JUEVES, 14 DE MARZO
Mateo 7,7-12
7Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os
abrirá; 8porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al
que llama se le abre. 9Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan,
¿le dará una piedra?; 10y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?
11Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas
buenas a los que le piden! 12Así, pues, todo lo que queráis que haga
la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los
Profetas.
COMENTARIO
Jesús se refiere a las relaciones del ser
humano con las personas que le rodean, diciendo cual es la actitud correcta con
respecto a Dios.
Se trata de pedir con absoluta y total
confianza. Se hace con una triple variación: pedid, buscad, llamad. La invitación de Jesús a pedir se basa en la
certeza de que Dios escucha al que ora.
A través de dos imágenes de la vida doméstica
Jesús habla de la insistencia en la petición. Son los dos alimentos básicos de
la dieta galilea: el pan y el pez.
Son los alimentos que sostienen la vida, es decir, todo lo que sostenga aumente
la vida de la comunidad será concedido por el Padre.
EL Padre sabe lo que necesitamos pero nos
recomienda la petición para que
tomemos conciencia de la propia necesidad. Solo el que tiene esta conciencia
recibe los dones de un modo consciente. De otro modo, Dios podría estar
dándonos sus dones y no nos enteraríamos.
Así pues, respeto a Dios, pedir quiere decir tener conciencia de
nuestra necesidad vital, de nuestro alimento cotidiano. Es pedir con la
confianza que requiere la relación de hijo con su padre. La petición no se basa
en lo superficial o caprichoso, sino en lo necesario y vital para la vida. Es
pedir descubrir lo esencial: por ejemplo: pedimos por los enfermos, ¿no sería
mejor pedir fuerza para todos los que les cuida?; pedimos por la paz en el
mundo, ¿no sería mejor pedir por la auténtica conversión de la persona, por desechar
toda violencia, pedir por cambiar las circunstancias que provocan los
conflictos. Pedimos paz, pero ¿vivimos nosotros en paz?
Termina Jesús este relato con la “llamada
regla de oro”. Esta regla no es propia del cristianismo, tiene una validez universal.
Jesús le ha añadido pues esta es la Ley y
los Profetas. De esta manera nos está reenviando al principio del Sermón
del Monte cuando dice que él ha venido a dar la plenitud a la ley y los
profetas. Todo lo dicho en el Sermón del Monte hay que hacerlo propio. No se
trata solo de un resumen de las enseñanzas de Jesús, sino una ampliación a
todos los ámbitos, todo lo que queráis.
Se trata de actualizar el Sermón del Monte en la propia vida partiendo de esta
regla máxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario