SÁBADO, 16 DE MARZO
Mateo 5,43-48
43Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo"
y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos y rezad por los que os persiguen, 45para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la
lluvia a justos e injustos. 46Porque, si amáis a los que os aman,
¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publícanos? 47Y,
si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen
lo mismo también los gentiles? 48Por tanto, sed perfectos, como
vuestro Padre celestial es perfecto.
COMENTARIO
Para los discípulos,
no hay distinción entre amigos y enemigos. Se trata de la nueva propuesta de
las nuevas relaciones humanas que excluyen de todo modo la violencia. Amar al
enemigo significa que el mayor deseo es su bien, que su maldad no produce odio sino
dolor por su error. Y si descubrimos odio en nuestro corazón, o vemos que
alguien tiene algo contra nosotros, arreglar esto es anterior y más importante
que el mismo culto a Dios.
Jesús descalifica
la perfección de los letrados centrada en la observancia de la ley. Propone que
lo que le hace al hombre perfecto, bueno del todo, y semejante al Padre es el
amor que no conoce excepciones.
Este Dios que no
excluye a nadie de su amor nos ha de atraer a vivir como él. Esta es en
síntesis la llamada de Jesús. "Pareceos
a Dios. No seáis enemigos de nadie, ni siquiera de quienes son vuestros
enemigos. Amadlos para que seáis dignos de vuestro Padre del cielo".
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