domingo, 10 de marzo de 2019

CUARESMA. 1ª SEMANA

VIERNES, 15 DE MARZO


Mateo 5,20-26
20Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
21Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio.
22Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado.
Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama necio, merece la condena de la gehenna del fuego.
23Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, 24deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
25Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. 26En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.


COMENTARIO
Jesús razona, argumenta lo que acaba de decir. La fidelidad de los discípulos ha de situarse por encima de la de los letrados y de los fariseos. El legalismo, el cumplimiento es insuficiente.
La puerta para entrar en el reino de Dios es precisamente la primera de las Bienaventuranzas: Bienaventurados –felices- los pobres en el Espíritu. Dichosos los que no se creen autosuficientes, sino que necesitan de Dios para vivir.

Jesús ataca la concepción de la ley mantenida por los letrados. Jesús no pretende radicalizar la ley de Moisés, sino sacar las consecuencias de un principio: el bien del ser humano y la creación de una nueva sociedad donde reinen las relaciones propias del amor mutuo. Frente a la casuística, Jesús requiere la limpieza del corazón, la actitud interior del amor a los demás, el trabajo por la paz, etc.
No basta con lo que se dijo a los antiguos, a los que han recibido y acogido la luz el Reino han recibido lo Nuevo, la Novedad de la Buena Noticia, es un Dios nuevo “Padre" y un ser humano nuevo, el Hijo.

No matar es la prehistoria. No odiar, también. Amar al enemigo significa que el mayor deseo es su bien, que su maldad no produce odio sino  dolor por su error. Y si descubrimos odio en nuestro corazón, o vemos que alguien tiene algo contra nosotros, arreglar esto es anterior y más importante que el mismo culto a Dios.
Jesús plantea la exigencia desde otro punto de vista: no vale con abstenerse de la acción externa, la actitud interna merece ya el juicio. Para el reino se requiere la actitud favorable hacia los demás.

La mala actitud interior se manifiesta en el insulto. En el Reino de Dios, el desprecio manifestado ya supone un tribunal (Sanedrín) más elevado que el mismo homicidio.  Cuando el insulto llega excluir al otro del trato (=renegado) merece la pena definitiva.

La condena del fuego, la gehenna. Quiere decir quemadero. Se identificaba con el Valle del Gehinnon, símbolo del castigo definitivo. Jesús advierte sobre las consecuencias para el que no quiere reconciliarse.
Hay que recomponerla unida rota por alguna ofensa, y esto tiene prioridad sobre todo acto de culto. Es inútil acercarse a Dios si existe división.

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