domingo, 17 de marzo de 2019

TIEMPO DE CUARESMA. 2ª SEMANA

JUEVES, 21 DE MARZO

Lucas 16,19-31
19Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
20Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, 21y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
22Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. 23Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, 24y gritando, dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. 25Pero Abrahán le dijo: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. 26Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros. 27Él dijo: Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, 28pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento. 29Abrahán le dice: tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. 30Pero él le dijo: No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán. 31Abrahán le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto.

COMENTARIO
Continua la instrucción de Jesús camino de Jerusalén. El auditorio es bastante heterogéneo: los discípulos, multitudes, fariseos, descreídos, etc. La enseñanza es para todos, especialmente ahora sobre la administración de los bienes.
Ésta, en cambio, se sitúa más allá de esta vida. Describe la opción contraria: los que no han tenido una relación correcta ni con las cosas ni con el semejante. Sus banquetes y vestidos, símbolo de su estilo de vida, son lo opuesto al del padre de la parábola Lc 15: éste intentando meter a todos y aquel excluyendo al pobre. Está dirigida a los fariseos... y a los discípulos. 

El hombre rico vive en un despilfarro salvaje. Su descripción se refiere a sus apariencias, a su exterior:
·         vestía de púrpura y lino. La púrpura era carísima, se conseguía extrayendo un líquido de un caracol marino; era algo tan exclusivo que se reservaba en la literatura rabínica para los reyes, emperadores y Dios. El lino era de importación, de la India o de Egipto. Su manera de vivir era cada día, cotidianamente. Así se confirma que se trata de una riqueza insultante basada en la desigualdad y en la injusticia; 
·         banqueteaba cada día. Los banquetes eran espléndidos e ininterrumpidos, e insolidarias. Como hijo de Abrahán, que conoce la Ley y los profetas, podía saber que estos invitan a la misericordia y prohíben la ostentación del lujo y la riqueza.

El mendigo Lázaro viene descrito como alguien que ha sido arrojado, echado en el portal. El gran lujo de unos implica el fracaso de otros. El pobre no está físicamente en el portal de la casa, pues el rico no lo permitiría, sino que es una escena descrita para el que se acerca al evangelio y establezca la relación entre ambos personajes. 
Lázaro es alguien que vive cubierto de llagas, de lepra (aislaba totalmente e impedía toda posible reinserción). Sólo le queda lo que quieran darle, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Por si fuera poco fracaso ser mendigo, leproso y hambriento, se añade ahora el matiz de impureza: Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Es el fracaso total, ¿qué persona decente se va a cercar a un “impuro” leproso rodeado de perros que lo lamen? ¡Qué historia tan real, tan cotidiana! Pero el pobre sí tiene nombre: Lázaro, "Dios me ayuda". Tener nombre es ser alguien. Dios conoce nuestro nombre y nos llama. No tiene nombre quien es como el rico y provoca esos fracasos en los demás. Es la única parábola en los evangelios en los que un personaje lleva nombre.

A partir de la muerte, la situación cambia radicalmente. Se mueren los dos el mismo día y en el mismo momento. Ahora se produce la igualdad. En este mundo la única cosa verdaderamente igualitaria y democrática es la muerte. Lázaro, es llevado por los ángeles, figuradamente “para arriba”. Abandonado por los hombres que ni siquiera se preocupan de enterrarle, como siempre confió en Dios, bajan los enviados de Dios a por él.

La expresión seno de Abrahán se refiere al puesto a la derecha del anfitrión, tiene connotaciones de intimidad y asociación profunda. En el contexto, como va dirigido a judíos-fariseos, el que recibe a las puertas de la salvación no es San Pedro, sino el padre Abrahán. Esta es la razón del porqué aparece Abrahán y el infierno/lugar de los muertos v.23, con la mentalidad y creencias de los judíos fariseos.

Al hombre rico lo enterraron. El que está abajo “sube para arriba”, el que estaba arriba “baja para abajo”. Sin duda que sería un funeral impresionante, multitudinario. Pero la auténtica realidad es que aquí sólo hay un sepulcro, no hay ángeles ni puestos de honor. Ahora, todo se centra en él y en sus tres peticiones a Abrahán, rechazadas una tras otra. A partir del v.24, Jesús se está dirigiendo a los fariseos, amigos del dinero y ejemplarizados en esta parábola en el hombre rico.
Los versículos que vienen a continuación, se sitúa en un hipotético más allá, réplica del más acá. No pretenden describir el más allá que nadie conoce.
Se trata de un diálogo entre el mundo de los vivos (seno de Abrahán, símbolo del banquete del reino, llevado por los ángeles) y el mundo de los muertos (infierno, Hades, traduce la palabra “Seol”, morada de los muertos).
El rico levantó los ojos y  vio, pero no allí. Se refiere a las miradas de aquí, donde tenemos poder para ver a lo lejos el banquete salvador. Aquí, también, tenemos la visión de Lázaro, la injusticia y la miseria. Parece que el rico nunca hubiera visto a Lázaro. Ahora sabemos que si lo ha visto, lo conoce por su nombre, pero no ha hecho lo más mínimo en su favor.
Nuestro destino es lo que nos fabricamos en esta vida. Nuestros actos tienen una repercusión eterna irreversible. Este es el mensaje. Somos nosotros los que escribimos nuestros premios o castigos en el más allá, según nuestros comportamientos en el más acá.

Aparece la primera suplica del rico y primera respuesta negativa de Abrahán. En realidad es una auto-negación: cada uno obtiene lo que siembra. El que se entrega aquí, alivia los tormentos aquí.

La segunda súplica es que Lázaro sea enviado a casa del padre y a sus hermanos. Si siguen con la misma filosofía vital que su hermano, seguro que cada cual tiene en su puerta al correspondiente Lázaro. Se trata que cada uno, escuchando y acogiendo la Palabra de Dios, Moisés y los profetas, sepa ver al Lázaro de turno, cambiar de vida equivocada y convertirse.
Esta segunda súplica también es imposible. No se trata de una aparición puntual a los hermanos, sino de escuchar la palabra en el más acá, no de que nadie venga del más allá. Es acoger la Palabra que ilumina el camino de la entrega, del compartir y de socorrer al necesitado. 

El rico lo vuelve a intentar por tercera vez. Añade el tema de la resurrección. El mensaje de fondo es que la conversión no depende de espectaculares milagros, no depende de lo exterior como puede ser la resurrección de un muerto. Es una disposición interna de quien decide creer y obrar conforme a la fe, tener confianza y a amar a Dios a pesar de la injusticia y la marginación.




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