SÁBADO, 6 DE ABRIL
Juan 7,40-53
40Algunos de entre la gente, que habían oído los discursos
de Jesús, decían: Este es de verdad el profeta. 41Otros decían: Este
es el Mesías. Pero otros decían: 42¿Es que de Galilea va a venir el
Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de
Belén, el pueblo de David?
43Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. 44Algunos
querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. 45Los guardias
del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
¿Por qué no lo habéis traído? 46 Los guardias respondieron: Jamás ha
hablado nadie como ese hombre. 47Los fariseos les replicaron:
¿También vosotros os habéis dejado embaucar? 48¿Hay algún jefe o
fariseo que haya creído en él? 49Esa gente que no entiende de la ley
son unos malditos.
50Nicodemo,
el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: 51¿Acaso
nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha
hecho? 52Ellos le replicaron: ¿También tú eres galileo? Estudia y
verás.
(Ver lo dicho en el evangelio de ayer,
Viernes de la IV semana de cuaresma)
COMENTARIO
Jesús ha declarado que él es el agua de la
vida, la luz del mundo. A continuación aparecen las reacciones. La gente está
dividida:
·
Unos:
es el Profeta. Admiten a Jesús, pero
no llegan a sus últimas consecuencias.
·
Otro:
es el Mesías. Lo aceptan como Mesías.
·
Otro:
No lo aceptan de ningún modo. Quieren
detenerlo.
·
Otros,
los guardias, que debían detenerlo,
no lo hacen.
·
Los
fariseos no pueden soportar que alguien escape de su control. El individuo no
tiene derecho a formarse un juicio por sí mismo o partir de las obras.
Desprecian a la gente. Su opinión no cuenta, no estudian, no conocen la Ley, no
la pueden practicar, son unos malditos ignorantes. El mayor pecado es separarse
de la ley.
·
Nicodemo:
Sigue el principio de Jesús. Son las obras, no los prejuicios los que deben
decidir a favor o en contra de una persona. Pero los fariseos no pretenden
juzgar, sino matar. En lugar de responder lo insultan, lo tratan de ignorante y
apoyan su prejuicio en la Escritura. Sin embargo, Jesús había afirmado que el
estudio de la Escritura debiera haber llevado a la fe. Pero los dirigentes, los
especialistas, precisamente, los que recomiendan a Nicodemo la Escritura para
que no crea. Es decir, la Escritura, su interpretación, depende de la
disposición interna del hombre.
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