Por último, en esta serie de entregas, me gustaría hacer referencia al evangelio que vamos a leer y escuchar en la Celebración de al Confirmación. Es el del segundo Domingo del tiempo ordinario del Ciclo A.
Texto
Juan 1,29-34
29Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía
hacia él, exclamó: Este
es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30Este es
aquel de quien yo dije: Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí,
porque existía antes que yo. 31Yo no lo conocía, pero he salido a
bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
32Y Juan dio testimonio diciendo: He
contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre
él. 33Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me
dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el
que bautiza con Espíritu Santo. 34Y yo lo he visto y he dado
testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Comentario
Como se ve el que habla es Juan Bautista. Habla de Jesús, del Espíritu, del Bautismo. Nos está narrando el bautismo de Jesús. Acontecimiento que vamos a celebrar este próximo domingo, día 12 de enero.
El
evangelista a través de la imagen del
Cordero nos habla del éxodo y de la pascua. Ese cordero fue la señal de liberación del pueblo de
la muerte con su sangre. Ahora Jesús, con su sangre nos redime y al morir
entrega su Espíritu. Aquel cordero, con su carne, fue alimento para comenzar el
éxodo de la libertad. Ahora, Jesús se nos da a comer en la Eucaristía.
La misión de
este Cordero de Dios es quitar el pecado
del mundo. No se habla de pecados, sino de un pecado único, que no es
expiado, sino borrado, quitado. Ese
pecado existe antes de que Jesús comience su misión. Luego, no se identifica
con negar a Jesús. El pecado es
oponerse a la vida plena que Dios comunica, frustrando su proyecto creador. Entre las
diversas acepciones que tiene el mundo
en Juan, aquí se refiere a la humanidad creada por Dios y con necesidad de
salvación.
El medio para quitar el pecado será el bautismo en el Espíritu, una
acción sobre el individuo. La acción del Mesías no es acaudillar un combate
contra la tiniebla, sino dar al hombre la posibilidad de salir de su dominio,
salir del orden injusto. Jesús abre el camino que permite al ser humano el paso
de la muerte a la vida.
Recuerda lo
dicho anteriormente, Juan da
testimonio de él y grita diciendo: Este es de quien dije: El que viene detrás
de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo (v. 15), y
añade un hombre. No se trata de un
varón cualquiera, sino de él Esposo de la Nueva Alianza. Por eso, pasa delante de mí.
Juan no menciona
el Bautismo de Jesús. Queda en la sombra, no quiere insinuar la más leve
subordinación de Jesús a Juan Bautista.
El Espíritu, a la luz del Prólogo, es la plenitud
de vida y amor (Jn 1,14).
Ha tenido experiencia que el amor pleno que no se desdice nunca, se ha dado en
Jesús.
Como una paloma… Simboliza el cariño al nido. El
Espíritu encuentra su nido, su lugar preferido en Jesús. Es símbolo del amor
del Padre que establece en Jesús su nido permanente.
El bautismo de Jesús será distinto, en el Espíritu.
El de Juan es de agua, externo. Jesús tiene la plenitud, por eso baja el Espíritu. El Espíritu cuando se
refiere a Jesús no lleva el apelativo de “santo” porque santo significa separado,
perteneciente a lo divino. Jesús nunca ha estado separado de la esfera de lo
divino. Ese apelativo solo se aplica a los humanos.
Unas palabras:
Antes de seguir adelante, os comunico que este comentario, aparecerá próximamente en otro de los libros que voy a publicar: Tiempos para crecer. Se recogen los evangelios y sus comentarios de todos los domingos del año del Ciclo A. (Ya sabéis que tengo una cualidad: escribir libros que casi nadie lee). Más adelante saldrá los comentarios a los evangelios de los domingos de Cuaresma y Pascua, Tiempos para la conversión y la vida.
A lo nuestro. En el evangelio, Juan Bautista habla de Jesús como el Cordero de Dios, del Espíritu que bajaba sobre Jesús. Son imágenes/símbolos para transmitirnos que en esta camino de nuestra vida, Cristo es el pan, es el Cordero, que nos alimenta en nuestro éxodo. ¿A quien no le gusta y ansía la libertad? Jesús es el alimento hacia la tierra prometida. Mejor, es la tierra prometida. Y además, nos dice que sobre aquel que veas que baja el Espíritu... ese es el que bautiza en el Espíritu Santo. ¿Qué es bautizar en el Espíritu Santo? Es tener experiencia de Cristo, de su Espíritu. Es descubrir que Cristo es una persona con la que puedo tener una relación. Es vivir desde el encuentro con ÉL. Bautizar en el Espíritu es vivir dándose cuenta que todos podemos ser nidos en los cuales el Espíritu quiere habitar. Por eso, utiliza la imagen de la paloma. No porque lo sea. La paloma siente una tracción fuerte por el nido... como el Espíritu por Cristo, el Espíritu por nosotros.
Y esto, ¿para qué? A Jesús, el Bautismo le costó la vida. (¡Qué exagerado! ) Si, si. Es a partir de su Bautismo, cuando Jesús comienza a anunciar la Buena Noticia. Comienza a hacerla realidad a través de su persona, con obras, no exento de problemas, enfrentamientos. El Bautismo en el Espíritu es poner la vida al servicio de los demás. La vida es entrega. El Espíritu nos acompaña en esta entrega. Nos da fuerza. Nos acompaña. Nos da vida...para que podamos engendrar vida.
Decía hoy "el parte" (el telediario) que una gran mayoría de los jóvenes españoles han perdido la confianza en el futuro. Sus estudios, sus carreras y masters, sus esfuerzos, su dedicación... para nada, o casi nada. ¡Que frivolidad! Mientras, los adultos os/les estamos enseñando que el dinero se consigue fácilmente, criticamos mucho la corrupción pero todos tenemos un precio, a todos nos encanta el dinero fácil, lo importante es tener, aparentar, divertirse... NO. Basta. Desde el relato del evangelio hay que decir: Hay futuro, claro que lo hay. Es posible otro mundo, otra sociedad, otra manera de ver la vida, de vivirla. Para eso celebramos la Confirmación y dejamos que el Espíritu nos bautice. Cristo nos transmite que en medio del pesimismo, de la indiferencia, con la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, podemos cambiar las cosas, las situaciones, y las personas.
A partir del Bautismo/Confirmación, de la experiencia del Espíritu es preciso entregarse, mejor que racanear; servir mejor que ser un roñas; es preferible trabajar, entregar-se por la causa del Evangelio. Pero, antes conozcamos el evangelio, la alegría del Evangelio. Tengamos experiencia de Cristo, de su Espíritu. Es el fundamento de la vida.
Por el momento, comparto esto con vosotros.
Que Dios os bendiga. ¡Que grande es Dios!
Me despido con estas fotografías.
Son del lago de Galilea, la tierra de Jesús. Nuestra tierra. Te invito a que las veas despacio.
Sin prisa.
Hule su aroma, contempla el agua.
Déjate alumbrar por ese sol que atardece.
No digas nada.
No pienses en nada.
No pienses en nada.
Deja que el Nazareno te bautice en su Espíritu.
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