martes, 12 de marzo de 2019

ORAR CON EL EVANGELIO. 2º DOMINGO DE CUARESMA


ORAR DESDE EL FRACASO
Camino de Jerusalén, del fracaso total,
se encoge el alma y se hace preciso orar,
subir a la montaña, entrar en la esfera de divino
para sentir la bondad del Padre que acompaña,
engendra, da vida, impulsa a la entrega.

Subes con tres de tus discípulos,
pero subes solo.
Suben contigo, pero no te entienden.
Esperan un Mesías todopoderoso.
Un Mesías así no puede fracasar. 
Además lo afirma la Escritura, la tradición de nuestros padres,
nuestras creencias y nuestras expectativas.

De pronto aparecen Elías y Moisés.
Estáis hablando de tu éxodo,
de tu proceso y camino que conduce de la esclavitud a la libertad,
pasando por el fracaso.
En el horizonte aparece la cruz, la traición, la injusticia suprema,
también la resurrección, pero no como gloriosa,
sino como parte del proceso.
De momento no hay gloria,
no hay espectacularidad, no hay éxito.

Los discípulos siguen sin enterarse.
No entienden, pero tampoco abandonan.
No comprenden, están obsesionados con el poder,
con la omnipotencia, con el triunfo… por eso duermen,
y cuando despiertan es para verse deslumbrados
por lo que aparentemente suponía la gloria. 
Nunca se han interesado por tu suerte
pues no coincidía con sus intereses.
Están sordos…

No se han enterado, ni ellos ni nosotros,
que tú eres el único interprete de la Escritura.
Ni Moisés, ni Elías, ni Pablo, ni Juan, ni Pedro…
solo tú eres la Referencia fundamental del hombre y de Dios.

Al final estabas solo. Presientes el fracaso.  
Humanamente no hay solución,
divinamente tampoco, pues podías haber actuado desde la omnipotencia de Dios,
y no lo has hecho,
no tienes fuerza ni poder para derrotar a los poderosos.
Tu camino es estrecho,
no es espectacular.  
Es un camino impresentable: el de la impotencia de Dios.
Por eso, estás solo,
porque has optado por el no-poder,
por la debilidad.

¿Es el fracaso el camino? 

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