LUNES
3 1Había un fariseo llamado
Nicodemo, jefe judío. 2Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede
hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. 3Jesús le
contestó: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver
el reino de Dios. 4Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombre
siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer? 5Jesús le contestó: En verdad, en verdad te digo: El que no
nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo
que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. 7 No
te extrañes de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo; 8el
viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a donde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu.
INTRODUCCIÓN AL CAPÍTULO 3 Y 4
DE JUAN
La primera parte de la actividad de Jesús se caracteriza por su
propuesta de cambio institucional. Su punto de partida es Caná de Galilea,
donde vuelve después de haber pasado por Jerusalén, la región de Judea y
Samaria.
En Israel, ofrece:
·
Un
alianza nueva, una nueva relación con Dios (Jn 2,1-11).
·
Un nuevo
santuario que sustituye al templo corrompido (Jn 2,13-22).
·
Una
superación de la ley, sustituida por el Hijo del Hombre levantando en alto,
signo del amor del Padre (Jn 3,12-21).
·
Un nuevo
y único mediador, Jesús, el Hijo Esposo (Jn 3,22-4-3).
Todo es incomprendido o rechazado.
En Samaria que lo acepta, confiere una nueva sabiduría, el Espíritu, en
lugar de la tradición y anuncia un nuevo culto (Jn 4,4-15).
Termina el ciclo con la vuelta a Caná (4,45-46)
COMENTARIO
3 1Había un fariseo llamado
Nicodemo, jefe judío. 2Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede
hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.
3Jesús le contestó: En verdad, en
verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Jesús ha reaccionado con
violencia en el templo, ante sus dirigentes, por explotar a los pobres y hacer
del templo un negocio. El evangelista nos muestra a continuación las primeras
reacciones. Primero la de los que creen que Jesús es un reformista (Jn 2,23-25),
como los discípulos. Después, la reacción de los fariseos, representada por Nicodemo. Nicodemo (de origen griego, su nombre quiere decir “conquistador del
pueblo”) no parece como discípulo; era
fariseo y jefe entre los judíos.
Nicodemo va a Jesús de noche. No es solo una noche física, sino que tiene un sentido
simbólico. El mundo de la ley, de los fariseos, representa a las tinieblas.
Como hombre de la Ley, Nicodemo ve en Jesús al
Mesías-maestro, Rabí, enviado por Dios para establecer su reinado por
medio de la estricta observancia
de la Ley de Moisés. Con esta idea del Mesías, Nicodemo aprueba la
actuación de Jesús en el templo: su denuncia de los
dirigentes y su controversia con ellos. De hecho, el templo estaba regido por los sumos sacerdotes, pertenecientes al partido saduceo, que no admitían la interpretación farisea de la Ley, y esto creaba oposición entre ambos partidos (saduceos y
fariseos.
Jesús cambia radicalmente el
planteamiento de Nicodemo. La sociedad humana alternativa que Jesús propone, el reino de Dios, no se formará por la observancia de una Ley externa, que, privando al hombre de libertad e iniciativa, lo mantiene en el infantilismo, sino por la creación de un hombre nuevo, adulto, que obra movido por un principio interior.
La palabra griega que se traduce por de nuevo tiene un doble sentido: de nuevo / de arriba, y con él juega
el evangelista: ese nuevo nacimiento no es como el primero; tiene que ver con la esfera de Dios.
4Nicodemo le pregunta: ¿Cómo
puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el
vientre de su madre y nacer?
La reacción de Nicodemo muestra su total incomprensión. Interpreta las palabras de Jesús como si se tratara de regresar al principio de esta misma vida, entrar por segunda vez en el vientre de su madre, para volver a empezar otra vez
como antes. No concibe que
el hombre pueda cambiar desde dentro y comenzar una vida gobernado por la imposición de una norma
externa. No cree en las posibilidades del ser humano.
5Jesús
le contestó: En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de
Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo que nace de la
carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. 7 No te
extrañes de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo; 8el viento
sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a donde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu.
Jesús insiste: el nuevo nacimiento consiste en nacer de agua y Espíritu, es decir, del agua que es el Espíritu (nacer de Dios es recibir la vida de su plenitud, cfr. Jn
1,13-16).
El símbolo del Espíritu, en cuanto fuerza de amor, es el vino en Caná, (Jn 2,3.9.10); ahora, en cuanto
principio de vida, es el
agua. Jesús afirma que sin la nueva vida que
da el Espíritu y que
potencia al hombre no puede establecerse el reino de Dios. Jesús argumenta con las siguientes
expresiones:
·
De
la carne nace carne, es decir, de lo humano y caduco nace
lo débil y transitorio, en
este caso el hombre incompleto, no acabado; con esto indica Jesús a
Nicodemo que el régimen de la Ley, que no cambia al hombre internamente, lleva al fracaso.
·
Del Espíritu nace espíritu, de lo divino y permanente nace lo fuerte y definitivo,
el hombre con su nueva capacidad de amar. El Espíritu transforma al hombre.
·
El
viento-Espíritu sopla donde quiere, es decir, el reinado de Dios no conoce fronteras, su campo de acción es imprevisible y no se limita a Israel. El hombre que ha nacido del Espíritu y se mueve por el impulso interno de amor, no puede ser encasillado en las categorías convencionales, porque su modo de proceder no está prefijado por códigos humanos.
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