25 DE DICIEMBRE. NAVIDAD
REZAR EN NAVIDAD. 25 DE DICIEMBRE. ¿CUÁL ES MI IMAGEN DE DIOS?
El cuarto evangelio comienza con un prólogo muy especial. Es una
especie de himno que, desde los primeros siglos, ayudó decisivamente a los
cristianos a ahondar en el misterio encerrado en Jesús. Si lo escuchamos con fe
sencilla, también hoy nos puede ayudar a creer en Jesús de manera más profunda.
(los comentarios a algunas frases del prólogo están
tomados de J.A. PAgola)
San Juan 1,1-18
En el principio ya existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió.
La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no la recibieron.
Los profetas, los sacerdotes, los
maestros de la ley hablaban mucho de Dios,
pero ninguno había visto su
rostro.
Lo mismo sucede hoy entre
nosotros:
en la Iglesia hablamos mucho de
Dios,
pero nadie lo hemos visto.
Solo Jesús, el Hijo de Dios, que está en el seno del Padre es quien lo ha dado a
conocer.
No lo hemos de olvidar.
Solo Jesús nos ha contado cómo es
Dios.
Solo él es la fuente para
acercarnos a su Misterio.
¡Cuántas ideas raquíticas y poco
humanas de Dios
hemos de desaprender y olvidar
para dejarnos atraer y seducir
por ese Dios que se nos revela en
Jesús!
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano,
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
Dios no
es mudo.
No ha
permanecido callado,
encerrado
para siempre en su Misterio.
Dios se
nos ha querido comunicar.
Ha
querido hablarnos,
decirnos
su amor,
explicarnos
su proyecto.
Jesús es
sencillamente el Proyecto de Dios hecho carne.
Dios no se nos ha comunicado por
medio de conceptos y doctrinas sublimes
que solo pueden entender los especialistas.
Su Palabra se ha encarnado en la
vida entrañable de Jesús,
para que lo puedan entender hasta
los más sencillos,
los que saben conmoverse ante la
bondad,
el amor
y la verdad que se encierra en su
vida.
Han desaparecido las distancias.
Dios se ha hecho carne.
y acampó entre nosotros,
Habita entre nosotros.
Para encontrarnos con él,
no tenemos que salir fuera del
mundo,
sino acercarnos a Jesús.
Para conocerlo, no hay que
estudiar teología,
sino sintonizar con Jesús,
comulgar con él.
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
Cómo cambia todo cuando uno capta
por fin que
Jesús es el rostro humano de
Dios.
Todo se hace más simple y más
claro.
Ahora sabemos cómo nos mira Dios
cuando sufrimos,
cómo nos busca cuando nos
perdemos,
cómo nos entiende y perdona
cuando lo negamos.
En él se nos revela la gracia y la verdad de Dios.
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