sábado, 11 de enero de 2014

LA CULPA Y EL PERDÓN (I).
EN LAS FUENTES DEL DEL SUFRIMIENTO
Desde los principios de la humanidad, el ser humano ha encontrado una fuente de sufrimiento en la culpa. Objetivo de este trabajo, de estos apuntes, es reflexionar en torno a este sentimiento y emoción, desde la razón/psicología y desde la fe/Biblia y Teología. El lector podrá descubrir que nos movemos de un ámbito a otro, de una zona a otra. Creemos que están íntimamente relacionados.
El empeño es presentar y compartir vías de solución para hacer frente  a esta realidad tan dolorosa en el ser humano.  Como se verá el alcance y las consecuencias de esta realidad son enormes. No es solo una cuestión teórica sino muy práctica y vital. Más de lo que parece.


1.      LA EXPERIENCIA
Partimos de la experiencia universal que todos nos hemos sentido culpables.  Cuando hemos hecho algo que no debíamos hacer, según nuestras normas, criterios, deberes o principios, se produce en nosotros una conmoción, un malestar mezcla de que las cosas podían haber sido de otra manera. Nos juzgamos, nos condenamos, como si fuéramos dignos de recibir un castigo porque no hemos hecho lo que deberíamos haber hecho.
Hay muchas, miles, de expresiones, que desde la infancia escuchamos cargadas con una fuerte intensidad culpable. “Niño malo, tonto”. Cuando un niño está jugando, regaña a sus juguetes, los castiga o los perdona. Si vamos al futbol, ya sea hombre o mujer, niño o adulto, pequeño o grande, no faltan los consabidos insultos, tacos, amenazas, especialmente a los errores arbitrales.
Cuando pasa algo que nos disgusta, lo primero que preguntamos no suele ser ¿qué ha pasado?, sino ¿quién lo ha hecho? Inmediatamente en nuestra mente surge el juicio y con el juicio la sentencia, y por lo general, suele ser… “culpable”.

2.      EL LENGUAJE
Vaya por delante que al hablar de la culpa hemos de distinguir de “culpa sana” y de “culpa insana”. Otros autores habla de culpa falsa y culpa verdadera: otros adecuada e inadecuada; otros de moral y psicológica. Aquí preferimos hacerlo de culpa sana e insana. ¿Qué las diferencia? Si el motivo es real o es imaginario. Si en la base de esa emoción hay un hecho real o un hecho imaginario, dependiente de la interpretación del sujeto. Desde luego, que somos conscientes que los límites entre una y otra no son fáciles de discernir. Pero además, queremos, con esta distinción, subrayar la existencia real de la culpa. La culpa existe. La culpa se puede perdonar, aceptar. A esto lo llamamos “culpa sana”. No queremos negar la existencia de la culpa ni rebajarla intensidad, pero tampoco crear la globalización de la culpa, todo es culpa. Intentamos movernos entre estos dos extremos.   

Hay palabras que van conexionadas con esta realidad como son:
·         Inculpación: Puede provenir de los otros o de uno mismo: auto-inculpación. Es la propia acusación, nos desgarramos con los sentimientos de culpa, nos castigamos, nos merecemos lo que nos pasa, algo habremos hecho. También, se puede aplicar a los otros, esta manera de pensar.  No nos enfrentamos a la culpa, sino que nos domina y nos arrastra hacia el sufrimiento. Se juzga con sí mismo, se sobrepasa el valor real de la persona.
Es la otra cara del fracaso. Como no puedo conseguir, como no puedo ser lo que debería ser, luego… soy culpable. Como no puedo ser el mejor, debo ser lo peor.
·         Exculpación: Es lo contrario de lo anterior. El otro extremo. No puedo ser culpable. ¿Cómo me voy a enfrentar a mi culpa sino existe? La culpa es de los otros, del superior o inferior, de la sociedad, del sistema, del “cha cha cha”… Esta actitud puede ser fuente de actividad. No se puede permanecer quieto, porque en la quietud emergería el vacío.
·         Justificación: Este término es muy actual. Proviene del ámbito del nuevo testamento, sobre todo de San Pablo. En sus cartas aparece como Cristo nos ha justificado, es decir, nos ha salvado. Es cierto que somos pecadores, pero Cristo nos ha salvado del pecado, nos ha reconciliado, nos ha perdonado la culpa y el pecado.
El término tiene que ver con “justicia”, de donde viene justi-ficación. Ya veremos más adelante en qué sentido podemos interpretar estas palabras a la luz del Nuevo Testamento.    
·         Pecado: No pasa por su mejor momento. Del “todo es pecado” hemos pasado a “nada es pecado”. Hablamos del pecado a  nivel general, psicológico, social, moral. El mayor problema es que lo hemos quitado su dimensión religiosa, su esencial dimensión de relación, de fe. Más aun: lo primero en la Biblia no es el pecado, es la Creación. El centro de la fe no es el pecado, es la Resurrección, la vida. Lo primero es la Luz, luego ya vienen las tinieblas. Cuando en la Iglesia se habla que se “ha perdido el sentido del pecado” habría que decir que esto no es lo más importante. Lo importante es no perder el sentido de que somos criaturas, somos aceptados incondicionalmente. Primero esto. Solo a esta luz podremos descubrir la realidad del pecado, sin angustia, en perdón.
Daños colaterales de esta ausencia, indiferencia o desprecio es:
o   El perdón ya no basta. Es para los débiles, los cobardes. 
o   En ambientes eclesiales se ha infravalorado el sacramento del Perdón.  
o   Relativismo o subjetivismo de la conciencia: “me parece”, “actúo en conciencia”, “va en la conciencia de cada uno”.

·         Redención: Palabra que parece en la Biblia. En hebreo “goel”, quiere decir rescatar, redimir. Con un alto contenido social, se aplica a Cristo como el “goel”, el Redentor que nos rescata del pecado. Hay que llevar cuidado con esta terminología. Durante mucho tiempo se ha interpretado la Redención cristiana desde un punto de vista bastante “mecánico”, no saludable. Ha creado más problemas de los que ha resuelto, ha producido, y sigue produciendo, mucho sufrimiento.

Como veremos,  a partir del siglo XI, con San Anselmo, hablar y vivir de la realidad del pecado y de la culpa ha sido un verdadero Calvario. No quiere decir que ahora estemos mejor. Una de las acusaciones constantes que se vierten sobre la Iglesia hace referencia a esta fijación en el pecado. Actualmente, despojada la Iglesia de su influencia moral, otros, disfrazados de liberación, han ocupado este espacio con no menos intensidad: la moda, el lenguaje, el consumismo, las marcas, los medios de comunicación, la educación, el poder, la economía, la política, la cultura...    

2 comentarios:

  1. Buenas noches, en el lenguaje, hablame de otra palabra, LA PENA, y no me refiero a la Penitencia, sino a ese sentimiento que se hace angustia, que hace apenarse hasta al más inocente por la suerte del más culpable. Y viceversa..., dos polos opuestos de la misma moneda.
    Enhorabuena por el blog...Machote,

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    1. GRACIAS LUIS ÁNGEL. ES EL PRIMER COMENTARIO,
      SEGUIMOS EN LA BRECHA

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