LUNES, 25 DE FEBRERO
Marcos 9,13-28
14Cuando volvieron a donde estaban los demás discípulos,
vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos. 15Al
ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo. 16Él les
preguntó: ¿De qué discutís?
17Uno de la gente le contestó: Maestro, te he traído a
mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar; 18y cuando lo
agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda
rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen y no han sido capaces. 19Él,
tomando la palabra, les dice: ¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con
vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. 20Se lo
llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por
tierra y se revolcaba echando espumarajos. 21Jesús preguntó al
padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde pequeño. 22Y
muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo
puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos. 23Jesús replicó: ¿Si
puedo? Todo es posible al que tiene fe. 24Entonces el padre del
muchacho se puso a gritar: Creo, pero ayuda mi falta de fe. 25Jesús,
al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo y
sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él. 26Gritando
y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo
que muchos decían que estaba muerto. 27Pero Jesús lo levantó
cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
28Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a
solas: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros? 29El les respondió:
Esta especie solo puede salir con oración.
COMENTARIO
14Cuando volvieron a donde estaban los demás discípulos,
vieron mucha gente alrededor y a unos escribas discutiendo con ellos. 15Al
ver a Jesús, la gente se sorprendió y corrió a saludarlo.
16Él les preguntó: ¿De qué discutís?
Jesús pregunta a la
multitud. Ellos son los discípulos.
Va a ser uno de la gente el que va a
responder exponiendo la situación de su hijo. La multitud creía que presentar a
los discípulos la situación del
pueblo era lo mismo que hacerlo con Jesús, pero no es lo mismo. Los discípulos,
ante la presencia de escribas, han
sido incapaces de dar una respuesta.
17Uno
de la gente le contestó: Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que
no lo deja hablar; 18y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa
espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos
que lo echen y no han sido capaces.
A la pregunta de Jesús,
responde uno, sin nombre,
representativo de la gente que busca en Él una esperanza. Llama a Jesús maestro, no “rabbi”, lo cual quiere
decir que está dispuesto a seguir a Jesús. No le importa la doctrina oficial
del judaísmo que ha expulsado a Jesús del sistema.
El padre presenta a su hijo
con todo detalle, es un reflejo de la situación deteriorada del pueblo:
·
Su hijo tiene un
espíritu mudo, no le deja hablar. No le deja manifestarse, vive incomunicado. Es
figura del pueblo sometido al fracaso, a la desesperanza, nadie se ocupa de él.
·
El espíritu lo agarra en cualquier sitio, es decir,
en cualquier lugar que se encuentre el espíritu inmundo lo violenta.
·
Lo tira al suelo, echa espumarajos. La descripción del muchacho es figura del pueblo lleno
de rabia ante la situación. Lo peor está en que las autoridades de la religión
oficial presentan la situación como querida por Dios. El pueblo no puede hacer
nada, solo queda la resignación.
·
Se queda rígido,
bloqueado, inerte, acorralado.
A través de este padre y de
su hijo, con posibles ataques de epilepsia, Marcos nos transmite la situación
del pueblo. El hijo es figura del pueblo pasivo, agotado por la doctrina judía,
que espera una salvación milagrosa, sometido a renunciar a todo esfuerzo por
salir de esa situación. El padre es una persona adulta, con iniciativa,
representante del pueblo que no se resigna. La relación entre padre e hijo es
de responsabilidad del padre hacia el hijo, por ello le presenta su hijo a
Jesús.
La frustración del padre,
al acudir a los discípulos, es patente. Estos no aceptan el mensaje de Jesús,
siguen con la mentalidad de los letrados. Por eso no engendran vida Este era el
tema de discusión del que se hace referencia al comienzo (v.14)
19Él, tomando la palabra, les dice: ¡Generación
incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que
soportar? Traédmelo.
Jesús se muestra
decepcionado, primero, por los discípulos, a los que les cuesta entender la
calidad del Mesianismo de Jesús; después, por la gente que vive sometida, y,
por último, por los escribas, enrocados en sus verdades olvidándose del pueblo.
Jesús protesta porque la
gente no tiene fe. No cree en Él como Mesías. Es generación incrédula, sin fe. Siguen creyendo y esperando un mesianismo
triunfal, de poder. Las preguntas en boca de Jesús expresan esa falta de
decisión y acogida hacia su mensaje: ¿Hasta
cuándo tendré que estar?... Es como si dijera, “¿cuándo os vais a atrever a
dar el paso y confiar en mí? ¿Cuándo os vais a convertir en protagonistas de
vuestra vida? ¿O preferís seguir siendo mudos?” Jesús manda que le presenten al
muchacho/pueblo sometido.
20Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús,
retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos. 21Jesús
preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde
pequeño. 22Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para
acabar con él. Si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
Al estar frente a Jesús, la
mentalidad que domina al pueblo se manifiesta, retorció, cayó por tierra, se revolcaba… A la pregunta de Jesús, el
padre responde desde pequeño. Es
decir, el pueblo está oprimido y sometido desde la infancia. El plan de Dios
sobre el pueblo se convirtió, desde los inicios, en fanatismo. Y muchas veces lo ha echado al fuego y al
agua para acabar con él”, continúa el padre aportando detalles. Detalles
que se interpretan como símbolos: el
fuego simboliza a Elías, un profeta como el fuego; el agua a Moisés, salvado de las aguas, el que cruza las aguas.
Ambos personajes, representan la tradición antigua, es la interpretación de esa
tradición lo que tiene sometido al pueblo. Si
algo puedes…, son las últimas palabras del padre en nombre de la multitud,
de su hijo y de sí mismo suplicando la intervención de Jesús.
23Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene
fe. 24Entonces el padre del muchacho se puso a gritar: Creo, pero
ayuda mi falta de fe.
Jesús replica al padre
diciendo: “yo puedo si tú tienes fe, yo puedo si tú crees”. Para el que tiene fe, todo es posible.
Este tener fe es confiar en Jesús,
creer y esperar en la liberación de Jesús. De esta manera, Jesús quiere llamar
la atención sobre los discípulos que acompañan a Jesús pero no acaban de
acogerle como norma de su vida. La gente que esperaba un Mesías solo de arriba,
milagrero, que iba a actuar sin contar con el pueblo dándoselo todo
solucionado, ahora, puede oír de Jesús que ese no es el camino. La liberación
pasa por la entrega de uno mismo.
El padre, ya no puede más,
lanza un grito lleno de angustia: “Estoy aquí porque confío y espero en ti,
ayúdame a creer de verdad en ti”
25Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu
inmundo, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no
vuelvas a entrar en él.
¿Qué gente es esta? ¿No es la que estaba al comienzo del relato
discutiendo con los discípulos? ¿Cuántas gentes hay? Se trata de los que siguen
a Jesús, pero no provienen del judaísmo. Por eso a Jesús le entran las prisas
para no mezclar a estos seguidores que provienen del paganismo con los del judaísmo.
Jesús ordena al espíritu inmundo, contrario al Espíritu
de Jesús que da la vida en plenitud, mudo,
somete al pueblo al silencio, y sordo
al mensaje liberador de Jesús, que salga del muchacho y no vuelvas a entrar en él. La orden, el mandato de Jesús produce la
liberación definitiva y permanente.
26Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño
se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto. 27Pero
Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
El espíritu, la fuerza
violenta, salió con resistencia. La dificultad de su salida se debe a que
estaba dominando desde pequeño.
Liberar al pueblo oprimido de una marginación de tanto tiempo parece que es
quitarle la vida. El muchacho se quedó
como un cadáver, es una muerte que acaba en resurrección: Jesús lo agarra de la mano, como a la hija de Jairo;
lo levantó; el niño se pone en
pie. A través de estos tres
verbos/acciones, verbos clásicos para hablar de la resurrección de Cristo, se
nos descubre el proceso pascual de liberación de la persona. Al igual que el
pueblo estaba muerto en vida, representado por el chiquillo, ahora Jesús lo ha
resucitado.
28Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a
solas: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros? 29El les respondió:
Esta especie solo puede salir con oración.
Los
discípulos que tienen la sensación del fracaso, viven un aparte con Jesús, a solas. Están en la incapacidad para
entender a Jesús. Su pregunta denota falta de conexión. La respuesta de Jesús
no es directa. Los discípulos, solamente, cuando pidan como el padre serán
capaces de liberar a los demás. Su incomprensión proviene en seguir la doctrina
de los escribas que dejaba inactivo al pueblo. Los discípulos lo serán de
verdad cuando se atrevan a dar el paso de acoger a Jesús como el Mesías,
abandonando la doctrina oficial.
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