domingo, 23 de diciembre de 2018

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25 DE DICIEMBRE. NAVIDAD


REZAR EN NAVIDAD. 25 DE DICIEMBRE. ¿CUÁL ES MI IMAGEN DE DIOS?
El cuarto evangelio comienza con un prólogo muy especial. Es una especie de himno que, desde los primeros siglos, ayudó decisivamente a los cristianos a ahondar en el misterio encerrado en Jesús. Si lo escuchamos con fe sencilla, también hoy nos puede ayudar a creer en Jesús de manera más profunda. (los comentarios a algunas frases del prólogo están tomados de J.A. PAgola)

San Juan 1,1-18

En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.

La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.

Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Los profetas, los sacerdotes, los maestros de la ley hablaban mucho de Dios,
pero ninguno había visto su rostro.
Lo mismo sucede hoy entre nosotros:
en la Iglesia hablamos mucho de Dios,
pero nadie lo hemos visto.
Solo Jesús, el Hijo de Dios, que está en el seno del Padre es quien lo ha dado a conocer.

No lo hemos de olvidar.
Solo Jesús nos ha contado cómo es Dios.
Solo él es la fuente para acercarnos a su Misterio.
¡Cuántas ideas raquíticas y poco humanas de Dios
hemos de desaprender y olvidar
para dejarnos atraer y seducir
por ese Dios que se nos revela en Jesús!

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
Dios no es mudo.
No ha permanecido callado,
encerrado para siempre en su Misterio.
Dios se nos ha querido comunicar.
Ha querido hablarnos,
decirnos su amor,
explicarnos su proyecto.
Jesús es sencillamente el Proyecto de Dios hecho carne.

Dios no se nos ha comunicado por medio de conceptos y doctrinas sublimes
que solo pueden entender los especialistas.
Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús,
para que lo puedan entender hasta los más sencillos,
los que saben conmoverse ante la bondad,
el amor
y la verdad que se encierra en su vida.
Han desaparecido las distancias.
Dios se ha hecho carne.


y acampó entre nosotros,
Habita entre nosotros.
Para encontrarnos con él,
no tenemos que salir fuera del mundo,
sino acercarnos a Jesús.
Para conocerlo, no hay que estudiar teología,
sino sintonizar con Jesús,
comulgar con él.


y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Cómo cambia todo cuando uno capta por fin que
Jesús es el rostro humano de Dios.
Todo se hace más simple y más claro.
Ahora sabemos cómo nos mira Dios cuando sufrimos,
cómo nos busca cuando nos perdemos,
cómo nos entiende y perdona cuando lo negamos.
En él se nos revela la gracia y la verdad de Dios.

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