domingo, 10 de marzo de 2019

CUARESMA. 1º SEMANA

LUNES, 11 DE MARZO


Mateo 25,31-46
31Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria 32 y serán reunidas ante él todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. 33Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. 34Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, 36estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme". 37Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; 38¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; 39¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?". 40Y el rey les dirá: "En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis". 41Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis". 44Entonces también estos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". 45Él les replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo". 46Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
(Mt 25,31-46)

COMENTARIO
Los versículos 31-33 son introductorios. Presentan a la humanidad ante la figura del Hombre en plenitud, del plenamente Entregado, del plenamente Hijo. Es la medida para el creyente, para todo ser humano. Él congrega y separa. Solo Él, con su mirada de pastor puede discernir verdaderamente lo que cada uno lleva dentro y lo que cada uno es, revelándonos la realidad profunda de cada ser humano. Solo a Él le corresponde el juicio y la separación.

Los que practicaron misericordia
La suerte de cualquier persona depende de cuál ha sido su actitud ante el Hombre que se hace presente en el otro, especialmente en el débil. Son benditos del Padre y reciben la herencia del Reino todo ser humano que vive la vida con los principios de las Bienaventuranzas aunque no conozcan ni hayan oído hablar de quién las pronunció. Todo aquel que se preocupa por la vida del semejante y se da él mismo para que el otro tenga vida, comer, beber, vestir, acoger, visitar, acompañar, está actuando como Jesús. En consecuencia, al sembrar vida recoge vida y muestra que es Hijo del Padre que nos da vida.

Que se refiere al resto de los seres humanos no-discípulos queda claro por la respuesta de estos,  ¿cuándo te vimos…? Un discípulo conoce que todos somos hijos y que Dios se hace presente en cada ser humano. No es una respuesta de un discípulo sino del que no conoce a Jesús.

¿Quiénes son estos hermanos pequeños? En Mateo, hermanos y hermanos pequeños (Mt 12,50) son todos aquellos que cumplen el designio del Padre, es decir, los que perpetúan la figura de Jesús, los que representan los valores del hombre. De otra manera: cada vez que lo hicisteis con un discípulo mío, lo hicisteis conmigo.
Pero, ¿se refiere solo a estos? Todo ser humano es un hermano pequeño de Jesús, y cuanto más pequeño, más necesitado. No hay ninguna especificación acerca de que esos sedientos, hambrientos, desnudos, solitarios… sean discípulos, luego se refiere a todo ser humano necesitado. Así pues, el criterio para obtener/disfrutar el Reino-la vida eterna- es la actitud de ayuda al ser humano y de solidaridad con quien lo necesita. Es el camino ético el que salva: considerar a cada ser humano como hermano y tratarlo como tal.

Se nos describe el juicio final para exhortarnos a que nuestra vigilancia sea activa y misericordiosa, para animarnos y consolarnos, no para que nos enteremos de cómo va a ser. No olvidemos que es una parábola. Se salva todo aquel que trata al semejante como hermano. Aunque no conozca explícitamente a Jesús, si actúa como Él, es de los suyos.

Los que no practican la misericordia
Son los que no socorren a los hermanos pequeños, son condenados: los aparta de sí, los llama malditos y los manda al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. En aquel tiempo no se pensaba que el diablo estuviese en el fuego eterno, sino que estaba preparado para él. Este personaje ha aparecido en figura de diversos nombres a lo largo del evangelio (diablo, demonio, Satanás, el tentador), pero siempre debajo de estos multiformes nombres aparece la misma realidad: es el símbolo del poder opresor que quita la vida o la mengua. Es lo contrario de Dios, de la vida que quiere plenificarnos.
Del mismo modo que los primeros (vv. 34-40), con su comportamiento ético, han demostrado que son auténticos hijos de Dios aun sin conocerlo, estos segundos (vv. 41-45), con su comportamiento, han demostrado ser hijos del maligno.
En este momento final, tanto unos como otros reconocen a Cristo como Señor (el término “kurie”=Señor, es propio del discípulo). Es el momento en que uno se da cuenta de la vida que sembró, de la hermandad que vivió, de la misericordia que tuvo, transformada en vida eterna.  Y toda aquella vida que quitó, la hermandad que no vivió y la misericordia que no tuvo porque vivió con criterios de ambición, prestigio y poder, se convierte en un fuego eterno. Un castigo eterno que lo devora al contemplar la plenitud que pudo adquirir y no consiguió.

El término eterno no designa solo ni principalmente tiempo o duración, sino calidad y plenitud. El tiempo y la duración es propio de este mundo pasajero y temporal. El término “eternidad” no se ajusta con la temporalidad, sino más bien a la plenitud y calidad del nombre al que acompaña.


El valor de las obras en Mateo no se contrapone a la doctrina paulina de la justificación por la fe: el no creyente se salva por sus obras. El creyente es juzgado por una fe vivida en obras. La preocupación de Pablo, cuarenta años antes que Mateo, es la entrada gratuita de los paganos, es decir, para salvarse solo se necesita la fe en Jesús, sobran los judaísmos (las obras de la ley). Mateo, cuarenta años después, tiene una preocupación muy diferente. Y es que la fe se actualice en obras. Por mucha fe que se haya dado de un modo gratuito (gratuidad de la salvación por parte de Dios), si no queda actualizada en obras, en el momento final, será desfavorable. El juicio no va a ser sobre la fe pura que Dios nos dio, sino sobre la fe traducida en obras de servicio y misericordia para con los demás. Salva la fe en Cristo puesta en obras. Nos salva seguir en nuestra vida el estilo vital de Jesús. No son las creencias, sentimientos e intenciones en sí mismas lo que nos salva, sino eso mismo traducido en gestos de ayuda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario