberíamos haber hecho.
Hay muchas, miles, de expresiones, que desde la
infancia escuchamos cargadas con una fuerte intensidad culpable. “Niño malo,
tonto”. Cuando un niño está jugando, regaña a sus juguetes, los castiga o los
perdona. Si vamos al futbol, ya sea hombre o mujer, niño o adulto, pequeño o
grande, no faltan los consabidos insultos, tacos, amenazas, especialmente a los
errores arbitrales.
Cuando pasa algo que nos disgusta, lo primero que
preguntamos no suele ser ¿qué ha pasado?, sino ¿quién lo ha hecho? Inmediatamente
en nuestra mente surge el juicio y con el juicio la sentencia, y por lo
general, suele ser… “culpable”.
2.
EL LENGUAJE
Vaya por delante que al hablar de la culpa hemos
de distinguir de “culpa sana” y de “culpa insana”. Otros autores habla de culpa
falsa y culpa verdadera: otros adecuada e inadecuada; otros de moral y
psicológica. Aquí preferimos hacerlo de culpa sana e insana. ¿Qué las
diferencia? Si el motivo es real o es imaginario. Si en la base de esa emoción
hay un hecho real o un hecho imaginario, dependiente de la interpretación del
sujeto. Desde luego, que somos conscientes que los límites entre una y otra no
son fáciles de discernir. Pero además, queremos, con esta distinción, subrayar
la existencia real de la culpa. La culpa existe. La culpa se puede perdonar,
aceptar. A esto lo llamamos “culpa sana”. No queremos negar la existencia de la
culpa ni rebajarla intensidad, pero tampoco crear la globalización de la culpa,
todo es culpa. Intentamos movernos entre estos dos extremos.
Hay palabras que van conexionadas con esta
realidad como son:
·
Inculpación: Puede provenir de los otros o
de uno mismo: auto-inculpación. Es la propia acusación, nos desgarramos con los
sentimientos de culpa, nos castigamos, nos merecemos lo que nos pasa, algo
habremos hecho. También, se puede aplicar a los otros, esta manera de pensar. No nos enfrentamos a la culpa, sino que nos
domina y nos arrastra hacia el sufrimiento. Se juzga con sí mismo, se sobrepasa
el valor real de la persona.
Es la otra cara del fracaso.
Como no puedo conseguir, como no puedo ser lo que debería ser, luego… soy
culpable. Como no puedo ser el mejor, debo ser lo peor.
·
Exculpación: Es lo contrario de lo
anterior. El otro extremo. No puedo ser culpable. ¿Cómo me voy a enfrentar a mi
culpa sino existe? La culpa es de los otros, del superior o inferior, de la
sociedad, del sistema, del “cha cha cha”… Esta actitud puede ser fuente de
actividad. No se puede permanecer quieto, porque en la quietud emergería el
vacío.
·
Justificación: Este término es muy actual.
Proviene del ámbito del nuevo testamento, sobre todo de San Pablo. En sus
cartas aparece como Cristo nos ha justificado, es decir, nos ha salvado. Es
cierto que somos pecadores, pero Cristo nos ha salvado del pecado, nos ha
reconciliado, nos ha perdonado la culpa y el pecado.
El término tiene que ver con
“justicia”, de donde viene justi-ficación. Ya veremos más adelante en qué
sentido podemos interpretar estas palabras a la luz del Nuevo Testamento.
·
Pecado: No pasa por su mejor momento.
Del “todo es pecado” hemos pasado a “nada es pecado”. Hablamos del pecado
a nivel general, psicológico, social,
moral. El mayor problema es que lo hemos quitado su dimensión religiosa, su
esencial dimensión de relación, de fe. Más
aun: lo primero en la Biblia no es el pecado, es la Creación. El centro de
la fe no es el pecado, es la Resurrección, la vida. Lo primero es la Luz, luego
ya vienen las tinieblas. Cuando en la Iglesia se habla que se “ha perdido el
sentido del pecado” habría que decir que esto no es lo más importante. Lo
importante es no perder el sentido de que somos criaturas, somos aceptados
incondicionalmente. Primero esto. Solo a esta luz podremos descubrir la
realidad del pecado, sin angustia, en perdón.
Daños colaterales de esta
ausencia, indiferencia o desprecio es:
o
El perdón ya no
basta. Es para los débiles, los cobardes.
o
En ambientes
eclesiales se ha infravalorado el sacramento del Perdón.
o
Relativismo o
subjetivismo de la conciencia: “me parece”, “actúo en conciencia”, “va en la
conciencia de cada uno”.
·
Redención: Palabra que parece en la
Biblia. En hebreo “goel”, quiere decir rescatar, redimir. Con un alto contenido
social, se aplica a Cristo como el “goel”, el Redentor que nos rescata del
pecado. Hay que llevar cuidado con esta terminología. Durante mucho tiempo se
ha interpretado la Redención cristiana desde un punto de vista bastante
“mecánico”, no saludable. Ha creado más problemas de los que ha resuelto, ha
producido, y sigue produciendo, mucho sufrimiento.
Como veremos, a partir del siglo XI, con San Anselmo, hablar
y vivir de la realidad del pecado y de la culpa ha sido un verdadero Calvario.
No quiere decir que ahora estemos mejor. Una de las acusaciones constantes que
se vierten sobre la Iglesia hace referencia a esta fijación en el pecado.
Actualmente, despojada la Iglesia de su influencia moral, otros, disfrazados de
liberación, han ocupado este espacio con no menos intensidad: la moda, el
lenguaje, el consumismo, las marcas, los medios de comunicación, la educación,
el poder, la economía, la política, la cultura...
Buenas noches, en el lenguaje, hablame de otra palabra, LA PENA, y no me refiero a la Penitencia, sino a ese sentimiento que se hace angustia, que hace apenarse hasta al más inocente por la suerte del más culpable. Y viceversa..., dos polos opuestos de la misma moneda.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog...Machote,
GRACIAS LUIS ÁNGEL. ES EL PRIMER COMENTARIO,
EliminarSEGUIMOS EN LA BRECHA