MARTES, 2 DE ABRIL
Juan 5,1-3.5-16
5,1Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos, y
Jesús subió a Jerusalén. 2Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las
Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, 3y
allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. 5Estaba
también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. 6Jesús,
al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres
quedar sano? 7El enfermo le contestó: Señor, no tengo a nadie que me
meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me
ha adelantado. 8Jesús le dice: Levántate, toma tu camilla y echa a
andar. 9Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a
andar. Aquel día era sábado, 10y los judíos dijeron al hombre que
había quedado sano: Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla. 11El
les contestó: El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa
a andar. 12Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te ha dicho que
tomes la camilla y eches a andar? 13Pero el que había quedado sano
no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio,
se había alejado. 14Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le
dice: Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor. 15Se
marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. 16Por
esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
COMENTARIO
No
sabemos a qué fiesta se refiere el evangelista. Es una forma de decirnos que lo
que va a contar sucede de ordinario. Nos presenta a Jesús de camino, como una
persona que va en busca de la ausencia de vida para que tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10).
Es interesante descubrir el significado de los lugares.
·
Puerta de las Ovejas. Era el lugar por
donde entraban y salían de la ciudad los rebaños de ovejas. No hay que
desperdiciar el sentido simbólico de las ovejas y de pastor, imagen utilizada
para expresar las relaciones de Dios con su pueblo (Jn 10);
·
una
piscina que llaman Betesda. Palabra
aramea que quiere decir “hendidura, foso”. Tomaba el nombre de la situación del
barrio separado de la ciudad por un foso;
·
con cinco soportales. Históricamente
existían estos pórticos, estaban relacionados con los del templo. Luego, hay
cierta relación entre esta piscina y el templo. Era donde se enseñaba la Ley de
Moisés contenida en los primeros cinco
libros de la Biblia, el Pentateuco, o Torah para los judíos.
Había
muchos enfermos y tres enfermedades ciegos,
cojos y paralíticos, expresión de estar totalmente enfermos. Las tres
enfermedades afectan a todos. Además de la incapacidad estaba el castigo de
Dios por los pecados. Los enfermos de los que nos da cuenta Juan son: ciegos, viven en tinieblas, no pueden
ver la luz del mundo que hace personas libres, a Jesús; cojos, sin actividad o con actividad reducida, dependientes; y paralíticos, sin posibilidades de
moverse.
En
aquel espacio hay un hombre, como
tantas veces sin nombre, que representa al pueblo sometido bajo el peso de la
ley. Es un enfermo, un paralítico,
sin movimiento alguno, como el mismo pueblo.
Esta
situación no solo es impuesta desde fuera, sino de la connivencia con la
mentalidad de ejercer la autoridad.
Que llevaba treinta y
ocho años.
La cifra no es casualidad, sino simbólica. El número 40 indica toda la vida. Si
llevaba treinta y ocho nos está diciendo que está al final de su vida, y es, en
este momento, cuando se le acerca Jesús. Se va a quedar a las puertas de entrar
en la tierra prometida, no ha salido del desierto, no va a conocer la tierra
prometida por Dios, de la que es portador Jesús.
La
situación que Jesús ve es de un deterioro evidente. Le ve echado, postrado. Resulta palpable la incapacidad, la parálisis. A
este hombre/pueblo Jesús se dirige con total libertad. ¿Quieres curarte?, ¿quieres vivir en libertad?, ¿quieres recuperar
la vida vivida en dignidad? No es solo mejorar. Es transformar la situación de
muerte en vida. Jesús no se impone, cuenta con el ser humano.
El enfermo responde sin esperanza. Esta
es la verdadera enfermedad. Cree que lo que cura es el agua de la piscina. Su
enfermedad es la frustración, el fracaso de no tener una experiencia de
liberación. Un elemento a tener en cuenta por su simbolismo es el agua. El agua simboliza vida, donde hay
agua hay vida, pero hay aguas que no calman la sed del ser humano, animal de
deseos
El
hombre/pueblo espera que alguien le ayude a meterse en la piscina. La respuesta
de Jesús no va por ahí. Le ordena: Levántate.
Es el verbo que se utiliza para hablar de la Resurrección de Jesús. En la
situación de este hombre/pueblo se ha frustrado el plan de Dios que es la vida
plena del hombre.
Y
añade Jesús, toma tu camilla. La
camilla es el símbolo de la postración por su pasado. Es el momento para tomar
la vida en las manos y ser plenamente responsable de la elección y movimientos
de la vida. Y echa a andar, ponte a
vivir, vive sin dependencia, fuera de esta situación injusta que te tiene
dominado.
El
mandato de Jesús se cumple inmediatamente, al
momento. El hombre hace lo que Jesús le dice e inmediatamente recobra la
vida. Jesús aparece como el que es capaz de dar la vida. La autoridad con la
que ordena o manda al hombre que se levante, coja su camino y comience a andar
manifiesta que esa autoridad es origen y fuente de vida. Autoridad que surge de
la plenitud de vida que habita en él, el Espíritu. Dios tiene urgencia porque
el hombre/pueblo recobre la vida y la viva de manera plena.
Para
realizar el éxodo se requiere caminar, por
eso la primera obra de Jesús es dar capacidad de caminar al pueblo, simbolizado
en el paralitico. Jesús ofrece la salvación a todo el pueblo, que antes ponía
su esperanza en agitaciones populares.
A
partir de los versículos siguientes queda claro quién son los causantes de las
parálisis y postraciones del pueblo, representado en este hombre.
Pero
aquel día era sábado… Hasta ahora no
se había dicho nada de este detalle. Jesús procede como si no fuera sábado,
ignora la existencia de las instituciones. Su actividad no está limitada por
ninguna ley. Son las instituciones las que deben descubrir cómo es Dios.
Aparecen los judíos, las autoridades judías, a
los que no les importa la persona y su curación. Solo les preocupa la
observancia de la ley. La ley, controlada por el poder, no toleraba la libertad
del hombre. Si Jesús hubiera observado la ley, continuaría inválido.
La camilla, lugar de inactividad,
se identifica con el sábado, precepto de inactividad. Jesús le ha dado al
hombre paralítico para desembarazarse de esa ley y disponer de lo que tenía
para vivir en libertad.
El
ex paralítico dice que se ha sentido libre de la Ley, porque el que le ha dado
la salud, con más razón le puede dar la libertad.
A
los que tiene el poder no les preocupa el ser humano. No preguntan, por
ejemplo, ¿Quién te ha curado? Lo único interesante es quien se atreve a
dispensar a otros de sus obligaciones religiosas? ¿Quién dice que Dios no es
como nosotros decimos? El hecho de la libración podría haber sido motivo de
alegría. Pero resulta todo lo contrario.
El
templo celebraba sus fiestas sin cuidarse en absoluto de la situación real.
Cuando surgen chispitas de libertad, los adictos al poder lo reprimen.
Jesús
no pretende protagonismo ni popularidad. Solo dar vida. El que antes no hallaba
solidaridad, nadie le bajaba a la piscina, ahora recibe fuerza sin exigir nada,
ni siquiera conocer al que le ha salvado.
El
pecado es la causa de la invalidez.
Jesús
va al templo a buscar al que había sido paralítico. El templo ha dejado de ser
el lugar donde está Dios y Jesús se propone sacar de él al pueblo. Mantenerse
en su recinto significa aceptar ser explotado, oprimido. Por eso va a buscarle
y a avisarle: la parálisis está causada por tal pecado y tu pecado consiste en
aceptar voluntariamente el dominio de la institución.
El
pecado de este hombre es el pecado del mundo: la renuncia voluntaria a la vida.
Si después de descubrir la libertad, continúa adherido al templo puede
sucederle algo peor: la muerte.
Pero
Jesús no fuerza. Se presenta como el que da la libertad respetándola. El pueblo
liberado atribuye su salvación a Jesús y da testimonio: se fue a las
autoridades a decirles que era Jesús quien le había sanado.
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