domingo, 24 de febrero de 2019

SEMANA VIII. TIEMPO ORDINARIO
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DOMINGO


Lucas 6,39-45
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos 39 les dijo una parábola:
¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 40No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
41¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? 42¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.

43Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; 44por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
45El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca. 46¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Palabra del Señor

COMENTARIO
Continúa Jesús completando su enseñanza que comenzó con las Bienaventuranzas (Felicidades). El texto lo podemos dividir en dos partes.
Primera. Jesús insiste en el ojo, en la visión, en la interpretación de la realidad de otra forma. Jesús propone ver la realidad con ojos nuevos. No acostumbrarnos a lo de siempre, sino ver las cosas y las personas desde los valores del evangelio como son el perdón, la justicia, la misericordia.
Esto es importante. No nos hace daño lo que nos pasa sino como interpretamos lo que nos pasa. La realidad no es la causa de nuestro sufrimiento sino como interpretamos la realidad. La clave está en nuestra mentalidad.
-          Si nuestra mentalidad se rige por los valores de poder, de la riqueza, del dinero, del poder, de la eficacia, nos llevará al sufrimiento.
-          Si nuestra mentalidad, en cambio, se deja guiar por los valores de Jesús producirá paz, serenidad. Con esto no se quiere decir que desaparezcan los problemas o las preocupaciones, pero todo eso no nos quitarán la paz de sentirnos seguidores de Jesús.

Segunda. Se refiere a nuestro interior, a nuestro corazón, como símbolo de nuestra interioridad. Según como sea nuestro árbol, nuestro interior, así serán nuestros frutos, nuestras obras.
Lo cual nos lleva a considerar que nunca hemos de olvidar nuestro interior, todo ese mundo de pensamientos, sentimientos y emociones. Al final, nuestras obras siempre son expresión de nuestro mundo interior. Sentimos como pensamos. Actuamos o nos comportamos como pensamos.
Hay veces que pensamos una cosa, sentimos otra y hacemos otra. Pero siempre habrá que considerar que la persona es una unidad.
Solemos tener la costumbre de buscar soluciones a nuestros problemas desde fuera, cuando la raíz de los mismos está en nuestro interior, en nuestra forma de pensar, en nuestras ideas, que crean nuestras emociones y nos empujar a actuar de una manera u otra. Todo se puede comprobar fácilmente siguiendo el siguiente esquema:
Pensamientos--- emociones---conducta
Miremos como nos sentimos en estos instantes. Nos fijamos ahora en lo que pensamos y tendremos el sentido de nuestros sentimientos. Y así, podremos obtener también respuesta a por qué obramos de un modo u otro.

Las palabras de Jesús también son estímulo para cuidar nuestra interioridad. Intentar cuidar nuestro corazón, nuestro mundo interior. Si hay algo que sobresale actualmente es la superficialidad con la que vivimos. Esto quiere decir que solo intentamos vivir, tener miles de experiencias sin detenernos a preguntarnos a donde nos conduce este estilo o forma de vivir. Así, por ejemplo, parece que siempre nos movemos por el “me apetece” sin ir más allá de las consecuencias de nuestros actos.
La palabra “responsable” proviene de responder de lo que hacemos, ya sea bueno, malo o regular. Actualmente, la gente parece que ha decido dejar de ser responsable: “Yo hago lo que me apetece y cada cual que se apañe o ya vendrá otro que responda por mi”. Esto no vale.
De la abundancia del corazón habla la boca, nos dice Jesús. ¿De qué está lleno nuestro corazón? ¿de qué rebosa nuestro corazón? Seamos sinceros y honestos con nosotros mismos.

ORAR

Señor Jesús,
abre nuestros ojos,
transforma nuestra mirada,
sana nuestra ceguera,
cambia nuestra interpretación de la realidad,
convierte nuestra mentalidad para poder vivir a tu estilo y semejanza.

Señor Jesús,
transforma nuestras rivalidades en paz,
nuestros odios en  amor,
nuestras discordias y resentimientos en bondad,
nuestra agresividad en servicio
para que podamos dar frutos de buenas obras.

Que tu Palabra sea el injerto de nuestra vida
que hace posible el cambio,
la transformación personal y comunitaria,
social y eclesial.
Que en medio de la soledad sepamos acoger y escuchar.
Que en medio del error, de la culpa y del pecado, podamos comprender sin juzgar.
Que en medio del que sufre, pongamos esperanza.
Que en medio de la inseguridad, pongamos certeza,
aunque no tengamos todas las respuestas.
Que en medio del fracaso, tengamos palabras y obras de aliento.
Que en medio de la incomprensión, pongamos la fuerza interior
que proviene de ti.
Que en medio de la ansiedad, de la exigencia, del perfeccionismo,
pongamos humanidad

Llena, inunda, nuestro corazón
para que nuestra boca pueda proclamar
que tu estás en medio de nosotros,
que más allá de nuestra cegueras tu eres la luz;
más allá de nuestros miedos, tu eres nuestra paz;  
más allá de nuestros tropiezos, tu eres perdón;  
más allá de de nuestras zarzas y espinos tu eres la Vid que da vida;  
más allá de nuestras culpas, tu eres la Verdad; 
más allá de nuestras obsesiones y preocupaciones, tu eres la Ternura y la bondad; 
más allá de nuestros caprichos, solo tú puedes saciar nuestro herido corazón; 
más allá de nuestros complejos, tu eres nuestra salud; 
más allá de lo que nos paraliza, está tu vitalidad; 

Señor Jesús,
que contigo descubramos la riqueza de nuestro mundo interior,
a tu luz podamos ver hasta lo que más nos avergüenza de nosotros mismos,
sin miedo, sin repugnancia,
en paz, a la luz de tu verdad. 

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