domingo, 10 de marzo de 2019

CUARESMA. 1º SEMANA

JUEVES, 14 DE MARZO


Mateo 7,7-12
7Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; 8porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. 9Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; 10y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? 11Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden! 12Así, pues, todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas.

COMENTARIO
Jesús se refiere a las relaciones del ser humano con las personas que le rodean, diciendo cual es la actitud correcta con respecto a Dios.
Se trata de pedir con absoluta y total confianza. Se hace con una triple variación: pedid, buscad, llamad. La invitación de Jesús a pedir se basa en la certeza de que Dios escucha al que ora.

A través de dos imágenes de la vida doméstica Jesús habla de la insistencia en la petición. Son los dos alimentos básicos de la dieta galilea: el pan y el pez. Son los alimentos que sostienen la vida, es decir, todo lo que sostenga aumente la vida de la comunidad será concedido por el Padre.
EL Padre sabe lo que necesitamos pero nos recomienda la petición para que tomemos conciencia de la propia necesidad. Solo el que tiene esta conciencia recibe los dones de un modo consciente. De otro modo, Dios podría estar dándonos sus dones y no nos enteraríamos.
Así pues, respeto a Dios, pedir quiere decir tener conciencia de nuestra necesidad vital, de nuestro alimento cotidiano. Es pedir con la confianza que requiere la relación de hijo con su padre. La petición no se basa en lo superficial o caprichoso, sino en lo necesario y vital para la vida. Es pedir descubrir lo esencial: por ejemplo: pedimos por los enfermos, ¿no sería mejor pedir fuerza para todos los que les cuida?; pedimos por la paz en el mundo, ¿no sería mejor pedir por la auténtica conversión de la persona, por desechar toda violencia, pedir por cambiar las circunstancias que provocan los conflictos. Pedimos paz, pero ¿vivimos nosotros en paz?

Termina Jesús este relato con la “llamada regla de oro”. Esta regla no es propia del cristianismo, tiene una validez universal. Jesús le ha añadido pues esta es la Ley y los Profetas. De esta manera nos está reenviando al principio del Sermón del Monte cuando dice que él ha venido a dar la plenitud a la ley y los profetas. Todo lo dicho en el Sermón del Monte hay que hacerlo propio. No se trata solo de un resumen de las enseñanzas de Jesús, sino una ampliación a todos los ámbitos, todo lo que queráis. Se trata de actualizar el Sermón del Monte en la propia vida partiendo de esta regla máxima. 

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