SÁBADO 8 DE JUNIO
Juan
21,20-25
20Pedro se volvió y vio que lo seguía el discípulo preferido de
Jesús, el que en la pascua se recostó en su pecho y le había preguntado: Señor,
¿quién es el que te va a entregar?
21Pedro, al verlo, dijo a Jesús: Señor, y este, ¿qué?
22Jesús le dijo: Si yo quiero que este se quede hasta que yo venga,
a ti ¿qué? Tú sígueme.
23Y entre los hermanos se corrió la voz de que aquel discípulo no
moriría. Y no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo
venga, a ti ¿qué?
24Este es el discípulo que da testimonio de
estas cosas, y el que las ha escrito; y sabemos que su testimonio es verdadero.
25Otras muchas cosas hizo Jesús. Si se
escribieran una por una, me parece que en el mundo entero no cabrían los libros
que podrían escribirse.
COMENTARIO
Al comenzar Pedro su camino a quien primero
ve es al discípulo modelo, al que nunca ha dejado de seguir a Jesús y continúa
ahora su seguimiento. Ese discípulo ha sido el apoyo de Pedro, está seguro de
la fidelidad de ese, pero no de su propia fidelidad, por eso, ahora que Jesús
le ha invitado a seguirle y le ha anunciado como meta una muerte como la suya,
piensa que podrá hacerlo con mayor seguridad yendo detrás de aquel que lo ha
hecho hasta ahora. Pero ya ha acabado esa etapa, el seguimiento es personal, es
la hora de la verdad.
Jesús no contesta a la pregunta de Pedro,
afirma que el futuro del otro discípulo depende de Jesús y de él mismo. A Pedro
no le importa. La ruta de cada cual y el seguimiento de cada cual con Jesús –
aunque en comunidad- realmente es autónoma, responsable, aunque todo confluirá
al final de los tiempos, hasta que yo venga.
Tú
sígueme.
La invitación, la llamada de Jesús, no admite intermediario, aunque este/el
otro sea el discípulo modelo, el más cercano a Jesús. Cada discípulo está unido
directamente a él. Seguir a otro acabaría en fracaso porque impide la comunión
íntima con él.
La vida del discípulo se caracteriza por el
compromiso con Jesús, sigue-me, que nace de la vinculación a él, no a otro
aunque sea modelo, a mí, y se ejerce en libertad, a ti que... te importa.
Se deshace el equívoco o malas
interpretaciones que se pudieran derivar de este dicho para volver a recalcar
que la dignidad de cada discípulo está en relación a su vinculación directa a
Cristo. La libertad y responsabilidad personal es de cada uno, lo cual supone
recorrer el propio camino, afrontar la propia responsabilidad, expresar el
propio amor.
CONCLUSIÓN vv.24-25
De esta manera se cierra la obra entera.
Identificando el autor de la obra con el discípulo modelo, asegura al lector
que la figura de Jesús descrita en este texto responde al significado profundo
de la persona de Jesús. Es testigo de los hechos de Jesús en cuanto señales,
signos, es decir, en cuanto a que ha constituido para él una experiencia vital
que ahora brinda/ofrece a los lectores.
Y es la comunidad la que ha recibido,
aceptado y refrendado este testimonio, sabemos que su testimonio es digno de
fe.
Acaba con una hipérbole que tiene sentido. Lo
escrito es solo una muestra, no se trata de saber todo lo que hizo, sino
presentar su significado. Para conocer a Jesús no hace falta plena información
histórica sino que basta con llegar a su interior y comprender su significado
esencial.
En esta segunda conclusión, la primera era en
20, 30-31, el evangelista nos explicita como cada persona tendrá una
experiencia única e intransferible.
El testimonio solo pretende invitar al
encuentro con Jesús.
Para llegar a Jesús no basta la mera
reconstrucción histórica de su actividad y enseñanza. Pero hemos de tener muy
en cuenta que el hecho cristiano remite a un personaje histórico y a la
historia, y, a la vez, es necesaria la experiencia personal y transformadora de
este personaje que no se quedó aprisionado en su momento histórico, sino que se
manifiesta y se presenta en medio de la comunidad humana.
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