DOMINGO
Juan
10,27-30
En
aquel tiempo dijo Jesús
27Mis ovejas escuchan mi voz, y yo
las conozco, y ellas me siguen, 28y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 Lo que
mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de
la mano de mi Padre.
30Yo y el Padre somos uno.
JESÚS ES EL BUEN PASTOR
Veamos el contexto en el que se enmarcan estas palabras de Jesús.
La escena es tensa y conflictiva. Jesús está paseando dentro del
recinto del templo de Jerusalén. De pronto, un grupo de judíos lo rodea
acosándolo con aire amenazador. Jesús no se intimida, sino que les reprocha
abiertamente su falta de fe: Vosotros no creéis porque no sois ovejas mías.
El evangelista dice que, al terminar de hablar, los judíos tomaron piedras para
apedrearlo.
Para probar que no son ovejas suyas, Jesús se atreve a explicarles
qué significa ser de los suyos. Sólo subraya dos rasgos, los más esenciales e
imprescindibles: Mis ovejas escuchan mi voz... y me siguen. Ahora los
cristianos necesitamos recordar de nuevo que lo esencial para ser la Iglesia de
Jesús es:
-
Escuchar su voz. Lo primero es
despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras
comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que
saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con
su Buena Noticia de Dios
De la escucha de su voz brotara la fe en Jesús. Creer cosiste en creer
lo que Jesús creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser
humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se
acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él
confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se
enfrentó.
-
Seguir a Jesús. Ha llegado el
momento de decidirnos entre contentarnos con una religión que tranquiliza las
conciencias pero ahoga nuestra alegría, o aprender a vivir la fe cristiana como
una aventura apasionante de seguir a Jesús.
La decisión de seguirle depende de cada uno de nosotros. Solo si
le escuchamos y le seguimos, establecemos con Jesús esa relación que lleva a la
vida eterna.
Nada hay nada tan decisivo para ser cristiano como tomar la
decisión de vivir como seguidores de Jesús. La primera decisión de un cristiano
es seguir a Jesús. Es la decisión que lo cambia todo, porque es comenzar a
vivir de manera nueva la adhesión a Cristo y la pertenencia a la Iglesia:
encontrar, por fin, el camino, la verdad, el sentido y la razón de la religión
cristiana.
Y lo primero para tomar esa decisión es escuchar su llamada. Nadie
se pone en camino tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o sus
deseos de vivir un ideal. Comenzamos a seguirle cuando nos sentimos atraídos y
llamados por Cristo. Por eso, la fe no consiste primordialmente en creer algo
sobre Jesús sino en creerle a él.
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