VIERNES, 1 DE MARZO
Marcos 10,1-12
10 1Y desde allí se marchó a Judea y a
Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino y según su
costumbre les enseñaba. 2Acercándose unos fariseos, le preguntaban
para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer? 3Él
les replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés? 4Contestaron: Moisés
permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla. 5Jesús les dijo:
Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. 6Pero
al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. 7Por eso
dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer 8y
serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. 9Pues
lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
10En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre
lo mismo. 11 Él les dijo: Si uno repudia a su mujer y se casa con
otra, comete adulterio contra la primera. 12Y si ella repudia a su
marido y se casa con otro, comete adulterio.
COMENTARIO
1Y desde allí
se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el
camino y según su costumbre les enseñaba. 2Acercándose unos
fariseos, le preguntaban para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito al hombre
repudiar a su mujer?
Los fariseos que se acercan a Jesús pretenden ponerlo a prueba/tentarlo (Mc 1,13). Se debatía mucho en las escuelas
rabínicas cuáles eran los motivos que justificaban el repudio, que estaba permitido por la Ley. Ahora quieren ver
hasta qué punto lo acepta Jesús. El repudio significaba que el hombre podía
despedir a su mujer por algún motivo, sin más explicación. Expresaba la
superioridad del hombre y su dominio sobre la mujer y reflejaba, en la esfera
doméstica, la opresión ejercida en todos los niveles de la sociedad judía.
3Él les replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés? 4Contestaron:
Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla. 5Jesús
les dijo: Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto.
Jesús les pregunta sobre el fundamento
de su postura. Cuando citan a Moisés, Jesús no se intimida: les declara
abiertamente que, al dar ese precepto cediendo a la obstinación y dureza del
pueblo, Moisés fue infiel a Dios y frustró el designio divino.
6Pero al principio de la creación Dios los creó hombre
y mujer. 7Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá
a su mujer 8y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son
dos, sino una sola carne. 9Pues lo que Dios ha unido, que no lo
separe el hombre.
El ideal del matrimonio está basado en el proyecto
creador de Dios: un amor superior al de los padres realiza una identificación
que excluye el dominio, serán los dos un sola carne.
Contra toda la mentalidad y práctica de la cultura
judía, Jesús afirma claramente la igualdad del hombre y de la mujer. No valen
leyes humanas que destruyan esa igualdad querida por Dios. La mera decisión
unilateral de un cónyuge no basta para anular el vínculo creado en la pareja, lo que Dios ha unido, que no lo separe el
hombre.
10En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre
lo mismo. 11Él les dijo: Si uno repudia a su mujer y se casa con
otra, comete adulterio contra la primera. 12Y si ella repudia a su
marido y se casa con otro, comete adulterio.
De nuevo está Jesús en la casa/comunidad, y allí se vuelve a hacer patente la
incomprensión de los discípulos (Mc 7,17; 9,28). Estos no pueden entender que se hable de
igualdad entre el hombre y la mujer. Participan de la dureza y obstinación que
ha reprochado Jesús a los fariseos y al pueblo.
Jesús reafirma la igualdad mencionando las dos
posibilidades contrarias: ni el hombre puede tomar esa decisión por su cuenta
ni tampoco la mujer. Este último caso era inconcebible en la sociedad judía,
aunque sí se daba en la sociedad romana.
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