domingo, 5 de mayo de 2019

Resultado de imagen de FANO JESUS BUEN PASTORTIEMPO DE PASCUA. IV SEMANA


DOMINGO



Juan 10,27-30
En aquel tiempo dijo Jesús
27Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, 28y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.
30Yo y el Padre somos uno.

JESÚS ES EL BUEN PASTOR
Veamos el contexto en el que se enmarcan estas palabras de Jesús.
La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del recinto del templo de Jerusalén. De pronto, un grupo de judíos lo rodea acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha abiertamente su falta de fe: Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías. El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e imprescindibles: Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen. Ahora los cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de Jesús es:
-          Escuchar su voz. Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios
De la escucha de su voz brotara la fe en Jesús. Creer cosiste en creer lo que Jesús creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó.

-          Seguir a Jesús. Ha llegado el momento de decidirnos entre contentarnos con una religión que tranquiliza las conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La decisión de seguirle depende de cada uno de nosotros. Solo si le escuchamos y le seguimos, establecemos con Jesús esa relación que lleva a la vida eterna.
Nada hay nada tan decisivo para ser cristiano como tomar la decisión de vivir como seguidores de Jesús. La primera decisión de un cristiano es seguir a Jesús. Es la decisión que lo cambia todo, porque es comenzar a vivir de manera nueva la adhesión a Cristo y la pertenencia a la Iglesia: encontrar, por fin, el camino, la verdad, el sentido y la razón de la religión cristiana.
Y lo primero para tomar esa decisión es escuchar su llamada. Nadie se pone en camino tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o sus deseos de vivir un ideal. Comenzamos a seguirle cuando nos sentimos atraídos y llamados por Cristo. Por eso, la fe no consiste primordialmente en creer algo sobre Jesús sino en creerle a él.

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