jueves, 18 de abril de 2019

Resultado de imagen de FANO CRISTO HA RESUCITADODOMINGO DE RESURRECCIÓN


Juan 20, 1-9
20 1El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
2Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería Jesús, y les dijo:
- Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
3Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. 4Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; 5y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
6Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro. Vio las vendas en el suelo y 7el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
8Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
9Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 10Los discípulos se volvieron a su casa. 

PRIMERAS REACCIONES
Vemos las primeras reacciones al acontecimiento de la Resurrección. María Magdalena, salir al sepulcro, y ver que Jesús no está, es creer que se han llevado el cuerpo de Jesús. Era impensable pensar que podía haber resucitado. Lo mismo creerán Pedro y Juan. Pero nos dice el texto que entraron, vieron y creyeron pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.  
Es decir: hay que acercarse a la Escritura, a la Biblia al Evangelio, para entender y creer en la resurrección de Jesús. Muy muy importante: dice que el discípulo “vio y creyó”. Luego no necesitamos de lo que se llaman “apariciones” (lo comentaremos en los próximos evangelios) para creer en Cristo Resucitado.

En el Evangelio nos encontraremos algunas claves que nos ayuden a descubrir la presencia de que Cristo ha resucitado, está vivo, está en Dios, y, por tanto, está en nosotros: en su palabra, en la Eucaristía, en los otros, especialmente los más necesitados. Y si Jesús vive podemos tener una relación con él. Para un cristiano esta relación con Cristo Resucitado es fundamental, es la base de su fe y de su vida. No apartemos la relación con Cristo a unos momentos de la vida.  No se pude ser cristiano sino tenemos una relación con Cristo Vivo.

Poco a poco, y dejándonos guiar por los evangelios  de hoy y de los siguientes domingos, podremos descubrir como los discípulos van descubriendo, van teniendo experiencia de que aquel que han visto morir un  viernes por la tarde en una cruz, de la manera más dura y escandalosa, ha resucitado. Ha atravesado la realidad de la muerte, la ha vencido. El Crucificado ha Resucitado. El mismo que vieron morir en la cruz ahora está Vivo.

Así poco a poco, no es cosa de un instante, va surgiendo, emergiendo la fe en la Resurrección. Insisto: se trata de un proceso. Al comienzo están viviendo en una profunda frustración, desconcierto, fracaso, miedo, decepción… En medio de ese ambiente van teniendo la experiencia de que Jesús está Resucitado, el Padre le ha resucitado. Lentamente, van reconociendo la presencia del Resucitado. Lo cual nos lleva a afirmar que sólo podemos llegar a conocer a Cristo resucitado cuando hemos experimentado de alguna manera la muerte, alguna desilusión con nosotros o con los demás, alguna pérdida, miedo, desesperanza o falta de sentido y no hemos intentado anestesiarnos contra ello. La respuesta está en el dolor, que nos revela nuestra pobreza y necesidad de Dios. Si podemos reconocer y mantenernos en nuestra pobreza, Cristo mismo nos manifestará su gloria.

Poco a poco, aquellos hombres y mujeres, desconcertados van interpretando lo que pasa desde la fe. Y van viendo las cosas al estilo de Dios. Esto quiere decir, que para Dios no existe la muerte. Nuestro Dios no es de muertos sino de vivos, para él todos viven. Para nosotros, la muerte es el fin de esta vida sometida al tiempo y al espacio. Una vez muertos, entramos en la vida en Dios, donde ya no hay tiempo ni espacio, sino la vida en plenitud.
Se trata de ver las cosas, de ver la muerte, desde Dios. ¿Cómo serán las cosas vistas desde Dios? Para Dios la muerte no existe. Existe que morimos a este mundo y resucitamos a la vida en Dios. Esto es chocante, misterioso, pero no por ello vamos a dejar de esforzarnos de comprender la resurrección, en la medida que sea posible. 

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