LUNES, 28 DE ABRIL
Juan 3,1-8
31Había un fariseo llamado
Nicodemo, jefe judío. 2Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede
hacer los signos que tú haces si Dios no está con él. 3Jesús le
contestó: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver
el reino de Dios. 4Nicodemo le pregunta: ¿Cómo puede nacer un hombre
siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y
nacer? 5Jesús le contestó: En verdad, en verdad te digo: El que no
nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. 6Lo
que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. 7 No
te extrañes de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo; 8el
viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a donde va. Así es todo el que ha nacido del
Espíritu.
COMENTARIO
Jesús ha reaccionado con violencia en
el templo, ante sus dirigentes, por explotar a los pobres y hacer del templo un
negocio. El evangelista nos muestra a continuación las primeras reacciones.
Primero la de los que creen que Jesús es un reformista (Jn 2,23-25), como los
discípulos. Después, la reacción de los fariseos, representada por Nicodemo. Nicodemo (de origen griego, su nombre quiere decir “conquistador del
pueblo”) no parece como discípulo; era fariseo y jefe entre los judíos.
Nicodemo va a Jesús de noche. No es solo una noche física,
sino que tiene un sentido simbólico. El mundo de la ley, de los fariseos,
representa a las tinieblas.
Como hombre de la Ley, Nicodemo ve en Jesús al Mesías-maestro,
Rabí, enviado por Dios para establecer su reinado por medio de la
estricta observancia de la Ley de Moisés.
Con esta idea del Mesías, Nicodemo aprueba la actuación de Jesús en el templo: su
denuncia de los dirigentes y su controversia con ellos. De hecho, el templo estaba regido por los sumos
sacerdotes, pertenecientes al partido saduceo, que no admitían la interpretación farisea de la Ley, y
esto creaba
oposición
entre ambos partidos (saduceos y fariseos.
Jesús cambia radicalmente el planteamiento de Nicodemo. La
sociedad humana alternativa que Jesús
propone, el reino de Dios, no se
formará por la observancia de una Ley externa, que,
privando al hombre de libertad e iniciativa, lo
mantiene
en el infantilismo, sino por la creación de un hombre nuevo,
adulto, que
obra movido
por un principio interior.
La palabra griega
que se traduce por de nuevo tiene un doble sentido: de nuevo /
de arriba, y con
él juega el evangelista: ese nuevo nacimiento
no es como el primero; tiene que ver con la esfera de Dios.
La reacción
de Nicodemo
muestra su total incomprensión. Interpreta
las palabras de
Jesús como si
se tratara de regresar al principio de
esta misma vida, entrar
por segunda vez en el vientre de su madre, para volver a empezar otra vez como antes. No concibe que el hombre
pueda cambiar desde
dentro y comenzar
una vida gobernado
por la imposición de una norma externa. No
cree en las posibilidades del ser humano.
Jesús insiste: el
nuevo nacimiento consiste en nacer de agua y Espíritu,
es decir, del agua que es el
Espíritu (nacer de Dios es recibir la vida de su plenitud, cfr. Jn 1,13-16).
El símbolo del
Espíritu, en cuanto fuerza de amor, es el vino en Caná, (Jn 2,3.9.10); ahora,
en cuanto principio de vida, es el agua. Jesús afirma que sin
la nueva vida que da el
Espíritu y que potencia al hombre
no puede establecerse el reino de
Dios. Jesús argumenta con las siguientes
expresiones:
·
De la
carne nace carne, es decir, de lo humano y caduco nace
lo débil y transitorio, en este caso el
hombre incompleto, no acabado; con esto indica Jesús a Nicodemo
que el régimen de la Ley, que no cambia
al hombre internamente, lleva al fracaso.
·
Del Espíritu nace espíritu, de lo
divino y permanente
nace lo fuerte y definitivo, el hombre con su nueva capacidad
de amar. El Espíritu transforma al hombre.
·
El viento-Espíritu sopla
donde quiere, es decir, el reinado de Dios no
conoce fronteras, su campo de acción es imprevisible y no
se limita a Israel. El hombre
que ha nacido del Espíritu
y se mueve por el impulso interno de
amor, no puede ser encasillado en las categorías convencionales, porque su
modo de proceder no está prefijado por códigos humanos.
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