VIERNES, 4 DE ENERO
Juan 1,35-42
35Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos
y, 36fijándose en Jesús que pasaba, dice: Este es el Cordero de
Dios. 37Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. 38Jesús
se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: ¿Qué buscáis? Ellos le
contestaron: Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives? 39Él les
dijo: Venid y veréis. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él
aquel día; era como la hora décima.
40Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que
oyeron a Juan y siguieron a Jesús; 41encuentra primero a su hermano
Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). 42Y
lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo
de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro).
1. COMENTARIO
Juan es una figura
estática, siempre está en el mismo sitio: su sitio es ser precursor y allí
permanece mientras dura su misión. Antes
lo vio venir, detrás de mí, y hoy lo
ve pasar, delante de él. Deja de ser precursor y toca el turno de decir: “Se
acabó, ese es, seguidle". Debajo de la palabra “cordero” está lo aportado en el prólogo:
-
El
que con su sangre me libra de la muerte;
-
El
que con su carne me alimenta en el éxodo hacia la plenitud;
-
El
que tiene la plenitud;
-
El
Mesías esperado que espero que me fecunde.
Los dos discípulos
oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. La reacción es inmediata: le
siguieron. Si este es la plenitud que me va a plenificar, le sigo. El texto
entre líneas nos dice que hubo un trecho de silencio. Silencio roto por la
iniciativa de Jesús. Aunque tú seas el que le sigue a él, él es quien toma la
iniciativa. La búsqueda solo alcanza su objetivo cuando Jesús toma la
iniciativa. Seguir a Jesús compromete porque tarde o temprano te pregunta.
Es una pregunta
válida para todos los hombres de toda época y condición. No se refiere a su
persona, sino al objetivo que persiguen ¿Qué objetivo persigues en la vida? Es
una pregunta que insinúa que hay seguimientos equivocados, adhesiones que no
sirven.
Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives? Los dos primeros
discípulos era “gallegos”, le contestaron con otra pregunta: ¿Rabí, dónde vives? Reconocen que Jesús
tiene al que enseñarles: Rabí.
Buscamos conocer. Quieren vivir bajo su influjo: vivir contigo; eres la
plenitud de vida, busco la plenitud de vida que tú conoces y que me puedes
enseñar.
Venid y veréis. Fue la respuesta
correcta porque contestó: Venid y lo
veréis. No se refiere a lugar o habitáculo alguno, a ninguna casucha de
cañas o cueva de piedra pobre pero limpia. Se refiere a la experiencia íntima y
personal con el que tiene vida plena.
Venid--haced
experiencia conmigo y veréis--conoceréis, gustaréis plenitud.
Lógicamente cuando
uno hace experiencia de este tipo, se queda. Los dos se quedaron. Comienza la
comunidad nueva del Mesías, de ahí la importancia de un momento en el que se
señala la hora: las 4 de la tarde (a las 6, la hora duodécima, comenzaba el nuevo
día). Jesús ha llegado y ha comenzado a crear comunidad, el fin de lo antiguo
está muy próximo, es ya la hora décima.
El otro discípulo no
será identificado en todo el evangelio.
Igual que Juan nos ha
descrito el modelo de encuentro con Jesús, aquí tenemos el modelo de discípulo,
el amado, que no se separará de él en todo su evangelio. Está siempre con él
hasta en las circunstancias peores: proceso en el palacio del Sumo Sacerdote,
al pie de la cruz… Este discípulo innominado, sin nombre, representa la
comunidad ideal, como Mª Magdalena representa el papel de comunidad-esposa del
Mesías.
El identificado es Andrés. Si no se ha identificado hasta
ahora es porque la escena anterior es paradigmática: es el modelo de todo
encuentro con Jesús. Los nombres, Andrés, Juan, no importan.
Su experiencia
provoca el ir a comunicar a su hermano Simón /Pedro y a más gente (el
“primeramente”, primero, indica que la actividad de Andrés no acabó solo en
Pedro).
Le dijo: Hemos encontrado al Mesías. Es un
discípulo de Juan Bautista que ha comprendido rectamente el mensaje de Juan y
ha tenido experiencia con Jesús, ya sabemos que significa Mesías y lo alejado
que está este concepto de las expectativas judías:
-
Es
el que inaugura la nueva pascua, la nueva alianza que da al traste con la
antigua, el que no está en línea ni del Mesías ni de Moisés;
-
Es
el que, como está lleno del Espíritu, tiene plenitud de vida.
Hemos encontrado, porque la experiencia del Mesías, aunque es
íntima y personal, se da en comunidad, es compartida, porque el personaje Andrés además de ser real, también es
representativo de los discípulos de Juan que siguen a Jesús.
Es una entrevista muy
singular. Pedro no se acerca por propia iniciativa; no comenta la frase de su
hermano ni se le ve el más entusiasta; no pronuncia ni una sola palabra. Jesús
no le invita a seguirle. Solo al final del evangelio Jn 21,19, cuando haya
profesado tres veces su amor le dirá: Sígueme.
Solo las palabras de
Jesús nos adentran en parte del misterio:
·
Simón hijo de Juan: sabemos por otros
evangelistas Mt 16,17 que el padre de Simón se llamaba Jonás. Sabemos que solo
cuando el hijo es único lleva artículo. Aquí lo lleva y sabemos porque el texto
lo dice que no era hijo único, al menos estaba Andrés.
·
El
hijo de Juan no puede significar otra
cosa que “el gran adepto (artículo determinado) de Juan Bautista.”
·
Simón pertenece también al
círculo de Juan, y representa a los discípulos del Bautista que no han
escuchado el testimonio de Juan Bautista, no han seguido a Jesús. Es de los que
se han quedado en la adhesión al movimiento de protesta y expectación.
Pedro aunque
establece relación con Jesús, no se pronuncia, su actitud queda en suspenso, no
expresa ninguna reacción favorable a Jesús.
Los primeros discípulos
que siguieron a Jesús fueron de la órbita de Juan Bautista y dentro de estos
hubo dos tipos de discípulos:
·
Los
que no solo rompieron con la situación, sino que además esperaban al Mesías
descrito por Juan (Andrés y el no-nombrado discípulo modelo).
·
Los
representados por Simón que siendo fervientes discípulos del Bautista, no
escuchan el mensaje ni siguen a Jesús; simplemente se dejan llevar pasivamente
a su presencia. Han roto con las instituciones, pero no conocen la calidad ni
la misión de Jesús, ni la alternativa que propone.
Son Cefas,
piedras duras que solo con todo el ministerio de Jesús y al final se ablandan,
tan tarde que solo cinco versículos antes que se acabe el evangelio escuchan: Sígueme.
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