lunes, 3 de junio de 2019

TIEMPO DE PASCUA. SEMANA VII

SÁBADO 8 DE JUNIO


Juan 21,20-25
20Pedro se volvió y vio que lo seguía el discípulo preferido de Jesús, el que en la pascua se recostó en su pecho y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te va a entregar?
21Pedro, al verlo, dijo a Jesús: Señor, y este, ¿qué?
22Jesús le dijo: Si yo quiero que este se quede hasta que yo venga, a ti ¿qué? Tú sígueme.
23Y entre los hermanos se corrió la voz de que aquel discípulo no moriría. Y no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, a ti ¿qué?
24Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y el que las ha escrito; y sabemos que su testimonio es verdadero.
25Otras muchas cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que en el mundo entero no cabrían los libros que podrían escribirse.    

COMENTARIO
Al comenzar Pedro su camino a quien primero ve es al discípulo modelo, al que nunca ha dejado de seguir a Jesús y continúa ahora su seguimiento. Ese discípulo ha sido el apoyo de Pedro, está seguro de la fidelidad de ese, pero no de su propia fidelidad, por eso, ahora que Jesús le ha invitado a seguirle y le ha anunciado como meta una muerte como la suya, piensa que podrá hacerlo con mayor seguridad yendo detrás de aquel que lo ha hecho hasta ahora. Pero ya ha acabado esa etapa, el seguimiento es personal, es la hora de la verdad.

Jesús no contesta a la pregunta de Pedro, afirma que el futuro del otro discípulo depende de Jesús y de él mismo. A Pedro no le importa. La ruta de cada cual y el seguimiento de cada cual con Jesús – aunque en comunidad- realmente es autónoma, responsable, aunque todo confluirá al final de los tiempos, hasta que yo venga.

Tú sígueme. La invitación, la llamada de Jesús, no admite intermediario, aunque este/el otro sea el discípulo modelo, el más cercano a Jesús. Cada discípulo está unido directamente a él. Seguir a otro acabaría en fracaso porque impide la comunión íntima con él.
La vida del discípulo se caracteriza por el compromiso con Jesús, sigue-me, que nace de la vinculación a él, no a otro aunque sea modelo, a mí, y se ejerce en libertad, a ti que... te importa.

Se deshace el equívoco o malas interpretaciones que se pudieran derivar de este dicho para volver a recalcar que la dignidad de cada discípulo está en relación a su vinculación directa a Cristo. La libertad y responsabilidad personal es de cada uno, lo cual supone recorrer el propio camino, afrontar la propia responsabilidad, expresar el propio amor.

CONCLUSIÓN vv.24-25
De esta manera se cierra la obra entera. Identificando el autor de la obra con el discípulo modelo, asegura al lector que la figura de Jesús descrita en este texto responde al significado profundo de la persona de Jesús. Es testigo de los hechos de Jesús en cuanto señales, signos, es decir, en cuanto a que ha constituido para él una experiencia vital que ahora brinda/ofrece a los lectores.
Y es la comunidad la que ha recibido, aceptado y refrendado este testimonio, sabemos que su testimonio es digno de fe.

Acaba con una hipérbole que tiene sentido. Lo escrito es solo una muestra, no se trata de saber todo lo que hizo, sino presentar su significado. Para conocer a Jesús no hace falta plena información histórica sino que basta con llegar a su interior y comprender su significado esencial.
En esta segunda conclusión, la primera era en 20, 30-31, el evangelista nos explicita como cada persona tendrá una experiencia única e intransferible.
El testimonio solo pretende invitar al encuentro con Jesús.
Para llegar a Jesús no basta la mera reconstrucción histórica de su actividad y enseñanza. Pero hemos de tener muy en cuenta que el hecho cristiano remite a un personaje histórico y a la historia, y, a la vez, es necesaria la experiencia personal y transformadora de este personaje que no se quedó aprisionado en su momento histórico, sino que se manifiesta y se presenta en medio de la comunidad humana.

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