SÁBADO
Juan 14,7-14
7Si
me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo
habéis visto. 8Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre y nos
basta. 9Jesús le replica: Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no
me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú:
Muéstranos al Padre? 10¿No crees que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mí, él mismo hace las obras. 11Creedme: yo estoy en el
Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
12En
verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo
hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre.
13Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre,
yo lo haré.
COMENTARIO
Nadie va al Padre sino por mí. 7Si
me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.
El Padre es el destino, la meta del camino. Cristo/camino se refuerza con
esta expresión. Jesús es el único camino para el Padre. Fuera de él solo hay
extravío/ mentira/muerte. Los destellos de verdad que podemos encontrar son
destellos del camino.
El v. 7 está en relación con v. 9b: Quien
me ha visto a mi ha visto al Padre. Tienen el mismo sentido.
8Felipe
le dice: Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Por boca de Felipe aparece la falta de comprensión. Invitado por Jesús a
seguirlo, Felipe lo identificó con la figura del Mesías, según la mentalidad
judía. Jesús es la realización/plenitud, no de la ley, sino del amor de Dios.
¿Qué sabemos de Felipe? El nombre quiere decir “amante de los caballos”.
Es uno de los Doce, siguió a Jesús después de presentarle a Natanael (Jn 1,43),
aparece de intermediario en la escena de la multiplicación de los panes (Jn 6),
entre Jesús y los paganos (12,21), en el camino de Jerusalén a Gaza sirvió de
guía al eunuco: ¿entiendes lo que estás
leyendo? ¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica? Hech 8,26-39. A
través de las palabras de Felipe, el evangelista proclama la necesidad
honda/profunda y universal de conocer, de “ver” al Padre.
9Jesús
le replica: Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien
me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?
Jesús contesta con una queja. La convivencia con él no le ha sacado de la
idea tradicional, no puede comprender que el Padre está presente en Jesús.
El verbo ver/visto no indica un
ver con estos ojos físicos, como si Dios pudiera ser objeto de nuestra visión,
sino comprensión en la fe, de experiencia de fe. Es la fuerza de un encuentro a
nivel profundo y experimental. Se trata de una experiencia de revelación, de
quitar velos, de auto manifestación del Padre para entrar en comunicación con
el ser humano. A través del Hijo, el creyente está en presencia del mismo
Padre.
10¿No
crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo
por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.
Hay que tener en cuenta la doble perspectiva, un doble plano, que está presente en el relato:
·
Antes de
Pascua: el discípulo aún no ha penetrado en el
misterio de Jesús.
·
Después
de la experiencia pascual: el discípulo se siente en la esfera de lo vino, en
el ambiente del Padre por la comunión con Jesús, mediante el Espíritu.
La presencia del Padre en Jesús es dinámica. A través de él ejercer su
actividad, por ser el lugar de la presencia del Padre.
11Creedme:
yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. 12En
verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo
hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre.
Obras, erga, tiene
sentido pasivo, las obras realizadas. Son acciones a favor del ser humano y a,
la vez, manifiestan al Padre. Son obras del Padre por las que se realiza su
designio, su proyecto, su plan: dar vida en abundancia a la humanidad. Estas obras son el testimonio del Padre a
favor de su hijo. Por ellas se llega a la fe en que Jesús es el enviado de
Dios/Padre.
No hacer caso a estas obras como testimonio delata una situación de pecado.
Al consistir estas obras en acciones que dan al ser humano
fuerza/libertad/plenitud de vida quien conozca al Hijo ha de reconocer la
acción el Padre acción en ellas. La acción de Dios es comunicar vida por amor.
Las obras de Jesús son señales, símbolos
de lo visible. Por la fe llevan al conocimiento de la presencia de lo divino,
el ámbito del Padre.
Las obras de los discípulos son las mismas que las de
Jesús. Es realizar el plan de Dios/Padre (dar vida, comunicar el Espíritu) al
estilo de Jesús, a través de la adhesión activa y continúa por la entrega de sí
mismo a los demás. La situación de la humanidad ha de ser un estímulo a
realizar las obras de Jesús que manifiestan el amor de Dios. No se trata de
señales portentosas ni espectaculares, sino el trabajo por la liberación y la vida
del ser humano. La comunión entre Jesús y su comunidad es tan estrecha que de
la misma forma que Jesús expresa/simboliza al Padre, la comunidad debe
expresar/simbolizar a él. Desde esa comunión cualquier cosa que los discípulos
pidan al Padre en el nombre de Cristo, él la realizará.
La comunidad de Jesús tiene que recorrer un camino, en un dinamismo de
vida, de progresión. Su término pude ser el éxito (madurez, el pleno desarrollo
de las facultades) o el fracaso (decadencia, ruina), pero es Jesús quien marca
la dirección en la que el ser humano se realiza, el camino que él ha abierto en
dirección a la solidaridad, a la entrega y al amor creciente. Este es el camino
del éxito, de la vida definitiva. Y al mismo tiempo, Jesús comunica su vida, el
Espíritu, para recorrer ese camino. El Espíritu empuja al ser humano por el
camino, Cristo, hacia la meta, hacia el encuentro final del Padre.
Jesús acompaña siempre a los suyos en este camino. No es solo individual
sino comunitario. La muerte no interrumpe la relación. Jesús los acompaña. Su
amor se asocia al peregrino.
13Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. 14Si me pedís algo en mi nombre,
yo lo haré.
La obra de Jesús ha sido sólo un comienzo; el futuro reserva una labor más extensa. El discípulo
podrá hacer lo mismo que Jesús e incluso más. Esto confirma que las
señales hechas por Jesús no son irrepetibles por extraordinarias; su carácter principal es ser
símbolos
de la actividad
que libera al hombre, ofreciéndole vida. Con estas palabras da ánimo a los
discípulos para
el futuro trabajo; la tarea liberadora puede ir adelante.
Los discípulos no están solos en su trabajo ni en su camino, Jesús seguirá actuando con ellos. A través
de él, el amor del Padre, su gloria, seguirá manifestándose en la ayuda a los discípulos para la
misión.
La oración de la comunidad expresa
su vinculación a Jesús. Se realiza desde la realidad de la unión con él, pidiendo fuerza
para realizar su obra.
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