domingo, 29 de abril de 2018

SEMANA V DE PASCUA

SÁBADO 5 DE MAYO

Juan 15,18-21
18Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. 19Si fuerais del mundo, el mundo os amar como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. 20Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardan la vuestra. 21Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.

COMENTARIO
El mundo, designa el sistema basado en el poder y en la opresión. En el evangelio se identifica con la institución religiosa, que tenía su centro en Jerusalén. Dentro de la perspectiva de la misión de Jesús, con esta expresión se incluye a todo sistema injusto.
El odio del que habla Jesús es el que siente hacia la luz que lo denuncia por actuar en contra de la persona. Precisamente, el mundo odia a Jesús por la denuncia que hace de su modo de obrar (Jn 7,7). El favor o la desgracia ante el mundo dependen de la aceptación o no de sus valores. El mundo exige que los individuos se integren en él, acomodándose a sus principios y no haciendo caso de su injusticia.

Al optar por Jesús, los discípulos han roto con el mundo, y la elección o acogida de Jesús los ha sacado de él. Éste es el éxodo al que Jesús invita: el paso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida. Por eso el mundo día a los discípulos como odia a Jesús.

Jesús repite la primera parte del proverbio que había citado con ocasión del lavado de los pies (Jn 13,16). La persecución es la consecuencia inevitable de poner la vida al servicio de los otros. La actitud de los partidarios del mundo ante Jesús y los suyos es la sospecha. Mejor que guardar la palabra es traducirlo por sospechar. El mensaje que propone una alternativa los irrita y los alarma, temen perder sus adeptos.

Los dirigentes se han negado a reconocer que Jesús era el enviado del Padre; han creado una imagen falsa de Dios y por eso se oponen al verdadero. El que ellos adoran se hace cómplice de la opresión, puesto que en su nombre ejercen el dominio. No pueden tolerar 

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