LUNES, 11 DE MARZO
Mateo 25,31-46
31Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los
ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria 32 y serán
reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un
pastor separa las ovejas de las cabras. 33Y pondrá las ovejas a su
derecha y las cabras a su izquierda. 34Entonces dirá el rey a los de
su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino
preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35Porque tuve
hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y
me hospedasteis, 36estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me
visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme". 37Entonces los
justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te
alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; 38¿cuándo te vimos
forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; 39¿cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?". 40Y el rey les
dirá: "En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis". 41Entonces
dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre y no me disteis
de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43fui forastero y no me
hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me
visitasteis". 44Entonces también estos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o
enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". 45Él les
replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los
más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo". 46Y estos irán al
castigo eterno y los justos a la vida eterna.
(Mt 25,31-46)
COMENTARIO
Los versículos
31-33 son introductorios. Presentan a la humanidad ante la figura del Hombre en
plenitud, del plenamente Entregado, del plenamente Hijo. Es la medida para el
creyente, para todo ser humano. Él congrega y separa. Solo Él, con su mirada de
pastor puede discernir verdaderamente lo que cada uno lleva dentro y lo que
cada uno es, revelándonos la realidad profunda de cada ser humano. Solo a Él le
corresponde el juicio y la separación.
Los que practicaron misericordia
La suerte de
cualquier persona depende de cuál ha sido su actitud ante el Hombre que se hace
presente en el otro, especialmente en el débil. Son benditos del Padre y reciben la herencia
del Reino todo ser humano que vive la vida con los principios de las
Bienaventuranzas aunque no conozcan ni hayan oído hablar de quién las
pronunció. Todo aquel que se preocupa por la vida del semejante y se da él
mismo para que el otro tenga vida, comer,
beber, vestir, acoger, visitar, acompañar, está actuando como Jesús. En
consecuencia, al sembrar vida recoge vida y muestra que es Hijo del Padre que
nos da vida.
Que se refiere al
resto de los seres humanos no-discípulos queda claro por la respuesta de estos, ¿cuándo
te vimos…? Un discípulo conoce que todos somos hijos y que Dios se hace
presente en cada ser humano. No es una respuesta de un discípulo sino del que
no conoce a Jesús.
¿Quiénes son estos hermanos pequeños? En Mateo, hermanos y hermanos pequeños (Mt 12,50) son todos aquellos que cumplen el
designio del Padre, es decir, los que perpetúan la figura de Jesús, los que
representan los valores del hombre. De otra manera: cada vez que lo hicisteis con un discípulo mío, lo hicisteis conmigo.
Pero, ¿se refiere
solo a estos? Todo ser humano es un
hermano pequeño de Jesús, y cuanto más pequeño, más necesitado. No hay ninguna
especificación acerca de que esos sedientos, hambrientos, desnudos, solitarios…
sean discípulos, luego se refiere a todo ser humano necesitado. Así pues, el
criterio para obtener/disfrutar el Reino-la vida eterna- es la actitud de ayuda
al ser humano y de solidaridad con quien lo necesita. Es el camino ético el que
salva: considerar a cada ser humano como hermano y tratarlo como tal.
Se nos describe el
juicio final para exhortarnos a que nuestra vigilancia sea activa y
misericordiosa, para animarnos y consolarnos, no para que nos enteremos de cómo
va a ser. No olvidemos que es una parábola. Se salva todo aquel que trata al
semejante como hermano. Aunque no conozca explícitamente a Jesús, si actúa como
Él, es de los suyos.
Los que no practican la misericordia
Son los que no
socorren a los hermanos pequeños, son
condenados: los aparta de sí, los llama malditos
y los manda al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles. En aquel tiempo no se pensaba que el diablo
estuviese en el fuego eterno, sino que estaba preparado para él. Este personaje
ha aparecido en figura de diversos nombres a lo largo del evangelio (diablo, demonio, Satanás, el tentador),
pero siempre debajo de estos multiformes nombres aparece la misma realidad: es
el símbolo del poder opresor que quita la vida o la mengua. Es lo contrario de
Dios, de la vida que quiere plenificarnos.
Del mismo modo que
los primeros (vv. 34-40), con su comportamiento ético, han demostrado que son
auténticos hijos de Dios aun sin conocerlo, estos segundos (vv. 41-45), con su
comportamiento, han demostrado ser hijos del maligno.
En este momento
final, tanto unos como otros reconocen a Cristo como Señor (el término “kurie”=Señor, es propio del discípulo). Es el
momento en que uno se da cuenta de la vida que sembró, de la hermandad que
vivió, de la misericordia que tuvo, transformada en vida eterna. Y toda aquella
vida que quitó, la hermandad que no vivió y la misericordia que no tuvo porque
vivió con criterios de ambición, prestigio y poder, se convierte en un fuego eterno. Un castigo eterno que lo
devora al contemplar la plenitud que pudo adquirir y no consiguió.
El término eterno no designa solo ni principalmente
tiempo o duración, sino calidad y plenitud. El tiempo y la duración es propio
de este mundo pasajero y temporal. El término “eternidad” no se ajusta con la
temporalidad, sino más bien a la plenitud y calidad del nombre al que acompaña.
El valor de las
obras en Mateo no se contrapone a la doctrina paulina de la justificación por
la fe: el no creyente se salva por sus obras. El creyente es juzgado por una fe
vivida en obras. La preocupación de Pablo, cuarenta años antes que Mateo, es la
entrada gratuita de los paganos, es decir, para salvarse solo se necesita la fe
en Jesús, sobran los judaísmos (las obras de la ley). Mateo, cuarenta años
después, tiene una preocupación muy diferente. Y es que la fe se actualice en
obras. Por mucha fe que se haya dado de un modo gratuito (gratuidad de la
salvación por parte de Dios), si no queda actualizada en obras, en el momento
final, será desfavorable. El juicio no va a ser sobre la fe pura que Dios nos
dio, sino sobre la fe traducida en obras de servicio y misericordia para con
los demás. Salva la fe en Cristo puesta en obras. Nos salva seguir en nuestra
vida el estilo vital de Jesús. No son las creencias, sentimientos e intenciones
en sí mismas lo que nos salva, sino eso mismo traducido en gestos de ayuda.
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